23.- Misteriosos accidentes.

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•Marion Vidal en galería•

Marion.

—Solo míralos, ¡nunca podré estar con él —alegó entre sollozos mi amiga.

—¿Puedes dejar de ser tan dramática? —exclamó con exasperación Maquensy—. Si lo hubieras enamorado antes del viaje, tal y como Marion te dijo, la situación fuera distinta.

—¿Quién eres tú para regañarme? ¡Ni mi madre lo hace! —reprochó—. Además, mírala, ella lo intentó y tampoco le salió. Se lo ganaron.

Mi mirada se fue hacia Kelia, escuchando atenta sus próximas palabras.

—Es que mira a Jessica —suspiró—. Es tan linda... Y se ve que Nick realmente la quiere. Hacen una linda pareja.

No daba crédito a lo que escuchaba, ¡hasta mi propia amiga, era el colmo! Dejé salir un grito ahogado, puesto a mi frustración, dejé que mi puño aterrizara con fuerza en la mesa, golpeándola.

—¡Ya bastan! ¡Cierre la boca de una buena vez, por Dios! ¡Cómprate un cerebro, Keila! —estallé, para luego respirar en busca de calma y mucha paciencia—. En primer lugar, Maq tiene razón, debiste haberme hecho caso, y segundo, a mí nadie me ha ganado a Nick, ¿entendido?

La pelinegra dejó salir una carcajada.

—De hecho, sí lo hicieron, y dos veces —soltó con burla.

Le mostré mi mirada fulminante, pidiéndole que no me provocara.

—Lo siento, Marion. Te quiero, cariño, pero es la verdad.

—No por mucho —hablé con decisión—. Lo recuperaré, y ustedes me ayudarán.

Nick.

—Malkon, te quiero, hermano, pero si le haces algo a Noah, no tendré compasión —advertí, entrando a nuestra clase.

—Nunca le haría daño, lo sabes —señaló—. La advertencia debería ser para ti, porque veo que te encanta pelear con mi hermana.

—Lo de Jess y yo es otro cuento —desvié el tema.

—Alerta idiota —Malkon se aclara la garganta, informando la llegada de Will.

Su simple presencia molestaba hasta a las mariposas, el solo hecho de pensar que él y yo podíamos respirar el mismo aire me molestaba. Sin embargo, lo que me molestaba mucho más era el parecido que habíamos adquirido en menos de cinco días.

Yo, al igual que él, habíamos dañado a una chica tan increíble como lo era Jessica Haynes, claro que de formas distintas, pero al final, no solo importa lo que hagas, también el impacto que esto tenga. Y si hablamos de lastimar, todos lo hacemos de formas distintas; sin querer, con remordimiento, apropósito. Pero, sea cual sea la intención, si haces daño, lo haces, no hay menos condena por la forma en la que lo hagas, tiene el mismo resultado; heridas en el corazón.

Estaba muy arrepentido, de solo pensar en el daño que había causado mi inseguridad y mis miedos, me llenaba de rabia.

—Alerta idiota —hace su voz más aguda.

—Apropósito, lindos lentes —le di una palmada en el hombro—. Te hacen lucir más sexy de lo habitual.

Malkon y yo estallamos en carcajadas, tomando asiento en nuestros puestos correspondientes.

—No necesito lentes para lucir sexy —afirmó, sentándose—. Me deben una, ¿saben cuánto me costaron?

—Ya cállate, niñita —se quejó el mayor de los Haynes—. Oye, ¿irás a la fiesta?

Jessica Haynes: Los Desastre De Una Adolescente. (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora