Capítulo 9

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Edu se quedó mirándome con cara seria, y luego se volvió a acostar y se quedó, pensativo, mirando a la nada. Estuvimos en silencio durante unos minutos, un silencio que me apuñalaba por dentro.

-¿Ana, tú alguna vez me quisiste?

Me sorprendí ante esa pregunta. No lo sabía, ¿le había querido? Como amigo por supuesto, eso no se duda, pero de la otra manera no lo sabía. Empecé a salir con él poco después de acabar el programa con Silvia, poco después de ese primer beso. ¿por qué lo elegí a él? ¿para olvidarme de Silvia? No lo sé. Estaba hecha un lío, no tenía nada claro en ese momento. Me había sumergido tanto en mis pensamientos que no contesté la pregunta que me había hecho Edu. Cuando me di cuenta e iba a hablar, él se adelantó.

-Bueno, quién calla, otorga –dijo Edu levantándose de la cama y vistiéndose rápidamente y con movimientos torpes.

-No Edu, espera. Claro que te he querido, ya lo sabes, pero no sé si de la misma manera que tú a mí.

Edu dejó la tarea de vestirse y se quedó quieto, mirando al suelo sin mover un músculo. Me sentía fatal conmigo misma, había jugado con él de una manera muy ruin y había conseguido perderlo como amigo. Me vestí yo también y me puse delante de él, que aún seguía quieto y en la misma posición.

-Edu, de verdad, yo te quiero, te quise y te querré, pero...

-Está la otra persona, lo sé

Me puse muy colorada. Sabía que Edu no tenía ni idea de la historia con Silvia, porque nadie tenía ni idea. Pero gracias a esa afirmación de Edu, me di cuenta. No pude querer a Edu de la manera que se merecería porque ya quería a otra persona de esa manera. A Silvia. Quería a Silvia. ¿qué digo quererla? La amaba. Amaba cada virtud, y amaba aún más sus defectos. Amaba su personalidad, su cuerpo, su manera de mirarme, todo. Todo en conjunto me parecía perfecto, ella era el ingrediente final para completar mi felicidad.

-Lo siento Edu, no me he dado cuenta de lo que sentía hasta ahora. Siento haber jugado contigo este tiempo, y siento si te he hecho sentir mal. Yo te quiero, ya lo sabes, pero no de la manera que tú querrías.

-Lo sé Ana, no te preocupes.

Lo abracé. Me sentía la peor persona del mundo en esos momentos. Tenía entre mis brazos a un hombre que me quería, y yo no podía pensar en otra persona que no fuera ella. No quería perder a Edu como amigo, pero sé que las cosas no van a ser lo que eran, jamás.

-¿Me puedes decir al menos quién es? –dijo separándose de mí para hacerme la pregunta del millón.

-Edu, no...

-Por favor

Suspiré. Me levanté y me senté a su lado sin levantar la vista del suelo. No sabía si contárselo o no. Edu conocía muy bien a Silvia, y aún mejor a Andreu. ¿Y si por rencor o furia se lo contaba todo? Haría daño a Silvia, y no podía permitir eso.

-Edu, de verdad que no puedo contártelo, lo siento

-¿Lo conozco?

-Sí –dije soltándolo como si fuera un suspiro

-Ana, puedes decírmelo, no voy a decírselo a nadie

-S....Silvia – dije desprendiéndome de esa carga. La verdad es que  sentaba bien decirlo y admitirlo en voz alta. Aún no me creía todo lo que estaba pasándome por la cabeza, como podía querer tanto a alguien de esa manera.

-¿Qué le pasa a Silvia? – dijo él mirándome con cara de perplejidad

-Que es Silvia.

Edu se quedó callado. Su mirada no paraba de hacerme preguntas, y de juzgarme, que eso es lo que más me dolía. Su boca estaba ligeramente abierta por la sorpresa que acababa de escuchar.

-Vaya, eso sí que es una sorpresa.

No dije nada. La había cagado, cómo se me había ocurrido soltarle eso sin más, con todo lo que conlleva. Seguía mirándome las manos y jugando con mis dedos sin decir una palabra, y estaba a punto de echarme a llorar hasta deshidratarme.

-Ve a por ella, Ana

No pude evitar mirarle la cara en ese momento. Su cara era sería, tenía los ojos clavados en el horizonte y apenas se movía, solo respiraba.

¿Q...Qué?

-Que vayas a por ella, que no dejes que se escape.

-Edu, Silvia está casada.

-Lo sé, con nuestro antiguo jefe y mi amigo. Pero si tú la quieres, adelante. Dime, ¿qué es la vida sin un riesgo?

Lo abracé. Esas palabras me llegaron al alma, necesitaba que alguien me dijera eso, y Edu había sido esa persona. Seguía sintiéndome tan mal por él que no pude aguantar las lágrimas y pedirle perdón miles de veces. Cuando salí de su casa, lo veía diferente. Estaba más tranquilo, más dispuesto a pasar página. Supongo que esa charla nos había ido bien a los dos.

Iba de camino a casa de Silvia para gritarle a los cuatro vientos que la amaba, que no podía vivir sin ella cuando mi móvil vibró. Pensé en ignorarlo, pero hice bien en mirar a ver quién me había escrito. Cuando vi el nombre de Silvia me dio un vuelco el corazón y se me puso la sonrisa de tonta en la cara, que poco después se borró y la sustituyeron mis lagrimas.

Silvia: Ana, lo siento. Siento haber jugado contigo así. Me importas mucho pero estoy casada y amo a mi marido. Tenemos una hija en común y no puedo hacerle esto, por mucho que tú me gustes. Es mi deber hacer las cosas bien, y sé que contigo no lo he hecho. Gracias por todos los momentos Ana, pero no puede volver a pasar, y esta vez es de verdad. Lo siento.

Di media vuelta. No pensé en nada, solo en el ridículo que había hecho las pasadas 24horas y lo ilusa que había sido al creer que Silvia dejaría a su marido por mi.

Flashback [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora