Capítulo 26

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Edu: Ana, ¿qué hago? Mañana no se acordará de nada, va que no se aguanta. - eso es lo que descifré de lo que me había escrito. Edu también iba fatal.

Ana: sepárala de este tío, se va a arrepentir mucho de esto, pobre. Ahora voy

-Pablo, vámonos, Silvia tiene problemas, tengo que ir a ayudarla – dije levantándome.

Pablo se levantó de inmediato y fuimos corriendo al hotel. No podía parar de pensar en ella, pensar que sos labios estaban besando a otro cualquiera. Me estaba cabreando muchísimo Llegué y con la mirada busqué a Edu. Cuando lo vi fui corriendo hacia él.

-¿Dónde está?

-Ha ido a su habitación con ese tío. Ana ayúdala, a mí no me deja hacer nada. - dijo tambaleándose. Él apenas se aguantaba, cómo le había pedido que hiciera algo, pobre Edu.

Fui corriendo hacia el ascensor y vi cómo se cerraban las puertas mientras Silvia seguía besando a ese tío. Joder Silvia, vaya una debes llevar, pensé. Como solo había ese ascensor, me giré y fui corriendo hacia las escaleras. Nunca había corrido tanto en mi vida. Llegué a nuestra planta y fui corriendo a la habitación de Silvia. Los pillé justo cuando llegaban y Silvia estaba buscando su llave. Llegué y me paré delante de ellos y cogí aire.

-Tu, fuera – dije cogiendo al chico del brazo y separándole de ella

-¿Porque lo digas tú? ¿No te apuntas a un trio nena? – dijo el desagradable ese repasándome de arriba a abajo.

-Ni muerta – dije cogiendo la llave de la mano de Silvia y abriendo rápidamente la puerta para hacer que Silvia entrara. Como el chico también iba fatal no se dio cuenta y se quedó fuera sin saber qué hacer. Al cabo de cinco minutos, se fue. Con suerte mañana no se acordaría de que se había liado con Silvia Abril. Bueno, o eso esperaba almenos.

Cuando me aseguré de que se había ido, me giré hacia Silvia, que estaba sentada en la taza del WC. Esperé a que acabara y cuando salió, empecé a preguntar

-¿Se puede saber qué pensabas hacer? ¿Estás loca o que te pasa Silvia? ¿Quién es ese? ¿Has pensado en las consecuencias de esto?

-No nena, estoy borracha – dijo tumbándose en la cama - ¿qué tal tu segunda ronda con Pablo? ¿Lo habéis hecho en el Mc Donald's? Vaya morbo, ¿no?

Me dolieron muchísimo esas palabras. Sabía que eran efectos del alcohol, pero verlas salir de su boca hicieron que me pareciera que me hubieran apuñalado 17 veces.

-Silvia, te dije que no volvería acostarme con Pablo, fue un desliz de una noche. No me digas que ibas a tirarte a otro y volver a ponerle los cuernos a tu marido solo por eso.

-Sí. Mi marido me la pela Ana, ¿no te has dado cuenta que solo te quiero a ti? Le he puesto los cuernos contigo y no me siento culpable, ya lo he dicho. Si hubiera follado con el otro, sí, pero contigo no. No me siento culpable por amarte mientras estoy casada, lo siento pero no.

No supe si tomarme sus palabras bien o mal. Por un lado me sabía mal por Andreu, porque sé que a Silvia no le da igual lo que le pase, sé que ella lo quiere. Por otro lado, ella me quería más a mí y eso me gustaba. Necesitaba a Silvia como el aire que respiraba, pero no era capaz de estar con ella mientras seguía con Andreu.

-Ana, ven y bésame, por favor – dijo Silvia mirándome. Tal era su pedo que apenas se aguantaba sentada, pero hacia un esfuerzo para estar quieta como un palo mientras me miraba.

-Silvia...

-No Ana, bésame.

Esta vez sí que le hice caso y me acerqué a ella y la besé. Sus besos sabían a puro alcohol, pero aún así eran igual que esos anteriores besos que nos habíamos dado. Sé que suena cursi, pero nuestros labios estuvieron diseñados para encajarlos, no había otra manera. Cuando me quise dar cuenta de mis actos, ya estaba posicionada encima de Silvia en sujetador mientras ella se estaba quitando su camisa, y me dejé llevar. Mi falda se esfumó al cabo de poco, y la de Silvia tampoco duró mucho. El ambiente cada vez subía más de temperatura, y no pude resistirme a ello.

-Ana – dijo Silvia mientras nuestros labios aún seguían juntos.

-¿Qué? – dije yo separándome para dejarla hablar.

-Porque vaya borracha no pienses que estás abusando de mí eh, que soy muy consciente de lo que hago – dijo riéndose y mordiéndose el labio inferior mientras me miraba con deseo.

¿Quién puede resistirse a eso? Yo almenos, no. Me reí y volví a besar sus labios. Los besos los fui redirigiendo hacia los pechos, que aún estaban protegidos con el sujetador, del cual me deshice sin dejar de besarlos. Cuando acabé de deshacerme de mi otro impedimento dimos rienda suelta a nuestra pasión. Había echado de menos su contacto, su manera de gemir mi nombre mientras estábamos haciendo de las nuestras, y sobretodo había echado de menos nuestra particular manera de hacer el amor. Cada vez era diferente, cada vez era especial, como la primera.

Antes de que Silvia llegara al extasis mientras yo hacía de las mías con mi lengua repartiendo besos por su zona íntima, dejé de hacerlo y introduje en ella mis dedos. A Silvia le encantaba que cambiara de posición y de táctica mientras hacíamos el amor, y a mí me encantaba estar cerca de sus labios cuando conseguía que llegara al orgasmo. Esta vez llegó mientras sus labios besaban los míos, y eso hizo sentirme viva.

Ella consiguió lo mismo conmigo, y cuando ya habíamos acabado, me tumbé a su lado y me tapé con la sábana y me quedé mirando el techo. Pensé que Silvia se habría quedado dormida cuando hacía un rato que no hablábamos a causa del pedo que llevaba, peor no era así.

-Lo siento

-¿Qué sientes? –pregunté yo

-Siento haberte dejado escapar ese día. Siento no haberte dicho que te quería en cuanto me diste ese beso. Siento todo esto y mucho más Ana, espero que algún día sepas perdonarme – dijo Silvia llorando.

-Silvia cariño – dije abrazándola – no tienes que disculparte de nada, y yo no te tengo que perdonar nada. Las cosas son como son, y todo pasa por una razón.

-Te quiero tanto...

-Y yo mi vida, y yo...

Nos dormimos las dos abrazadas la una a la otra, desnudas y sintiendo el contacto de la otra. La verdad es que esa noche me había hecho reflexionar, y me había hecho ver que cuando estaba con Silvia mi vida era mucho mejor, aunque mi consciencia me reconcomía por dentro. Andreu estaba en su casa con su hija mientras yo amaba a su mujer. Pero ninguna de las dos teníamos la culpa de todo eso que nos había pasado ni de nuestros propios sentimientos. Nunca eliges a quien amas, eso ocurre y punto. Y a Silvia y a mí nos ocurrió hacía mucho, pero no nos dimos cuenta a tiempo.

Flashback [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora