Capítulo 1

1.6K 42 14
                                    

Era un día lluvioso, uno de esos días que no sabes ni por qué te has levantado de la cama. El viento movía mi pelo de un lado a otro, y yo, empujada por ese aire, iba andando como podía hasta mi coche. Llegué, me senté, y respiré hondo. Ya estaba, ya era una mujer libre, sin ataduras ni ningún compromiso que hiciera que no pudiera estar con quien yo realmente amaba y había amado siempre. Puse la llave en el contacto del coche y lo arranqué, emocionada y nerviosa a la vez. Llegué a casa en poco más de 15 minutos, y nada más poner la llave en la cerradura, la puerta se abrió, y salió el amor de mi vida:

-¿Y bien?

Hice cara de póker y entré al comedor sin decir ni una sola palabra. Me senté en el sofá, crucé las piernas y le hice un gesto para que se sentara a mi lado. Miré sus ojos, esos ojos marrones que me cautivaron desde el primero momento que los vi.

-¿Silvia? Dime algo, por favor.

-Yo... - callé. Era una buena noticia, lo sé, pero no sabía cómo decirlo ni cuál era la mejor manera de soltar la noticia que nos iba a cambiar la vida para siempre.

-¡Silvia, por dios! – hizo el gesto de levantarse, pero agarré su brazo e hice que se sentara de nuevo.

-Amor mío, ya soy libre.

De sus ojos empezaron a brotar lágrimas de alegría y me abrazó y me besó en los labios, besos que representaban todo ese dolor causado durante todo esos momento dolorosos del pasado.

-Por fin Silvia, por fin podremos vivir nuestra vida, nosotras dos, y tu niña.

Volvimos a fundirnos en un abrazo largo, y nos quedamos en el sofá acurrucadas, mirando la televisión y haciendo planes para nuestro futuro. Cuando llevábamos un rato sin decir nada, se levantó y se fue. No hice caso a su gesto, pues pensé que tendría que ir al baño. Al cabo de pocos segundos volvió con las manos detrás de la espalda.

-Levántate

-¿Pero...?

-He dicho que te levantes.

Hice caso, y lentamente, fui poniéndome en pie.

-Te lo he dicho muchas veces, pero te lo repetiré hasta que me canse, es decir, nunca: te quiero, Silvia Abril. A pesar de todos los malos momentos que hemos pasado durante todo este tiempo, aquí estamos. Sé que para ti ha sido más duro que para mí, ya que tú tenías tu familia montada, y yo vine y lo alboroté todo. Todas nuestras aventuras y desventuras han acabado teniendo un final feliz, porque pese a todo, hemos permanecido juntas y no hemos pensado ni por un momento en dejar escapar el amor que nos une.

-Yo...

-No, déjame acabar. Cada vez que miro atrás y contemplo mi vida y no te veo en ella, me duele en el alma. Por esta razón, Silvia Abril Fernández, te hago esta pregunta...

No me lo podía creer. Se arrodilló, miró al suelo con una mirada tímida, cogió la cajita negra que tenía entre las manos y la abrió. Era un anillo precioso, no tengo palabras para describirlo.

-... ¿Me harías el gran honor de casarte conmigo?

Me quedé muda. No me esperaba para nada que esto iba a pasar. Acababa de conseguir salir de un matrimonio y de un divorcio más traumático del que jamás podría haber imaginado, y ahora me pedía que me volviera a casar. Antes de que yo consiguiera gesticular una palabra, habló.

-Sabía que no era buena idea... - dijo levantándose lentamente- Acabas de salir de un matrimonio y yo voy y te pido que vuelvas a casarte. Qué vergüenza.

Se giró e hizo ademán de irse, a lo que yo reaccioné y hablé por primera vez. La verdad es que no pensaba en nada en ese momento, tenía la mente completamente en blanco.

-Sí, por supuesto que sí.

Silencio. 3 segundos de un silencio que nos dio mucho que pensar. Se volvió hacia mí y, mirándome fijamente a los ojos con una sonrisa de oreja a oreja y con lágrimas cayéndole por las mejillas, preguntó:

-¿De... de verdad?

Corrí hacia ella y me abalancé para darle el mayor abrazo que jamás le he dado a nadie. Sentí las lágrimas que brotaban de sus ojos resbalar por mi cuello, y no pude evitar ponerme a llorar yo también. Nos separamos, y ella cogió el anillo y me lo puso. Qué bien me quedaba.

-Te amo.

-Y yo a ti, Ana.

Estábamos en la cama, pero Ana dormía. Después de un día tan ajetreado como este, no podía pegar ojo. Miré a mi compañera y no pude evitar que se me escapara una sonrisa de boba, qué bonita estaba cuando dormía. Me levanté y fui a la cocina a por un vaso de agua. Me puse a andar por la casa, y acabé sentándome en el sofá. Entonces, me puse a pensar en mi pasado y en el de Ana, en cómo había surgido ese amor que llevaba tanto tiempo vivo y que tantos problemas nos había dado, al igual que muchas alegrías.

*Flashback*

DEJAD CUALQUIER COMENTARIO DÁNDOME CONSEJOS O LO QUE QUERÁIS, QUEYO SOY MUY NUEVO EN ESTO Y NO SÉ SI VA A GUSTAR. MUCHAS GRACIAS




Flashback [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora