Capítulo 18

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Relatado por Ana Morgade

Nos fuimos al hotel y cenamos allí, como las veces anteriores. Estábamos hablando de todo un poco cuando empezó un momento muy incomodo.

-Silvia, ¿se puede saber dónde dormiste ayer? Es que vine a buscar a tu habitación mis medias cuando volvimos y vi que tu puerta estaba abierta pero tú no estabas. – preguntó Vicky.

Yo y Silvia nos miramos y nos sonrojamos a la vez,recordando donde estábamos las dos en ese mismo instante, y queriendo repetir cuanto antes mejor.

-Silvia durmió con Ana – dijo Ruth tragando lo que tenía en la boca – esta mañana he ido a su habitación y estaban juntas.

-¿Cómo? ¿Qué os traéis entre manos? – dijo Vicky mirándonos a las dos.

-Nada – dije yo. – somos compañeras y hacía mucho que no nos veíamos y queríamos ponernos al día.

-Ya, bueno. En los primeros programas estuvisteis muy secas la una con la otra, ¿qué cambió? - preguntó el Sevilla mirándonos con una sonrisita.

-Oye, atajo de marujas, dejadnos en paz. Somos amigas desde hace mucho tiempo y queríamos dormir juntas, ¿qué hay de malo en eso? –dije abrazándome a Silvia. La verdad es que a habíamos salido del paso bien, pero me preguntaba qué dirían nuestros compañeros si algún día se enteraran de lo mío con Silvia.

-No nada – dijo Vicky – hacemos hoy fiesta de pijamas las chicas ¿qué os parece? – dijo mirándonos a Las tres Marías. - que cada una va a su rollo y pasar una noche juntas será divertido, vaaaa - dijo Vicky suplicando. La verdad es que ninguna queríamos. Ruth miró a Edu de reojo y este a ella también, indicándole que no pasaba nada y que hablarían en otro momento. Yo le di un codazo a Silvia y ella suspiró.

-Claro, por qué no.

Fuimos a tomar unas copas a otro bar cerca del hotel. Esa noche bebí más que la anterior y como apenas había comido, me subió más de la cuenta. En un momento de la noche cuando todos estaban sentados y hablando y yo no estaba metida en la conversación, me fui al baño. Tuve que hacer equilibrios para poder levantarme el vestido sin caerme. Cuando fui a salir, alguien me empujó dentro asustándome de una manera mortal. Cuando me quise dar cuenta tenía a Silvia besándome la boca mientras me intentaba levantar patosamente el vestido, ya que ella también había bebido bastante.

-Ana, tengo muchas ganas de ti – dijo Silvia manoseándome y dándome besos por el cuello

-Silvia, aquí no que hay mucha gente... – dije yo cogiéndola de los hombros e intentando apartarla de mi. –Silvia...

-Esta noche no voy a poder estar contigo ni hacerte el amor, y no nos vamos a ver en toda la semana. – dijo ella separándose de mi cuello

Ante esa afirmación no pude evitar sonreír, cogerle la cara con mis manos y darle un beso en los labios, dándole mi permiso para seguir. Echamos "uno rapidito" como se suele decir en el baño y cuando íbamos a salir me paré un momento para mirarme en el espejo y me quedé de piedra

-¿¡Silvia!? ¿Pero qué has hecho? – dije señalándome el cuello. Tenía un chupetón de la medida de una nuez en todo el cuello. Me quería morir. –Silvia, joder, ahora qué hago.

-Mierda Ana, lo siento. Mierda esto me pasa por beber tanto.

Me puse muy nerviosa. Como traía un poco de maquillaje y colorete en el bolso me retoqué un poco el cuello. Silvia se había ido con los otros para no levantar sospechas. Esta mujer tiene la virtud de hacer conmigo lo que le da la gana, y encima yo me dejo. Me tiene tonta perdida. Conseguí disimularlo muy poco, pero algo es algo. Me puse el pelo por delante para que tapara y salí muy lentamente para que ese mechón no se moviera por el aire o cualquier cosa.

Por suerte para todos, Vicky se encontró indispuesta y dijo que prefería hacer la fiesta de pijamas otra semana, que lo sentía. Había bebido poco pero como no estaba acostumbrada le subió más de la cuenta y se encontró fatal.

Llegamos al hotel y me fui directa a mi habitación. Estaba cansada y decidí meterme en la cama en ropa interior. Total, hacia un calor que mataba. Cogí el móvil y envié un mensaje al grupo que teníamos Ruth, Silvia y yo, diciéndole que mañana se pasara por mi habitación y nos lo contara todo. Cuando mandé el mensaje y bloqueé el teléfono, llamaron a mi puerta. Como me daba palo levantarme, dije que estaba abierta y que podía pasar.

-Bueno Anita, ronda dos – dijo Silvia acercándose a mi haciendo de gata sexy. Llegó y me empezó a besar el cuello – anda, ya me has dejado media tarea hecha, no te voy a tener que desnudar.

Me reí mientras ella seguía jugando conmigo. Yo le acariciaba la espalda con mi mano derecha y con la otra le cogía la cara mientras nos besábamos en los labios.

-Silvia, ahora no. Estás castigada – dije yo separándome de ella y echándola a un lado.

-¿Por qué? – dijo Silvia haciendo puchero

Me señalé el cuello y puse cara de enfado. Silvia se resignó y suspiró. Se puso dentro de la cama y se abrazó a mi.

-Bueno, veo que te quedas aquí – dije yo pasando mi brazo por encima de su hombro y acomodándome bien

-Es donde y como quiero estar todos los días de mi vida- dijo Silvia antes de bostezar y caer rendida.

Esa frase me había tocado en lo más hondo de mi corazón. Silvia no era consciente de lo que significaban para mí esas palabras. Estuve mucho rato mirándola como dormía abrazada a mi, y mis lagrimas salieron silenciosas. Nunca podría haberme imaginado ser tan feliz con alguien en mi vida, y ahora lo tenía, aunque no del todo, por el momento. Silvia seguía con su marido y tenía una familia.

Flashback [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora