Día 99.

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Me acurruco a su lado, toco su cuerpo suavemente, acaricio su cabello y paso mis dedos a lo largo de su clavícula.

— Un día mi hermano me dijo que cuando al fin sintiera amor, no iba a querer alejarme nunca de esa persona, ni siquiera para ir al baño — beso su cuello — cada vez que te tengo lejos siento que me suspendo en el aire, como si mi vida se detuviera— suspiro — y cuando vuelves a mi lado, todos mis sentidos comienzan a funcionar otra vez.

— No puedes depender de mi, Mati — acaricia la mano que tengo sobre su vientre.

— Lo sé, pero mientras este a tu lado te daré lo mejor de mí.

Ella se da vuelta para mirarme a la cara; tiene dibujada una pequeña sonrisa y me mira con ternura, entonces acaricia mi rostro.

— Te quiero.

Cien días con Agata © | PA#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora