Nick Jackson en galería.
Por alguna razón que no lograba comprender a mis cortos diecisiete años, de una forma u otra, terminaba metida en situaciones difíciles de llevar, la mayor parte del tiempo, ligada a desastres amorosos o sentimentales. Nick estaba bastante caótico, pero, aunque no quería admitirlo al momento, si ellos no hubieran llegado, yo, probablemente, no lo habría detenido. ¿Por qué podía decirle que no a uno y al otro no?
Deseaba verdaderamente la respuesta.
Él y yo nos separamos en fracción de segundos, intentando creer que nadie nos había visto, con la suficiente fuerza como para que se volviera real, a nuestra desgracia, eso no sucedía, por más que lo pidiéramos en silencio. Las miradas se cruzaron, mis ojos pasaban de Nick, a Malkon, y de él, a Zack, hasta el resto de los chicos, repitiendo en mismo ciclo una y otra vez.
—¡Hermanito! ¡Hasta que llegas! —caminé hacia él con rapidez, desbordando ternura con mi sonrisa—. Te extrañé, ¿lo sabes?
—No me cambies el tema —replicó, entre dientes—. ¡Dos horas sola, solo dos horas! ¿Por qué me haces esto, Jess?
—Estás dramatizando, hermano. Aquí no está pasando nada.
Sus brazos se abrieron hacia mí, en un tono ligeramente ofendido.
—¡Demonios, Nick, voy a matarte! —se dispuso a avanzar hacia él, pero me interpuse.
—Malkon, es hora de que respires —posé mis manos sobre su pecho, queriendo calmarlo—. Vamos arriba y hablemos, como personas normales y civilizadas.
A todas esas, el tan borracho causante de la situación, no hacía más que permanecer sentado en el sillón, con su vista en nosotros, como si estuviera presenciando una escena cualquiera de televisión que no lo involucrara en lo absoluto. Él, ante todo, se creía un espectador más dentro de nuestro tonto e incómodo drama familiar, sin embargo, debía agradecerle por permanecer callado y no meter sus manos ahí, a diferencia del resto de nuestros visualizadores, quienes no paraban de reír en silencio, admirando la situación de la forma más tranquila y divertida que puede haber.
Malkon me observó con cuidado, accediendo a ir conmigo al segundo piso, dando zancadas y con un fuerte ánimo de enviarme en un vuelo de vuelta a Europa. Nos detuvimos en el pasillo, cerca de mi habitación, mientras él optaba por hacer volver su fase de hermano sobreprotector.
—Les dije que no se acercaran a ti —quería echar humo por las orejas.
—Está borracho, Malkon, no puede ni permanecer de pie —lo excusé—, y te los dije, puedo defenderme yo sola.
—¡Necesita una lección!
—¡Es tu mejor amigo! ¿Qué harás? ¿Golpearlo? —rodé los ojos—. Vamos, Malkon, creo que está lo suficientemente mal como para recibir reclamos que mañana olvidará.
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Jessica Haynes: Los Desastre De Una Adolescente. (Corrigiendo)
Teen Fiction¿Qué crees que pasa cuando cometes un pequeño error en tu instituto y te expulsan? No suena nada bien, ¿verdad? Te aseguro que es mucho peor de lo que suena. Mucho más cuando debes cambiarte de ciudad y vivir con tu hermano. Y sus amigos. Soy Jessic...