Capítulo 44

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Nos despertamos y fuimos a desayunar tranquilamente, como siempre. Ruth y yo habíamos sido las primeras y poco a poco fueron llegando todos. Cuando llegó Ana me la quedé mirando y se me partió el alma en dos. Tenía unas ojeras que le ocupaban toda la cara y tenía los ojos rojos. Además venía con un jersey gordo, parecía que tenía mucho frío. Me hubiera levantado y habría ido a abrazarla, pero me contuve. Todos vieron que algo no iba bien, así que no le hablaron mucho ni tampoco a mi. Lo aprecié enormemente. Esa imagen de Ana tan débil y rota, me dolía muchísimo.

-Bueno, Silvia, Edu y yo nos vamos en un coche que ya estamos. Vosotros que aún estáis a medias acabad. Hasta ahora – dijo Ruth levantándose y cogiéndome del brazo.

Salimos por la puerta y inmediatamente Ruth y Edu me bombardearon a preguntas.

-Silvia, ¿Qué ha pasado? – dijo Edu que era ajeno a todo.

-¿Has visto cómo está Ana? Está rota.

Se lo conté a Edu por encima mientras íbamos de camino a plató. Ruth iba suspirando y Edu tenía los ojos abiertos como platos.

-Ana está fatal, tenía una carita horrible. Silvia, ella puede que no lo vea pero te necesita más que a nada.

-Y yo a ella Edu, y yo a ella. Pero es su decisión. Yo también estoy sufriendo por ello, créeme. Yo me pensaba que estábamos destinadas a estar juntas, que después de la declaración en plató todo iría como tendría que ir.

-Y yo, de verdad. Me costó asimilar que estabais juntas, pero al veros se me pasó todo. Las dos teníais ese brillo especial en los ojos que se te pone cuando tienes delante al ser al que amas.

-Vaya, el que tienes tu. Que ya me lo ha contado eh pillín, muchísimas felicidades. Cuídamela o te capo.

-Oye a mi chico tú no le cortas nada eh – dijo Ruth girándose para mirarme

-Ay claro perdón, que sino no habrá mini Edus correteando por allí – dije riendo.

Estuvimos un rato haciendo bromas de este tipo. Llegamos a plató y nos empezamos a maquillar. Me tocaba imitar a Ana Torroja. No estaba muy cómoda con el vestuario, pero el maquillaje me parecía estupendo. Cuando llegó Ana las maquilladoras le hicieron algún que otro comentario que había que dormir más, a lo que ella asintió y se limitó a sonreír. Hoy le tocaba su primer cambio de sexo y tardarían más en maquillarla que anteriormente.

La gala empezó y todo fue estupendamente. La gala fue otra vez magistral, no sólo por nuestras actuaciones sino por el show que montamos. Aún estando las dos deprimidas, esto no nos tiró atrás y dimos lo mejor de nosotras. Ganó Pablo, aunque a mí me pareció que se lo merecía más Edu.

Cuando fuimos hacia vestuario vi que Ana estaba apoyada a una pared, llorando. Iba a acercarme a ella pero alguien se me adelantó y la abrazó. Vi que era Pablo y decidí retirarme. Recordaba perfectamente la aventura que habían tenido esos dos, sabía que eran muy amigos. Pero ahora, ahora que nos habíamos separado, ¿volverían a caer? No podía evitar pensar en eso y que cada célula de mi corazón me doliera. Fui al vestuario y me cambié en silencio.

-Silvia, ¿quieres venir hoy a dormir conmigo otra vez? – preguntó Ruth viéndome un poco apagada

-Sí, por favor –dije con cara de agradecimiento.

-Trato hecho – dijo guiñándome un ojo. Se fue a girar para otro lado pero la agarré y la abracé bien fuerte. Apreté los ojos con fuerza y de ellos salieron un par de lagrimas que conseguí disimular.

-Gracias por todo, Ruth. Eres una gran amiga- dije conteniendo otro par de lagrimas

-No vuelvas a dame las gracias – dijo Ruth acercándose y dándome un beso en la mejilla – para eso estamos las amigas.

Nos fuimos al hotel y me separé de Ana solo al llegar. No quería ver como Pablo y ella estaban tan juntos, tan cómplices. No podía y no quería. Me fui a la habitación y me puse dentro de la cama. Empecé a llorar sin control. Ruth se había quedado abajo un rato con los chicos, así que yo estaba más tranquila.




Relatado por Ana Morgade

Me despedí nada más llegar al hotel. No tenía ganas de beber ni de reír. Solo tenía ganas de llorar, como la noche anterior. Echaba tanto de menos a Silvia, su contacto, su aroma... Todo. Pero lo que más echaba en falta era su risa. Esa risa por la mañana cuando me despertaba con besos o esa risa que le salía cuando hacíamos el amor. Eso echaba de menos. Veía tan improbable que volviera a pasar todo aquello... Y después venía la peor parte. Las dos volvíamos a Madrid, a nuestra casa. Suerte que no me había vendido mi antiguo apartamento, sino que se lo había alquilado a unas amigas. Decidí mandarles un mensaje para decirles que venía a pasar un par de días, ya me contestarían en otro momento.

Cuando estaba ya metida en la cama, oí como alguien picaba la puerta. Me levanté perezosa y abrí.

-Hola Pablo, ¿qué quieres? – dije sin abrir la puerta del todo.

-Ver cómo estás mujer, que te has ido sin decir casi nada. Ana, estoy preocupado por ti.

-Pasa, anda – dije sonriendo y apartándome de la puerta.

Entró y cerró la puerta sin hacer mucho ruido. Yo me metí en la cama y él se sentó al borde de ella acariciándome la pierna.

-Ana, tranquila, todo saldrá bien al fin y al cabo.

-No Pablo, no pasará. La he cagado pero bien- dije aguantando esas lágrimas que volvían a amenazar con salir. – Silvia ni me mira, ni mucho menos tocarme. Se acabará olvidando de mí.

-Ven, dame las manos – dijo él alargando sus brazos hacia mi.

Me reincorporé y le di mis manos. Las entrelazó y seguidamente me miró fijamente a los ojos. Ese chico tenía una mirada tan penetrante, me daba hasta escalofríos.

-Ana, todo pasa por una razón. Debes seguir adelante, y lo que tenga que pasar, pasará. No puedes darte por vencida así como así, debes intentarlo.

Yo me quedé sin palabras y él, al verme así tan indefensa, se acercó a besarme. Fue un beso lento, tímido, pero poco a poco fue yendo a más. Cuando me quise dar cuenta Pablo se estaba acercando cada vez más a mí, y yo le seguía ese beso. Pablo se posicionó encima de mí y siguió besándome. Lo peor de todo es que yo no me negaba.

Flashback [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora