28.- Malas amistades.

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•Grace en galería.•

Jess

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Jess

Fines de semana; viernes, sábado y domingo. Días de descanso, satisfacción y tiempo libre -o al menos para la mayoría-. Aún así creo que está demás describir lo que la oración significa, porque, ya para esa etapa de mi vida tenía más que claro el número exacto de la población con conocimiento de ello.

Pero saltándose la parte explicativa, siempre es mejor ir a los ejemplos para poder entender el cierre de todo. En ese caso, sólo había un ejemplo de lo mal que podía sonar esa oración tan conocida; un fin de semana internada en un hospital.

Para peor complemento: aún no tenía explicación sobre mí incidente. Solo una cosa estaba clara, tan accidente no fue.

Lo único que me mantenía viva, si así se podía describir mi estado, era el enorme televisor con canales ilimitados y la buena atención que ahí tenía; y no, no hablo de los doctores o enfermeras. Debía aceptar que mi padre se había lucido con los gastos, pero el tiempo para agradecerle se agotaba con incluso más rapidez de la que tenía Nick para arruinar todo.

Aquel día en el que Zack había llegado de visita estuvo lleno de rarezas

No tenía palabras para describir todo sin pasar las veinticuatro horas.

Su compañía había alegrado mi día, mucho más haber soltado todo aquello que tenía contenido. Todo se desató de la nada, solo quería verlo, y, cuando lo tuve al frente, solo quería decirle lo mal que me sentía y lo maravilloso que me hacía cambiar al verlo, solo que no pude decir esa última parte.

¡Y estábamos tan cerca, nuestras narices se rozaban! Sin embargo, justo cuando mi corazón latía por mil y creí tener mi deseo cumplido, ¡boom! Golpe de realidad: se alejó y me abrazó.

Y ahí estaba, intentando asimilar la situación, pero lo más difícil, saber qué significaba dicho gesto. A esa fecha, mientras corrían las horas seguía sin saber si me había mandado directo a la friendzone o simplemente quiso ser cauteloso y dejar los besos para una mejor ocasión.

Solo rezaba para que fuera la segunda opción.

Pero si algo tenía claro, era que esa cercanía y cada palabra dicha por el castaño removió mucho en mí, incluso eso que no debería.

El sonido de tres golpes desde la puerta me hizo aterrizar a tierra de forma drástica, causando susto en mí.

-Adelante -hablé, luego de calmar mi asustado corazón.

La puerta se abrió en dos segundos, dejando entrar a una chica de, aproximadamente, mi edad. Castaña, ojos azules y cuerpo cual modelo.

-¡Hey! Tú debes ser Jessica -pronunció con emoción-. Mi nombre es Grace, y seré tu enfermera personal de ahora en adelante.

Jessica Haynes: Los Desastre De Una Adolescente. (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora