Capítulo 24

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Me fui de casa más temprano de lo normal y me dirigí al hotel. Pasaría ahí las noches hasta el jueves. Andreu y yo habíamos discutido mucho esta semana, porque yo estaba muy ausente. No tenía ganas de salir ni de hacer nada, solo quería tumbarme en la cama y ver el tiempo pasar. Mi hija estaba conmigo mucho rato, ella también notaba que algo no iba bien.

Llegué al hotel la primera y me fui a la habitación de siempre. Al pasar por delante de la de Ana, el corazón me dio un vuelco pero seguí andando. La echaba de menos. Echaba de menos su sonrisa cuando la besaba, su manera de hablarme y de mirarme. ¿Todo por qué? Llevo enamorada de ella toda la vida y me doy cuenta ahora de que no elegí bien.

Dejé las cosas en mi habitación y fui abajo a desayunar,  porque entre bronca y bronca no me había dado tiempo. Me senté sola en la mesa de siempre y empecé a comer, sin pensar en nada. De repente, alguien vino y se sentó a mi lado.

-¿Qué haces aquí? – dijo Ruth sonriendo

-Anda, mírala. ¿Y tú? Yo como no tenía nada que hacer porque no había nadie en casa me he venido, que almenos aquí no tengo que hacerme yo el desayuno – mentí

-Yo me vine ayer... Pasé el día con Edu

-Ah, cuéntame, ¿qué tal con él?

-Bien. Me dijo que le gustaba mucho y que le gustaría empezar algo serio conmigo – dijo sonrojándose – pero también me dijo que aún no había superado del todo una relación que tuvo con una chica y que si no estaba al cien por cien conmigo, que no me preocupara, que con el tiempo acabaría olvidándose por completo.

Yo sabía que esa chica era Ana, pero no quise decirlo por si ella no lo sabía. Alomejor Ruth se enfadaría con ella y no le hablaría, y sé que Ana la aprecia muchísimo.

-Silvia tranquila, sé que esa chica es Ana, ella misma me lo contó... Al principio no me lo tomé muy bien, pero Ana me confesó que con Edu fue algo muy corto aunque intenso, y que ella estaba enamorada de otra persona, pero no me dijo el nombre.

Y esa persona era yo. Ana me amaba y yo no estaba al 100% para corresponderla. Le sonreí con una sonrisa un poco falsa y me puse a comer otra vez. No podía pensar en Ana sin que me doliera todo, hasta las pestañas. La necesitaba conmigo, la necesitaba a mi lado cada minuto, pero por el momento no podía ser, y eso me iba desgastando por dentro.

Nos fuimos juntas a plató ya que no teníamos nada que hacer. Nos quedamos en la sala VIP con algunos bailarines que estaban ensayando la cabecera del programa y pasamos allí el rato hasta que llegó Ángel y tuvimos que ensayar. Ruth fue primera y yo me quedé en la sala. Cuando ya llevaba 10 minutos allí sola y me empezaba a aburrir, la puerta se abrió y apareció ella. Se me iluminó la cara al verla tan guapa pero disimulé mi alegría.

-Hola Ana – dije cogiendo el móvil de encima de la mesa y poniéndome a hacer ver que leía algún mensaje - ¿Cómo estás?

-Bien, tirando. ¿Y tú? – dijo ella con una sonrisa mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba encima del sofá. Vino y se sentó a mi lado y mi corazón se aceleró como nunca

-También. Un poco cansada, pero bien. Estás preciosa – dije yo para acto seguido sonrojarme por lo que le había dicho. No lo pude evitar

-Gracias, ya sabes que tú también – dijo poniendo su mano encima de la mía que tenía colocada en mi pierna. Levanté la cabeza y vi que me miraba con esos ojos marrones suyos que hacían que cualquier persona se perdiera en ellos. Su mirada expresaba arrepentimiento y dolor, añoranza y deseo. Muchas cosas.

-Silvia – dijo acariciando mi mano- me acosté con Pablo la semana pasada. No sé qué me pasó, tuve la oportunidad de devolvértela y lo hice. Me siento muy mal por ello, pero como viniste con ese chupetón de Andreu me cabreé... Soy una niñata – dijo desviando la vista al suelo, pero sin dejar de acariciarme la mano.

-Ana, no tienes por qué disculparte –dije cogiendo su mano y aferrándome a ella – lo de Andreu fue un error, efectos del alcohol. No tenia ni la mínima intención de hacerlo. Esa noche no era yo. Siento que tuvieras que enterarte de esa manera tan brusca. Te lo quería explicar todo pero no me atreví y al dejar pasar el poco tiempo que pasó, acabó descubriéndose de la peor manera...

-Está bien, no pasa nada. – dijo Ana mientras empezaban a salir lágrimas de sus ojos y a resbalar por sus mejillas. Odiaba verla llorar.

Estábamos aún con las manos cogidas cuando llamaron a Ana para que fuera al ensayo con Arnau desde fuera de la sala . Se levantó y se fue lentamente hacia la puerta. Cuando la abrió se quedó quieta con la mano aún aguantando el pomo de la puerta. No se giró a mirarme ni nada, simplemente susurro unas palabras que para mí parecieron un grito de socorro.

-Te quiero Silvia, te quiero más que a nada. No dudes nunca que siempre estaré esperándote. - dicho esto salió de la sala sin darme tiempo a reaccionar.

Me senté, me puse a llorar y me abracé a mis piernas. En ese momento me daba completamente igual quien entrara y me viera así. Necesitaba desahogarme y sacar todo lo que llevaba dentro. Me dolía tanto no poder estar con ella, no poder abrazarla ni besarla cuando me viniera en gana. Debí actuar hace mucho tiempo, debí haber elegido a Ana cuando tuve ocasión, es decir, ese día que ella me besó por primera vez. Debí haber hecho caso a mi corazón e ir detrás de ella cuando se iba con esa enorme maleta a su casa. Debí irme con ella. Mientras yo me lamentaba porque Ana hacía poco que se había ido, la puerta se abrió. No vi quién era hasta que estuvo a pocos centímetros de mi, ya que a causa de las lágrimas no veía nada.

-Lo siento, no podía aguantar más sin hacerlo – y me besó. Reconocí esos labios al instante. Me aferré a ese beso como si fuera el ultimo que iba a dar en mi vida. Cuando nos separamos vi que la puerta se volvía a cerrar y oía como los pasos de Ana se alejaban de la sala.

Flashback [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora