Capítulo 116

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En mi cara apareció una sonrisa de felicidad. Yo, Ana Morgade, embarazada. Quien me lo iba a decir a mi, que yo sería madre. Había pensado en ello un par de veces, pero no más que un pensamiento. Y ahora, era una realidad.

Salí de la clínica con un sobre que lo confirmaba. Me esperaría un tiempo a decírselo a Silvia... Faltaba poco para que hiciera un año desde la primera gala de TCMS, y creo que era un buen momento para decírselo. Pero bueno, ahora el plan era organizar una cenita romántica para contarle lo de su juicio del viernes. Quedaba un poco frío decirlo así, pero era una de las mejores noticias que me habían dado en mucho tiempo.

-¡Silvia! - grité al abrir la puerta. No recibí ninguna respuesta así que empecé a planear la cena de esta noche. Tenía que ser algo especial, no sé, no algo muy pomposo pero si algo para recordar al cabo de los años.

Silvia llegó a las 8 de la noche, tal y como me había dicho por teléfono. Llegó a casa refunfuñando y soltando alguna que otra palabrota.

-Ei, ¿qué pasa? - dije al oírla entrar así.

-Qué no pasa, dirás. Hoy no ha salido muy bien la entrevista, la verdad.

-¿Por? - dije aún desde el sofá

-Nada - dijo ella sentándose a mi lado - da igual. Hola, por cierto.

Le di un beso y la miré un rato hasta que llamaron al timbre. Ella iba a abrir pero yo fui más rápida y con mi mano la volví a tumbar al sofá.

-Quieta aquí - dije levantándome.

-¿Tú? ¿Abriendo la puerta? ¿Qué está pasando aquí? - dijo ella con la ceja levantada.

-Espero que te alegre un poco el día - dije guiñándole el ojo.

Fui a abrir y tal y como esperaba, era la comida. Le dejé pasar y Silvia ya se había levantado para ver quién había venido. Era un chico con un carrito y con unas platas tapadas de metal. Le indiqué donde estaba la cocina y él empezó a prepararlo todo sin yo decirle nada. Fui hacia dónde estaba Silvia y la abracé por la cintura.

-¿Y eso? - dijo ella levantando la vista hacia la cocina.

-Nada... - dije cogiendo su barbilla con mi mano para que me mirara. - solo era nuestra cena.

-Ya veo, ya... ¿Y por qué nos han traído la cena hoy?

-Ay, tantas preguntas... ¿No puede una mujer hacerle un regalo a su chica?

-Bueno, visto así... - dijo ella echando la cabeza atrás.

-¿Y un beso no me merezco? - dije intentando que no fuera a la cocina aún.

-¿Solo quieres uno? - dijo ella mordiéndose el labio.

-Si me quieres dar más... - dije sonriendo un poco.

Y entonces me besó y estuvimos un rato así hasta que oímos que el chico que había venido a traernos la cena ya había acabado, así que me separé de ella y fui hacia la habitación a buscar la cartera.

-Oye, a mí no me cortes un beso, ¡eh! - dijo des del comedor.

Sonreí mientras cogía la cartera e iba a pagar al chico. Le di el dinero y después de cerrar la puerta me encaminé hacia el comedor donde me esperaba la mujer de mi vida.

-Llévame como una princesa hacia allí, por favor - dijo Silvia alargando el brazo hacia mi.

Empezó a andar y yo en un arrebato la cogí en volandas y entre risas y casi caídas llegamos a la cocina. La senté en su silla como pude y me puse bien el vestido.

-No quiero ser yo quien te lo diga pero no eres una pluma - dije acariciándome el hombro.

-Me has ofendido - dijo ella cruzándose de brazos haciendo broma.

Reí y me senté enfrente. Entonces miré las platas y las destapé, y Silvia dio palmas. Sabía que le encantaba ese restaurante y aunque fuera un poco caro, por una vez no pasa nada, ¿verdad?

-Ana, no sé que intentas con esto pero ya tengo pareja.

-Ah, vaya - dije fingiendo tristeza - pobre la pareja que te tenga que aguantar.

-¡Oye! Bien contenta que está conmigo - dijo guiñándome el ojo.

-No lo dudo.

Entre risas y bromas similares, acabamos de cenar y abrimos la primera botella de vino, la cual duró menos de una hora.  Estábamos en el sofá con las últimas copas hablando y haciendo manitas.

-Bueno, confiésame - dijo ella dejando la copa encima de la mesa. - ¿por qué has hecho esto?

-¿No puedo hacerlo porque sí?

Silvia me miró con los ojos un poco achinados y mordiéndose el labio inferior. La miré y negué con la cabeza mientras imitaba sus movimientos y dejaba la copa encima de la mesa.

-Bueno, me has pillado - dije soltando una risita. -Tengo una noticia.

-¿Cuál?

Cerré los ojos y suspiré. Luego los abrí, sonreí y la miré. Parecía un poco nerviosa, pero a la vez estaba emocionada, o eso me parecía a mí.

-Silvia... ¿El viernes que viene tienes algo que hacer?

-No... No sé, ¿por?

-Tienes juicio. Un juicio con Andreu. Silvia, que esto se acaba, se acaba.

Silvia puso sus manos delante de su boca y de sus ojos empezaron a salir lágrimas. Yo la abracé y nos quedamos así sin decir nada, creo que no nos salían las palabras.

-¿Cómo? ¿Cómo lo sabes?

-Javier llamó - dije encogiéndome de hombros - cariño, no llores - dije limpiándole las lágrimas.

-¿Cómo no voy a llorar? Ana, que por fin voy a poder estar contigo.

-Lo sé, mi amor. No sabes lo feliz que soy - dije ahora empezando a llorar yo.

-No me digas que no llore si vas a llorar tu - dijo ella limpiándome las lágrimas.

Ignoré su comentario y la volví a coger en volandas, pero esta vez la llevé a la cama mientras la besaba tiernamente. La posicioné suavemente encima de la cama y nos dejamos llevar.

A la mañana siguiente Silvia se levantó temprano y se fue a trabajar, pero yo, por suerte, no tenía nada que hacer. Decidí no levantarme hasta las 12 o así, porque necesitaba dormir. Alguien estropeó mi plan llamando el timbre, y a desgana fui a abrir. Al abrir la puerta no me esperaba para nada quién era y al tragar saliva, me atraganté.

-¿Pa.. Papá? ¿Qué haces aquí? - dije recuperándome del ataque de tos.

-Nada... Venir a visitar a mi hija.

Flashback [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora