Capítulo 51

391 37 5
                                    

Me desperté a causa del frío. Estaba completamente destapada y la estufa estaba apagada. Cogí el móvil que tenía muy poca batería y miré la hora. Las 10 de la mañana. Apenas había dormido 4 horas. Vi que Ana temblaba así que le eché la manta que había encima de la cama por su cuerpo y fui a vestirme para encender la estufa.

Cuando ya lo había hecho volví a acostarme y me quedé mirando a Ana que dormía de cara a mi. ¿Cómo puede llegar a ser tan bonita? Estaba despeinada perdida y aún así era lo más bonito del mundo.

Con mis ojos reseguí la silueta que la sabana mostraba, y fui subiendo hasta su cuello. Allí vi un chupetón enorme que se veía desde 3 kilómetros. Mierda. ¿Por qué no tenía más cuidado? Cuando hacía el amor con Ana me volvía completamente loca, ni yo sabía lo que hacía. No quise despertarla, ya se lo diría después.

Entonces me percaté que alomejor yo también tenía alguna que otra marca, así que me levanté y fui a repasarme delante del pequeño espejo que había encima de la mesilla. Miré el cuello y estaba todo limpio. Cuando fui a repasar el escote proferí un grito ahogado de terror. No tenía uno, tenía como 3 o 4 chupetones repartidos por mis pechos. Joder con Ana, vaya fiera.

-¿Silvia? – dijo Ana con voz de dormida

-Cariño, ¿te he despertado?

-Ajá... - dijo Ana reincorporándose.

-Anita, Anita... Cualquiera diría que llevas mucho a dos velas. Mira cómo me has dejado. – le dije señalándome los pechos.

-Ostias – dijo poniéndose las manos en la boca- Mierda, lo siento.

-No pasa nada cariño. Tú tienes uno enorme en todo el cuello.

-¿Qué?- se levantó y se miró al espejo.

Se tocó el chupetón mientras abría cada vez más la boca. La verdad es que era enorme, y bien marcado.

-La madre que te parió. Ahora qué hago yo, ¿eh? Que tú los tienes en las tetas, que eso se tapa, pero el cuello no, guapa – dijo mirándome con cara de enfado.

-Lo siento cariño... No me controlo cuando te tengo cerca... – dije pasando mi brazo derecho por detrás y rodeándola.

-Ya te vale... – dijo poniendo su mano derecha en mi mejilla y acariciandola.

-¿Te compenso? –dije guiñándole el ojo.

-Eres insaciable.... – dijo riendo.

-Siempre tengo sed de ti. – dicho esto la tiré a la cama y volvimos a hacer el amor aunque las dos estábamos cansadísimas.

-Podría quedarme aquí toda la vida... – dijo Ana después del acto y mirando a la nada.

-Hombre, a mí me gustaría comer algo... ¿Vamos? – dije levantándome y quedándome de espaldas a ella.

-Un ratito más. – dijo cogiendome por detrás y repartiendo besos por mi espalda desnuda.

-Ana, me estás provocando... Luego la insaciable soy yo... – dije disfrutando de sus besos.

-Vale, ya paro. Por hoy se ha acabado la ración de sexo salvaje.

-Ala, ¿por la noche me dejarás a dos velas? – dije girándome para mirarla con fingida indignación.

-No, por supuesto. Pero hoy iremos a cenar y a tomar algo por Madrid. Estrenaremos el día siguiente, ¿te parece?

-No sé yo si vamos a aguantar... – dije echándome a reír mientras me ponía el sujetador.

-Créeme que sí – dijo Ana dándome un cachetazo.

Acabamos de vestirnos, lo recogimos todo y nos fuimos por allí a desayunar. Ana llevaba el pelo sobre su hombro para disimular el chupetón, pero cualquier movimiento que hacía se asomaba un poco.

-Como me hagas otro chupetón alguna vez te quedas una semana sin sexo.

-¡Oye! Con eso no se juega – dije abriendo la boca.

-Pues ya sabes, contrólate un poco, fiera – dijo Ana dando un sorbo a su café.

-Contigo es imposible controlarme. Estás demasiado buena para eso.

-Boba- dijo Ana soltando una carcajada.

Estuvimos hablando un buen rato. Ana me contó que Tinet le había propuesto lo de Anna ayer mismo y que quería decírmelo por si me era incómodo, pero me enteré por error, entre comillas.

-No te molesta, ¿no?

-Bueno, ayer me dio un poco de rabia... Pero después de todo lo de después, he de decir que me da igual. Es tu amiga, lo sé, no debí ponerme celosa.

-Tranquila cariño, te lo compensaré – dijo Ana guiñándome un ojo.

-Eso ya me lo suponía- dije sacándole la lengua

Nos fuimos a plató y cuando llegamos no había nadie. Nos despedimos y cada una fue a ensayar lo que le tocaba. A mí me había tocado Celia Cruz. Vale, muy bien. Estaba cagadisima de miedo porque esa señora canta muy grave y a mí me costaría Dios y ayuda cantarla. A Ana le había tocado Azúcar Moreno que cantaría con Anna. La verdad es que le hacía muchísima ilusión.

Cuando estaba fuera esperando a Ana, recibí una llamada. Miré quién era y me estremecí.

-Hola Andreu – dije con un tono suave.

-Sí, hola. Escúchame, ¿no tendrías que hacerte tú también cargo de tu hija? Ah, gracias por venir el sábado, muy amable.

-Lo siento Andreu... Tuve problemas y....

-Bueno, no me lo cuentes, no me interesa. Ven a buscar a la niña dentro de media hora, por favor, que me tengo que ir.

Después colgó. Joder, Andreu estaba cabreadisimo. Me daba hasta algo de pena porque yo quería que la separación fuera bien, es decir, algo amistoso y rápido. Pero conociendo a Andreu, cuando se cabrea, lo hace de verdad.

Cuando Ana salió le conté lo de la niña y se alegró muchísimo. Hacia un poco de tiempo que no la veía y ellas dos se llevaron la mar de bien. Fuimos al hotel a recoger las cosas y luego fuimos a mi antigua casa a recoger a Joana. Ana no bajó del coche, no le parecía apropiado. Bajé y Andreu no me miró a los ojos, solo me dio la maleta de la niña, le dio un beso a ella y se fue. Eso me dolió, no lo voy a negar.

Flashback [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora