Relatado por Ana Morgade
Me separé de los labios de Silvia con una sonrisa en los míos. Abrí lentamente los ojos y vi que ella me estaba mirando con la misma sonrisa que tenía yo.
-¿Por qué has esperado tanto? – dije yo como un susurro y mirando hacia nuestros pies.
-No lo sé, la verdad es que no tengo claro nada. Bueno, solo una cosa – dijo alzándome la barbilla con la mano – que te quiero, que siempre te he querido Ana.
Mis lagrimas volvieron a salir descontroladas, y volví a besarla. No puedo describir la emoción y los sentimientos que brotaban de mi cuerpo, era un cúmulo de cosas que no podía explicar.
Nos separamos justo cuando vimos gente salir por la puerta y corrimos a escondernos porque no queríamos que nos dijeran nada por ir tan mojadas, y encima Silvia llevando paraguas. Cuando no había monos en la costa, salimos disparadas y Silvia cogió el coche. Durante todo el trayecto teníamos las manos cogidas y yo no podía parar de mirar a la conductora y sonreír ante la imagen y ante los momentos anteriores. Aún seguía en una nube.
Llegamos al hotel y justo nos encontramos con los chicos que salían. Mierda.
-Pero bueno chicas, ¿qué hacéis tan mojadas? – preguntó Vicky con la boca abierta.
No dije nada. ¿Qué excusa me podía inventar? Joder Ana, piensa.
-Es que se me ha estropeado el coche mientras veníamos y hemos tenido que parar y mirar qué pasaba. –dijo Silvia con un tono de resignación fingido.
Me miré a Silvia boquiabierta. En un segundo se había inventado una excusa de lo más creíble. Fascinante.
-Qué gafes sois... Oye, ¿os venís a tomar algo por ahí? Os esperamos aquí si queréis. – dijo Adrián mientras se ponía la gorra para salir.
No tenía ganas de ir. Solo quería pasar la noche con Silvia y sin nadie más, solo ella y yo. Iba a maquinar alguna excusa cuando Silvia apareció para salvar el día de nuevo.
-Yo no, me he torcido el tobillo mientras arreglábamos el coche. – dijo ella señalándose el pie izquierdo. La madre que la parió, qué bien lo hacía.
-Vaya Silvia... ¿y tú Anita? – preguntó Edu con una sonrisa en la cara.
-No, yo mejor me quedo que estoy en esos días del mes y no me encuentro muy bien – dije con una carcajada. – Pasadlo bien, no la liéis mucho.
Nos alejamos y fuimos hacia el ascensor. Las dos miramos para atrás a la vez y vimos que nuestros compañeros se habían ido ya. Las dos respirábamos tranquilas, y Silvia dejó de cojear.
-¿En serio estás en esos días del mes? Maldita sea Ana –dijo Silvia preguntándome medio susurrando y con tono de enfado.
Me reí a más no poder. Casi lloro de risa, la verdad.
-No mujer, era una excusa para quedarme aquí contigo – dije cogiéndole la cara y besándola mientras las puertas del ascensor se cerraban.
No separamos nuestros labios hasta que las puertas se abrieron. Ya estábamos en nuestra planta. Silvia iba a salir para dirigirse a alguna de nuestras habitaciones pero la cogí del brazo y no la dejé. Pulse un botón y esperé que el ascensor subiera.
-¿Dónde vamos ahora? – dijo Silvia sorprendida
-A la azotea – dije yo con una sonrisa.
-Vaya, vaya... – dijo ella mirándome con una sonrisa pícara – como te gusta hacerlo al aire libre eh Morgade...
Me reí y volví a besarla. Estaría toda una vida besándola y no me cansaría jamás. El ascensor se abrió y subimos por unas pequeñas escaleras que nos llevaron a una puerta. Estaba cerrada.
-Joder - dijo Silvia – Ana, te voy a comer aquí mismo como no te espabiles.
-Calla tonta – dije yo riéndome ante el comentario. Levanté el pequeño felpudo que había y allí había una llave. Menos mal.
Abrimos la puerta y cuando la cerré lentamente, Silvia me empotró contra ella y empezó a besarme sin control por toda la cara y cuello. Me quité la chaqueta y también se la quité a Silvia, pero sin dejar de besarnos. La temperatura iba subiendo cada vez más, hasta un punto que las dos no íbamos a esperar más para disfrutar de la otra. Tendidas ahí en el suelo hicimos el amor toda la noche y la mañana siguiente. La sensación de tener a Silvia conmigo esa noche y esa mañana, juntándonos y disfrutándonos, era la mejor que había tenido en mucho tiempo.
Estábamos en el suelo, la verdad es que estaba frío y no me hacía mucha gracia la situación, pero era feliz. Silvia y yo habíamos vuelto a juntarnos, y esta vez parecía que no sería la última. Silvia me quería, y yo a ella.
-Deberíamos bajar para almorzar algo – dijo Silvia acariciándome el hombro mientras me daba pequeños besos – a ver si nos van a venir a buscar y verán que no estamos en la habitación.
-Tienes razón, deberíamos vestirnos y bajar cuanto antes. – fui a levantarme para coger mi ropa y empezar a vestirme cuando Silvia me tiró hacia ella.
-Pero espérate un minutito que vuelva a disfrutar de las vistas – dijo acercando su boca a la mía.
Nos besamos unos dos minutos más y nos vestimos. Puede que no haya dormido nada, pero mi cara estaba radiante. Había pasado la mejor noche de mi vida y eso se reflejaba en mis acciones.
-Buenos días chicos – dije cuando llegamos a la mesa donde nos sentamos las otras veces. – vaya caritas me traéis.
-Calla, calla, ayer nos pasamos de la ralla – dijo Pablo rascándose la cabeza – no debimos beber tanto. A la próxima me quedo en el hotel como vosotras, que parecéis estar muy frescas.
"Y tan frescas" pensé yo. Habíamos pasado la noche en la azotea desnudas y disfrutando de la anatomía de cada una.
-¿Y Ruth y Edu? – pregunté al ver que faltaban
-No sé, ayer se fueron temprano porque Ruth se encontraba mal y Edu quiso acompañarla, no estaba de muy buen humor. – dijo el Sevilla mordiendo un trozo de pan.
Vimos llegar a Ruth que parecía tener cara de haber dormido poco, y segundos después bajó Edu, que tampoco parecía haber dormido demasiado. Me los quedé mirando a los dos. Ruth no miraba a Edu, y Edu a Ruth tampoco. Se esquivaban la mirada y no hablaban entre ellos. Miré de reojo a Silvia, que también los miraba extrañada. Me echó una mirada que preguntaba qué pasaba entre ellos, e hice un gesto para decir que no lo sabía.
Los otros estaba concentrados en su comida y no se daban cuenta de lo que pasaba en la mesa, pero yo y Silvia sí. ¿Había pasado algo esa noche entre ellos dos?
Publico otro hoy porque mañana no me será posible. Aprovecho para agradecer a todos los que me leéis y que os gusta esta historia. ¡Muchas gracias!
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Flashback [TERMINADA]
Fiksi PenggemarNovela flashback. La historia empieza por el final, pero capítulo tras capítulo se irán reviviendo todas las penas y alegrías de las protagonistas. Silvia Abril y Ana Morgade, grandes amigas... ¿o algo más?