Capítulo 115

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Relatado por Ana Morgade

El viaje fue estupendo, tal y como me esperaba. Bueno, no me esperaba el susto que nos llevamos pero eso ya queda en el pasado. Creo que hasta eso nos unió un poco más si cabe, y es que parecíamos una familia de verdad. Y más que lo íbamos a parecer dentro de poco...

Hoy era el día, hoy iba a la clínica para que me hicieran la inseminación. Estaba nerviosísima, cada paso que daba por la casa parecía que fuera el último.

-Cariño, me voy - dije gritando desde la puerta de la entrada de casa

-¿Cómo que te vas? ¿Y mi beso? -gritó ella desde la cama

Sonreí y fui corriendo hacia la habitación, donde Silvia estaba aún tumbada en la cama y con los ojos cerrados.

-Mira que eres niña pequeña - dije arrodillándome a su lado.

-Jope ya te vale, te ibas a ir sin darme un beso.

-Será que no te he dado millones ya - dije dándole uno en la mejilla.

-Nunca serán suficientes - dijo ella abriendo un poco los ojos.

Besé sus labios un ratito y luego me tuve que ir pitando porque me había entretenido. Pero bueno, si era por eso no me importaba llegar tarde.

-¡Te quiero! - gritó ella desde la habitación.

-No tanto como yo - susurré antes de cerrar la puerta.

El camino se me hizo eterno, casi que parecía que la ciudad había crecido mientras nosotras no estábamos. Llegué a la clínica y me quedé en medio de la puerta, mirándola y sin respirar. Venga Ana, tú puedes. Venga, no será nada. Di un paso y volví a darlo hacia atrás. ¿Y si Silvia no quería tener otro hijo? ¿Y si ya estaba contenta tal y como estábamos y yo lo estropeaba? No quería cagarla de nuevo, suficiente habíamos sufrido ya.

Suspiré hondo y dejé de pensar por un momento, algo muy difícil para mi. Me dejé guiar por el corazón y a paso lento, fui subiendo las escaleras que me llevarían a mi futuro.

Nada más entrar, oí mi nombre. Me estaban llamando porque estaba en lista de espera, y al oírlo fui corriendo hacia la chica que estaba de pie. Me saludó cordialmente y nos dirigimos a una pequeña salita. Nada más entrar ahí me hizo desnudarme de cintura para abajo y sentarme en la típica silla del ginecólogo.

-Puede alzar las piernas ya, señorita.

Menos mal que era una mujer la que estaba allí, porque a mí esto me da una vergüenza terrible. Pues ahí estaba yo, sentada y a punto de hacer una locura por amor.

-Iremos muy rápido, no notará nada.

Cerré los ojos y eché la cabeza atrás. Noté algo que estaba frío una milésima de segundo y la chica se levantó, se quitó los guantes y se me quedó mirando con una sonrisa.

-Ya se puede levantar, ya está.

-¿Y... Ya? - dije bajando las piernas -¿tan fácil? ¿Ya estoy... Ya estoy embarazada?

-Dentro de una semana lo confirmaremos, señorita. Vaya a recepción y pida hora.

Dicho esto, la chica salió y me dejó sola en la habitación. Volví a casa porque no tenía nada que hacer, y cuando llegué me encontré a Silvia persiguiendo a su hija por el salón.

-¿Ya estás aquí? - dijo ella al oír la puerta - ¿no tenías trabajo?

-¿Eh? - dije algo nerviosa - no, al final no era nada.

-Ah... - dijo ella sin creérselo mucho - ha llamado Javier. Dice que las cosas van sobre ruedas... Se ve que la gente está haciendo mucha presión y que en realidad funciona. Dentro de nada todo habrá acabado, cariño.

-No sabes cuántas ganas tengo - dije sonriendo mientras me acercaba a Silvia para besarla.

Pasó una semana, y me levanté a causa del ruido del teléfono de Silvia. Al ver que no se inmutaba lo fui a coger yo nombrando a toda su familia y a la mía ya de paso.

-Son las 8 de la mañana joder - dije sin decir hola ni nada.

-Hola Anita - dijo Javier riendo - buenos días a ti también.

-Ostia Javier, perdona - dije empezando a morirme de vergüenza.

-Tranquila, no es nada. Tengo una gran noticia... El viernes hay juicio.

-¿Ju... Juicio?

-Sí, juicio. Silvia tiene que venir... Esto está llegando a su fin, Ana. Estoy muy feliz por vosotras.

-Eh... Gracias, gracias muchas gracias - dije empezando a dar saltitos.

Colgué el teléfono, miré a Silvia y me acaricié la barriga. Hoy iba a ver al médico y me iba a decir si había conseguido quedarme embarazada. Creo que hoy era el mejor día de mi vida. Al ver que Silvia no se levantaba, me tiré en plancha encima de ella.

-¡Loca! - dijo Silvia asustándose - me vas a romper - dijo acariciándose la pierna - ¿qué te ha dado?

-Nada - dije poniéndome encima suyo - es tu culpa

-Anda, ¿mía? Si soy un pobre animal indefenso - dijo haciendo un puchero.

-Sí, tu culpa por haberme enamorado de esta forma - dije rodeando su cuello con mis brazos

-Madre mía que hoy tiene el día tonto -dijo ella rodando los ojos - no me digas que te ha venido la regla.

-¿te apetece comprobarlo? - dije mordiéndome el labio

-Hombre... - dijo tirándome en la cama definitivamente para empezar a besarme.

Después de echar el mañanero nos fuimos a la ducha por separado. Silvia tenía trabajo y yo pues tenía que ir a la clínica. Aún no le había dicho nada de lo del juicio, lo haría hoy por la noche con una cena. Estaba feliz porque por fin la vida nos empezaba a sonreír, por fin. Bueno, esperaba que nos sonriera al menos, esperaba que ya estuviera embarazada.

Una vez en la clínica, miré a mi alrededor y todas parecían estar en la misma situación que yo. Esa sala de espera estaba llena de esperanza y a la vez desesperación por saber, el ambiente estaba muy cargado.

-Ana Morgade, sala 4. - dijo la voz de megafonía.

Levanté el culo enseguida y me dirigí a la sala. Cogí el pomo de la puerta, respiré y lo giré. La chica del otro día estaba sentada en una silla detrás de un escritorio blanco. Al verme entrar se levantó y me dijo que me tumbara en la misma silla del otro día. Así lo hice, y cuando acabó de revisarme, me dijo que ya podía bajar.

-¿Y bien?

-Pues enhorabuena, será usted madre - dijo con una sonrisa en la boca.

Flashback [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora