Capítulo 22

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Bailé mucho, me dolían los pies casi. Me lo estaba pasando realmente bien. Bailé con Edu y con Ruth mayoritariamente, diciéndoles que buscaran ya alguna excusa para irse y hablar. Así lo hicieron y Ruth fue la primera, y 15 minutos más tarde se fue Edu. Cuando mis dos acompañantes se fueron, me quedé sin pareja de bailes hasta que vino Pablo y me agarró de la cintura para bailar. Estábamos muy pegados y me gustaba esa sensación.

-Si la semana que viene te mueves así vas a ganar la gala - dijo Pablo muy cerca de mi cuello

-Lo que tú digas - dije yo un poco nerviosa por la situación

-Ven, vamos a sentarnos y a beber algo

Pablo se fue a sentar y yo lo seguí. No había sitio para mí en el sofá, así que iba a volver a la pista cuando Pablo me agarró y me sentó encima suyo. Me sonrojé y me dio una vergüenza terrible, ya que el subidón del poco alcohol que había tomado ya no me afectaba, y si no iba borracha, a mí estas cosas me daban muchísima vergüenza.

-Bueno, felicidades por tu victoria, lo has hecho realmente bien – dije yo – y me encanta la ONG a la que le has dado el dinero. A mí también me encantan los animales. ¿Sabes que tengo una tortuga? – dije yo riéndome e intentando no sentirme tan incomoda

-Te pega tener una tortuga, no me preguntes por qué – dijo Pablo partiéndose de risa

Nos quedamos en silencio y miramos a nuestros amigos bailar. Silvia bailaba con el Sevilla y hacía bromas con él, mientras Vicky y Adrián iban a la barra a buscar a Falete que traía otra copa.

-¿Y mi premio? – dijo de golpe Pablo

-¿Qué premio? – dije yo girándome hacia él

-¿No me vas a dar ningún premio? Yo que me pensaba que la tacaña era la Simon, Morgade...

Reí ante su comentario. Sabía a lo que se refería con un premio. Me lo miré y pensé que por qué no. Un clavo saca a otro clavo, ¿no? Agarré su cara con mis manos y lentamente me fui acercando a él, hasta que nuestros labios se chocaron. Primero fue un beso tímido, pero luego fue uno de esos besos tan llenos de pasión que apenas cabía en la sala. La verdad es que nuestros labios encajaban a la perfección, y los dos llevábamos un ritmo preciso y contundente, nuestras lenguas iban saboreando cada rincón de nuestras bocas.

Mientras seguíamos besándonos, noté algo debajo de mi que iba creciendo, ya sabéis. Me separé de los labios de Pablo para mirarle con una sonrisa. Dirigí mi vista abajo y luego lo volví a mirar riéndome porque se había sonrojado.

-Yo.. – dijo Pablo muriéndose de vergüenza ante su reacción involuntaria. Le puse el dedo en los labios antes de que acabara la frase y lo cogí de la mano al levantarme para que me acompañara.

-¿Estás segura? – dijo él cuando se levantó

-Más segura que nunca- dije yo con una sonrisita pícara

Miré a mi alrededor y vi que Silvia estaba sentada con el Sevilla y Falete haciendo bromas, así que supongo que no nos vio. Me supo mal al principio, pero luego pensé que no tenía por qué, yo y ella no estábamos juntas.

Nos fuimos al ascensor corriendo y antes de que se cerraran las puertas Pablo me agarró y me levantó en el aire. Me dejó al suelo cuando el ascensor se paró y él me dirigió a su habitación. Abrió la puerta y me dejó entrar primero. Cuando me giré para quedarme de cara a él, me agarró, me giró y me empotró contra la misma puerta. Empezó a besar mi cuello y mis pechos sin control, y yo cada vez estaba más y más excitada. Él poco más podía esperar, ya que me levantó del suelo haciendo que me quitara los zapatos. Para mi sorpresa no me volvió a dejar, así que yo rodeé su cintura con mis piernas y dejé que hiciera. Con una mano me aguantaba contra la puerta mientras que con la otra me levantó el vestido, me bajó el tanga, se abrió la bragueta y entró en mi. Lo hicimos ahí, contra la puerta. La verdad es que fue uno de los mejores polvos que había echado en mi vida. Llegué enseguida al orgasmo, ya que la posición en la que estábamos y la manera de moverse de Pablo hicieron que mi temperatura corporal subiera de una manera que no me pude creer ni yo misma. Aún así,  la noche no acabó aquí. Echamos un par más en la cama, la verdad es que necesitaba esa dosis de adrenalina, y Pablo era muy buen amante, no lo voy a negar.

Pablo ya se había dormido cuando yo fui al baño y me miré en el espejo. Al ver mi cara reflejada me puse a llorar. ¿Qué has hecho? ¿Por qué eres tan bipolar, Ana? Me preguntaba a mí misma. Amas a Silvia y te tiras a Pablo por despecho solo porque ella  ha venido con un chupetón en el cuello. No voy a negar que he tenido buen sexo con él, pero con Silvia es mejor. Con Silvia no echo polvos, con ella hago el amor, con Pablo no. La había cagado y me sentía fatal.

Me había costado darme cuenta, pero me di cuenta al fin y al cabo. Me acosté con Pablo por rencor, por así devolvérsela a Silvia, pero las cosas no se hacían así. Alomejor Silvia tenía una explicación para todo lo del chupetón, pero yo no tuve la paciencia para escucharla ni saber de qué iba. Volví a la habitación y miré a Pablo como dormía. A él también lo había usado. Había usado su sentimiento de rabia hacia su ex para que así lo descargara en mi en forma de sexo. Me sentía la peor persona del mundo. Escribí un mensaje para Pablo en el teléfono para que lo viera mañana y me vestí pero no encontré mi sujetador por ningún lado. Pensé que mañana ya me lo devolvería y me fui a mi habitación destrozada por dentro.

Flashback [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora