46 .- Zack Wilson.

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Tenía que aceptar que vestir y actuar de forma sofisticada nunca había sido lo mío, mucho menos eso de ir como pareja de alguien y conocer a su familia

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Tenía que aceptar que vestir y actuar de forma sofisticada nunca había sido lo mío, mucho menos eso de ir como pareja de alguien y conocer a su familia. Mi suerte con los chicos a largo plazo siempre fue algo limitada, hasta que llegó Will, pero con él había sido un tema tan difícil que logró convertirse en nulo para mí, y, buscando al más reciente, Nick supo arruinar las cosas tantas veces que ni supe en el momento en el que conocí a sus padres, pero seguro que fue en una de esas cenas organizadas por los padres de los chicos. Nada propuesto para que nos conociéramos más que la simple casualidad.

Zack había puntualizado que las otras dos invitaciones se las daría a Noah y a mí hermano, pero que no sabía cómo decirlo. Es que, en el instante que acepté, pensé en miles de problemas que ocurrirían, y sobre todo: ¿cómo demonios nos iríamos con todo lo que estaba pasando?

Así que, como claramente el castaño no faltaría a la boda de su preciada tía y yo no podía negarme luego de aceptar. Decidí tomar las riendas de todo los asuntos legales junto a papá, tratando de dejar todo lo mejor que pude. Pudimos avanzar todo y cerramos con una fecha para ir al juzgado, claramente todos los involucrados tenían que declarar; incluyendo a Zack y a mí, junto a un par de policías. La fecha fue puesta para dentro de un mes, mientras la señora Jackson mejoraba y todo el papeleo se organizaba. Luego de todo, aunque todo había mejorado, Noah no dudó en su decisión: quedarse con su madre, y no pretendía hacer que cambiase de opinión, ella deseaba pasar el mayor tiempo con su madre luego de casi perderla y cómo no, cualquiera lo haría.

Malkon no esperó más de una hora para hacernos saber que se quedaría para hacerle compañía a su amada novia. Me sentí mal por haber aceptado con tantas cosas, pero intenté reponerlo avanzando tanto con los temas judiciales. De un momento a otro, los dos pases faltantes se habían quedado sin dueños; todos tenían planes y ocupaciones.

Y allí estaba yo, luego de dos días de haber aceptado, sentada en una mesa dentro del comedor del aeropuerto, en espera de Zack y mi hamburguesa, sola y sin ningún conocido para salvar nuestra estadía.

Con él y yo solos, no me apetecía saber cómo acabaría...

—¿Dijiste Coca-Cola o sprite? —cuestionó el castaño, colocando una bandeja en la mesa.

—No lo dije —recordé.

—Traje sprite —informó, extendiendo el vaso—. Una vez dijiste que por alguna razón el sabor de la Coca-Cola te da acidez, ¿o era al revés?

Él sabía la respuesta, sabía que estaba en lo correcto por la forma en la que me observaba con una sonrisa gloriosa. Zack Wilson era bueno para recordar esos pequeños detalles y le encantaba usarlo en mi contra, algún tipo de jugada para que mi mente me dijera una y otra vez: «oh, demonios, recuerda lo que le dije. Es un sueño», e imaginara nuestra vida viviendo en una enorme casa en las montañas, con dos hijos, tres cachorros y un pequeño parque de juegos casero en el jardín. Sí, pues, eso no sucedería, no en mi cabeza y él lo tenía claro, entonces, ¿por qué seguía haciéndolo? Quizá porque quería sacar lo mejor de mi lado amoroso en ese momento, luego de toda la charla sobre una segunda oportunidad que debía ganarse.

Jessica Haynes: Los Desastre De Una Adolescente. (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora