Capítulo 75.

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Lo tomé en mis manos, era "Justin Oso" el osito que me había regalado mi vecino hacía unas semanas atrás. Si el pobre fuera de porcelana en lugar de tela, lo hubiera roto cuando lo sostenía. Me hacía recordar aquellos momentos en los que él y yo éramos amigos, los mejores quizás... quise lanzarlo por la ventana, pero definitivamente él no era el culpable de todo esto. La victimaria era yo, yo por amar a alguien que jamás me va a volver a dirigir la palabra porque estoy segura de que no lo va a hacer... conozco a Justin. Soy yo la culpable por pensar que podía olvidarlo, no sólo una vez, sino dos veces, con personas que sólo terminaron lastimadas y muy seriamente, sobre todo Jason.

Un trueno me sacó de mi trance y me devolvió la idea que antes había empezado, tenía que empacar para volver... ni siquiera me quedaba el consuelo de que yéndome de Nueva York la pasaría mejor, ya que de vuelta en California me esperaba el comienzo de la eterna indiferencia de Justin y el eterno recuerdo de Jason y nuestros días felices...
Casi inmediatamente comenzó a llover torrencialmente... empaqué lentamente cada prenda mía del clóset y casi a las doce me dispuse a dormir.

No pude hacerlo, el sonido de las gotas de agua escurriéndose por las hendiduras hasta llegar al suelo me tranquilizaba pero a la vez me entristecía, el frío, la lluvia y la depresión no son buenos compañeros cuando están juntos.

Volví a llorar acurrucada entre la frazada intentando encontrar un poco de calor en medio de esa noche. Las lágrimas debieron de agotar a mis ojos y recién cuando pude divisar algo de claridad logré caer en la inconsciencia.

Mi antiguo celular sonó a las siete y media, lo seguía usando como despertador. Pero ni siquiera escuchar "The Climb" logró sacarme una sonrisa, al contrario.
Abandoné la cama sin mucho ánimo de hacer algo pero estaba obligada, teníamos que tomar el avión que me regresara a mi infierno personal: California.
Fui hasta la cocina donde Caitlin preparaba los cappuccinos mañaneros.

Caitlin: Hola _____(ta). (Saludó con el mismo entusiasmo que yo aquella mañana) - ¿Cómo estás?
Tu: ¿Cómo está el tiempo? (Pregunté)
Tu: Horrible. (Contestó mirando la ventana)

Se veía todo gris y borroso a través del vidrio empañado de la ventana, eso unido a que no había parado de llover en toda la noche y al ya conocido frío neoyorquino.

Tu: Ok, exactamente como estoy yo. (Respondí utilizando la analogía del tiempo)
Caitlin: Yo también _____(ta)...

Dejó el desayuno para volverse y abrazarme, ambas necesitábamos ese abrazo tanto como la otra.

Caitlin: Con decirte que no tengo ni ganas de desayunar... (Agregó mientras nos separábamos) -Pero tenemos que hacerlo o vamos a andar como zombies por ahí. (Intentó una risa al igual que yo, pero ninguna nos creímos nuestro intento)

Mamá llamó antes de que salgamos para el aeropuerto. Estaba feliz de que vuelva, según ella, sintió como si hubieran pasado dos años desde la última vez que me vio. También estaba contenta de que hayamos solucionado lo de Nick, en eso coincidía completamente. Justo antes de cortar mandó saludos a Jason y no me dio tiempo de contarle lo que había pasado, pero ya tendría tiempo de hacerlo.

Pronto estábamos dentro del taxi rumbo al aeropuerto, la lluvia había dejado de caer pero el cielo gris no abandonaba las alturas. Una parte de mí albergaba la esperanza de encontrarme con Jason en algún momento antes de subir al avión... pero ya me pasó lo mismo una vez, recuerdo incluso que había tenido un sueño con otra persona diferente a él... así que la lógica se encargó de ocultar la esperanza en algún rincón oscuro de mi pecho.

Los minutos pasaban al igual que el mar de gente en el aeropuerto, los vuelos despegaban y la lluvia cesaba... yo me sentía igual de fatal con el agregado de que volvía y, a menos que decida sellarme al vacío dentro de mi casa, tarde o temprano me cruzaría con Justin y no sabría cómo reaccionar ante él.

Los altoparlantes anunciaron en varios idiomas que debíamos abordar por la puerta dieciocho.

Pasamos entre el hormiguero de personas y aunque nos costó llegar, pronto estuvimos haciendo la cola.

Estábamos en nuestros respectivos asientos a punto de despegar cuando quise cerrar la ventanilla que se encontraba a mi lado, mi idea era no ver el cielo gris quedarse atrás dando lugar al siempre soleado cielo californiano...de pronto lo veo ahí, del otro lado de la gran pared de vidrio dentro del aeropuerto. Yo sabía que lo de la reunión era una excusa, jamás tenía reuniones tan temprano. Estaba de pie con las manos en los bolsillos de su jean mirando hacia mí. Nuestras miradas se encontraron y esbozó una sonrisa que no terminó de convencerme, era triste, demasiado, quizás un tanto forzada... no quería que me fuera, eso estaba más que claro, de hecho me lo había dicho varias veces los días anteriores. Le respondí con la mejor de mis sonrisas aunque sólo logré una muy parecida a la suya.

Levantó la mano derecha en señal de despedida, una despedida resignada, y el avión comenzó a moverse, lo seguí con la mirada todo lo que podía... pero ya estábamos en el aire. Creo que no terminamos tan mal como pensé, quizás y sólo quizás aún podamos ser amigos... ¿Pero a quién engaño? Sería una desalmada al pretender que él fuera mi amigo después de todo lo que pasó y estuvo a punto de pasar entre nosotros, después de que él me haya jurado amor, un amor que de seguro aún siente y del que jamás tuve la menor duda.

Estaba convencida de que al menos tendría la suerte de contar con él cuando me sintiera mal, cuando necesitara un consejo y cuando tenga ganas de hablar de algo interesante con alguien, sólo tendría que marcar su número en el iPhone que me había regalado y que ahora se había convertido en el recuerdo más palpable de él.

Caitlin durmió todo el viaje, como acostumbra hacer en los aviones... yo, por mi parte, me dediqué a imaginar miles de ideas triviales para no ponerme a pensar en las cosas como "¿Qué será de mí ahora que vuelva?" "¿Qué me espera con 'el vecino'?" ¿Alguna vez me va a volver a dirigir la palabra?" definitivamente quería mantenerme alejada de eso... para cuando aterrizamos ya me sabía de memoria la ubicación de cada botón y su función en el tablero que se encontraba sobre mi cabeza.

Una vez en tierra californiana comencé a buscar rostros conocidos entre la gente, y en un rincón cerca de una hilera de asientos nos esperaba mi comitiva de bienvenida.

Surviving to a Broken Heart {JDBM y tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora