Capítulo 5

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Empezó siendo un beso tímido, una prueba. Me separé un instante y vi que Ana tenía una leve sonrisa en la cara, y no pude evitar volver a besarla. Esta vez, el beso no fue tímido, sino que fue apasionado, muy apasionado. Ana se incorporó e hizo que fuera yo la que me tumbara, y ella la que se posicionase encima y seguimos besándonos. Las dos queríamos llegar a más, las dos necesitábamos conectar nuestros cuerpos de la mejor manera que existe, pero ninguna daba el paso así que decidí darlo yo. Alcé mi mano y acaricié la cara de Ana mientras seguíamos besándonos sin que nada nos detuviera. Cogí el tirante de su precioso mono y lo deslicé delicadamente por su hombro, hasta que resbaló y cayó a través de su brazo. Ana, sorprendida por mi gesto, dejó de besarme y me miró a los ojos. Respondí con una sonrisa, me mordí el labio y me incorporé unos centímetros para volver a juntarlos con los suyos.

A partir de ese momento, Ana cogió la confianza suficiente y se soltó. Ella misma deslizó el otro tirante y fue bajando muy despacio la parte superior de su mono. Antes de que acabara con su prenda, empezó a ocuparse de la mía, así que  hizo lo propio y desabrochó lentamente cada uno de los botones, deshaciéndose así de mi camisa. Seguíamos jugando con nuestros cuerpos, aún vestidas, cuando pensé que no podía esperar más. Me di la vuelta muy bruscamente y quedé encima de ella. Su cara desprendía deseo, a lo que yo respondí rápidamente. Me deshice de su mono en menos de un minuto, y la observé. Era perfecta. Tenía un cuerpo que ya les gustaría a las modelos de hoy en día. La volví a besar, besé esos labios tan perfectos para luego seguir bajando hasta el cuello. Y bajé más, recreándome en cada centímetro de su piel, hasta que llegué donde las dos estábamos deseando. Bajé lentamente sus bragas y las tiré, a lo que ella respondió con una risita, una risita que expresaba ese deseo contenido. Y ocurrió. Hicimos el amor como nunca antes lo habíamos hecho con nadie, disfrutando cada segundo la una de la otra, sin pensar en nada. Éramos ajenas a todo, ajenas al mundo que nos rodeaba y a cualquier problema que tuviéramos, éramos ella y yo, nadie más.

Luego, fue mi turno. Ana se puso encima de mi, y fue deshaborchándome la falda lentamente mientras me besaba. La deseaba, deseaba a Ana con todas mis fuerzas. Una vez fuera mi maldita falda, me volvió a besar. Nunca antes había besado a alguien así, con tanta pasión contenida y con tantas ganas de llegar al final. Luego, Ana hizo lo propio y se deshizo de mi ropa interior. Me miró y sonrió. Volvió a besarme y a acariciarme la cara, mientras mi deseo iba subiendo. Empezó a dirigir sus besos hacia mi cuello, y poco a poco, descendió por mi cuerpo haciendo que la pasión saliera por cada poro de mi piel. Acto seguido, fui yo la que jadeé su nombre sin parar hasta que el sol se asomó tímidamente por el horizonte. Fue entonces cuando nos separamos, exhaustas y felices y nos quedamos mirando el cielo, que empezaba a ponerse de ese color naranja característico de un amanecer.



Relatado por Ana Morgade

Tenía frío, mucho frío. Me moví un poco hacia mi derecha, y al recordar dónde estaba y qué había pasado la noche anterior, me levanté de golpe. Miré a mi alrededor, y la vi. Vi a Silvia tumbada a mi lado, aún dormida. Tenía puesta su cazadora encima de su cuerpo y yo tenía la mía. Me levanté rápidamente tapándome con mi cazadora, pero no me atreví a despertarla a ella. Estaba muy bonita cuando dormía, y no quería romper yo esa belleza. Fui a buscar mi ropa, pero mis bragas no aparecían por ningún lado. Se me escapó una risa recordando ese momento, y empecé a buscarlas. Cuando finalmente, después de 5 minutos buscando, las encontré, me vestí rápidamente y me quedé allí sentada, mirando el horizonte, pensando en la noche anterior y en todos esos sentimientos que estaban despertando dentro de mi. Mientras yo seguía absorbida por mis pensamientos, Silvia se iba despertando. Previamente le había dejado su ropa bien puesta a su lado, por eso no tardó en vestirse. Vino hacia mí en silencio, y me abrazó por detrás y depositó un beso en mi cabeza.

-Buenos días, Anita.

Giré mi cabeza para quedarnos cara a cara y le di un leve beso en los labios. Ella se sentó detrás de mí y abrió sus piernas para que yo me pusiera de espaldas entre ellas y así tumbarme encima de ella. Nos quedamos así un buen rato, ella jugando con mi pelo mientras yo acariciaba su mano libre. Estábamos en silencio, solo escuchábamos el respirar de la otra, y con ese simple detalle, ya éramos felices. La vibración de un teléfono móvil nos despertó de nuestra fantasía. Era el de Silvia, y no hacía falta preguntar quién era. Silvia lo cogió sin moverse ni un milímetro.

-¿Hola? Hola cariño. Sí, estoy bien, siento no haberte llamado. ¿Que donde he estado? Pues... Pues ayer salí con Ana y como me había dejado las llaves de casa pues me quedé en la suya, no quería despertarte, que sé que madrugas. Vale, hasta ahora.

Silvia colgó, pero no me miró a la cara. Dejó el móvil a un lado y miró al suelo mientras hacía círculos con el dedo índice.

-Ana...

-Tranquila, Silvia – le dije con todo el dolor del mundo – sé que lo que pasó ayer fue un error y no tiene que volver a pasar, lo siento, de verdad.

Levantó la cabeza de golpe y se me quedó mirando con cara atónita. Vi en sus ojos unas lágrimas que amenazaban con salir, pero se tragó el orgullo y no dejó que estas se escaparan.

-¿Eso piensas de verdad?

-Bueno...

-En una cosa tienes razón, y es que esto no puede volver a pasar, estoy casada... Pero esto nunca, escúchame, nunca lo consideraré un error, ni me arrepentiré de ello en ningún momento, y espero que tú no pienses lo contrario.

-Por supuesto que no –sonreí y le acaricié la cara.

Me dio un beso tímido en los labios y me abrazó como pudo, porque nuestra posición no era la más idónea para un abrazo. Nos levantamos y nos fuimos a buscar mi moto, y llevé a Silvia a casa. Cuando la veía subir por esas escaleras, pensé que nuestra historia había acabado. Había sido una historia muy corta, pero la más bonita que había tenido y que tendría jamás, de eso estaba segura.



Fin del flashback

Flashback [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora