Día 90.

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Entro en la cafetería, esperaba encontrarme a Lily sola en nuestra mesa de siempre, pero me equivoqué — como siempre lo hago —. Ella esta con Cesar y para sorprenderme aun más, están acompañados de Agata.

Los tres me miran sorprendidos al ver el gran ramo de rosas rojas en mis manos, Agata se levanta de su lugar y se lanza a mis brazos con emoción.

— Sabes que las rosas no son el tipo de flor que me gusta — me habla al oído.

— Lo sé — la alejo de mi — tus favoritas son las gerberas, estas son para otra persona — le doy un beso corto en los labios, para luego mirar a Lily.

— ¿Para Lily? — puedo notar el desagrado en su voz.

Afirmo con la cabeza y camino hacia mi amiga para entregarle el ramo de flores que compré especialmente para ella.

— Sé que son tus favoritas — digo con timidez.

Los ojos de ella se encienden como las estrellas.

— Gracias por ser la mejor amiga del mundo.

Lily se para de su asiento, para ubicarse delante de mí y mirarme directamente a los ojos; al ver la sonrisa de ella ya me puedo dar por pagado.

— Mati — musita mi nombre — Gracias.

Me abraza, rodeo su cintura con mis brazos.

— Como quieres que no siga enamorada de ti, si haces semejante estupidez — susurra en mi oído.

— Muy bien — interviene Agata —. Lily se te han caído las bragas.

Mi amiga deja de abrazarme para mirar a mi novia.

— No te pongas celosa, Agata — huele sus flores —. Esto es señal de que nunca en la vida nos separaras — su sonrisa se amplia aun más — los verdaderos amigos jamás se alejan, aunque intervengan las más grandes sanguijuelas del mundo, mi amistad con Mati es para siempre.  

Cien días con Agata © | PA#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora