Capítulo 50

462 35 7
                                    

Separamos nuestros labios y nos quedamos mirando la una a la otra fijamente con una sonrisa.

-Este vestido te queda brutal – dijo Ana repasándome de arriba abajo.

-Pues yo solo quiero que me lo quites – dije lanzándole una mirada pícara.

-Bueno, primero vamos a cenar, ¿no?

Ana me cogió de la mano y me llevó un poco más al fondo del puerto, de dónde venían esas luces que había visto al principio. Cuando vi el panorama creía que estaba soñando. Estábamos al final de ese pequeño pasillo de madera y había una mesa con un hule rojo y con platas tapadas encima. Había una botella de champán puesta en hielo y unas sillas también de madera. Aún así, lo bonito era lo de atrás. Había construido una arcada y en ella habían colgados muchos fanalillos de diferentes colores, cosa que daba un toque de luz muy especial.

Me fijé un poco mejor y toda la arcada estaba decorada con rosas blancas preciosas que resaltaban aun más la belleza de ese paisaje. Ana tenía agarrada mi mano y me miraba mientras yo embobada me deleitaba con la vista de ese maravilloso paisaje.

-¿Has hecho tú todo esto? – dije girándome hacia ella.

-Sí, bueno, he tenido un poco de ayuda. Ruth y Edu te han engañado un poco, la verdad – dijo Ana riendo.

-Qué cabrones – dije abrazándola de nuevo.

-Entonces, ¿te gusta? – preguntó ella muy bajito.

-Me encanta. Me encantas – dije besándola de nuevo.

Ana tiró de mí para dirigirse a la mesa. Nos sentamos y comimos lo que había en las platas, pero sin dejar de mirarnos ni de sonreírnos.

-Bueno Silvia... Yo quería compensarte por todo lo que te he hecho sufrir... Mis inseguridades, haber roto lo nuestro por miedo a lo que podría pensar la gente o qué pasaría si se enteraran... Yo nunca he querido tanto a nadie en toda mi vida, y me pierdo, no sé qué hacer porque ni yo misma entiendo cómo he podido llegar a amar a alguien por encima de mí misma. Por eso te pido perdón porque sé que no ha sido nada fácil, sé que tú lo has tenido más complicado que nadie, pero también sé que lo nuestro va a funcionar, porque sé que esto es eterno – dijo alargando su mano para coger la mía. – No quiero que nos volvamos a pelear, no quiero que haya malos rollos... No quiero que haya tristeza, solo quiero que seamos felices, pero juntas.

De mis ojos brotaban lágrimas de felicidad. No podía querer más a alguien que a la persona que estaba delante de mí. Me levanté sin decir nada y me senté en su regazo. La seguí mirando un poco más mientras acariciaba su cara suavemente con mi mano. Entonces decidí romper esa magia y crear una aún más poderosa, así que la besé. Nuestros labios encajaban a la perfección, eran como dos piezas de puzzle.

Entonces Ana se separó de mí y cogió dos copas de champán y las llenó. Me  dio una y ella cogió la otra. Luego me miró con esa sonrisa suya que curaba cualquier mal.

-Brindemos. Por nosotras.

Chocamos nuestras copas y dimos un sorbo en ellas para después apartarlas y volver a juntar nuestros labios.

-Ven, vamos - dijo Ana haciendo que me levantara de encima de su regazo.

-Por fin podré arrancarte el vestido. – dije cogiendo su mano de nuevo.

Ana se rió y siguió andando. Salimos de ese pequeño puerto y Ana se dirigió hacia su derecha. No me había fijado pero allí había montado un pequeño camino de fanalillos que nos llevaban a una pequeña cabaña.

-Espérate aquí. – dijo Ana soltando mi mano y yendo hacia la parte de atrás de la cabaña.

Pasaron cinco minutos y yo ya me estaba empezando a congelar. Entonces noté como mi móvil vibraba y vi que Ana me había mandado un mensaje para que entrara.

Cogí el pomo de la puerta y lo giré lentamente. Cuando lo abrí vi a Ana en medio de la sala. En la parte izquierda había una estufa que iba con leña que acababa de ser abierta. La verdad es que esa estufa era muy eficiente, ahí dentro se estaba estupendamente bien. En la derecha había una cama de matrimonio casi más grande que la misma cabaña.

-Ya veo cuales son tus prioridades... – dije riendo mirando hacia la cama.

-Mi prioridad eres tu– dijo ella mirándome pícaramente.

Entonces se quitó el abrigo y yo me quedé boquiabierta. Ana no llevaba nada debajo. Me acerqué a ella rápidamente y pasé mi brazo derecho por detrás de su cintura y la atraje hacia mi. Me quedé a pocos centímetros de su boca para mirarle a los ojos y luego besarla como nunca antes lo había hecho.

En poco más de dos minutos ya estábamos en igualdad de condiciones, así que empujé bruscamente a Ana en la cama, me puse encima a horcajadas y empecé a repartir besos por todo su cuerpo. Noté como Ana me pedía más, así que sin previo aviso introduje mis dedos en ella mientras no dejaba de besarla. Eso fue una sorpresa total para ella porque no se lo esperaba, cosa que hizo que de su boca saliera un grito de sorpresa mezclado con placer.

Entonces me centré solo en su boca y estuvimos besándonos hasta que entre beso y beso ella abrió su boca para darme a entender que había llegado al climax. Entonces sonreí, sonreí como una boba enamorada y me la quedé mirando mientras ella recuperaba la velocidad normal de su respiración.

-Eres fantástica – dijo Ana aún hiperventilando.

-He aprendido de la mejor – dije volviendo a besarla. Seguí besando sus labios hasta que ella de un gesto brusco como los que siempre hace consiguió quedarse encima de mi. Repartió besos por cada centímetro de mi piel, sin dejar ni uno. Entonces fue cuando se deslizó por mi barriga y acabó a la zona deseada. Repartió mil y un besos por ahí hasta que decidió subir otra vez por mi barriga y mis pechos para luego con su mano hacer que acabara de llegar al cielo.

No nos dimos cuenta cuando amaneció. Solo estábamos allí las dos haciendo una guerra de gemidos y caricias, en la cual las dos ibamos a proclamarnos vencedoras. Estábamos abrazadas mirando el techo aún con la respiración agitada después de repartirnos amor más de 5 veces.

-Ya me dirás cómo nos levantaremos mañana... Tengo agujetas por todas partes... Y ese ensayo...

-Tranquila cariño, todo está controlado. Mañana tenemos ensayos de tarde – dijo Ana levantando la vista.

-Qué haría yo sin ti... – dije sonriendo mientras le acariciaba el pelo.

-No, más bien qué haría yo sin ti... – dijo ella volviendo a levantar la vista y a mirarme.

-¿Por qué hiciste que los post-its representarán los colores del arco iris? – pregunté antes de que Ana cayera rendida.

-Vaya, pensaba que no te habías dado cuenta.

-Claro que me he dado cuenta cariño. Sé lo detallista que eres. – dije soltando una risita.

-Pues nada, ha sido una tontería. Pensé que después del sol y de la espantosa tormenta siempre hay esa recompensa de algo bonito, y ese algo bonito es el arco iris. Pensé que después de todo lo bueno y todo lo malo que habíamos pasado la semana pasada sería una buena manera de representar la vuelta a lo bueno.

-Pero el arco iris no dura siempre.

-Bueno, lo nuestro sí – dijo para después darme un beso en los labios.

Y como siempre habíamos hecho, nos quedamos las dos dormidas abrazándonos al cuerpo de la otra y siendo más felices que nunca. Nunca jamás olvidaría ese día, nunca jamás olvidaría todo lo que Ana había hecho para que todo volviera a funcionar. Nunca jamás olvidaría ese sentimiento. Estaba más enamorada que nunca.

Flashback [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora