Jess.
Acababa de levantarme cuando se me ocurrió ver por la ventana y así, dejar que el sol tocará mis ojos. Siete días después de los sucesos desafortunados, envié a mi hermano para que avisara al colegio que faltaría por una semana, con la excusa de un reposo por mi caída. Si algo no quería, era ir y enfrentarme con toda la realidad de nuevo.
Quería ficción, estar aislada por un tiempo más, mientras pensaba las cosas, eso necesitaba.
Pero para mi desperfecto plan, era semana de exámenes y no podía simplemente perderlos, afectaría mis notas, así que debía hacer un trabajo con la única persona en todo el colegio que parecía tener el mismo problema que yo: Maquensy Leon. Nada lindo.
Durante esos siete días había ignorado a todos, a excepción de Malkon. Cómo había dicho, no pensaba dejar de hablarle, era mi hermano, familia, luego de tanto tiempo separados me había aferrado más a él, pero tampoco pretendía ser la misma chica llena de bromas, él, al igual que todos, habían traicionado mi confianza. Solo existía una persona, la cual había intentado decirme sobre lo que pasaba a mi al rededor, pero no lo hizo, y eso lo hace igual a los demás.
Deseaba con fuerzas tomar mi maleta y viajar a cualquier lugar del mundo, cual Gossip Girl, pero, por mala suerte mi vida no era una serie de televisión. Solo seguiría con mi vida, cosas peores me habían pasado como para destruirme por un estúpido chico con una sola neurona, la cual usaba para pensar en el sexo.
Bajé las escaleras con rapidez, viendo la tardía hora a la que iba. Tomé mi abrigo con agilidad, podía olvidar cualquier cosa, menos el abrigo.
—¿A dónde vas? —una voz chillona me detuvo.
Giré sobre mis talones para mirar a la chica rubia parada frente a mí.
—Saldré —contesté tajante.
—Eso está más que claro —rodó los ojos—. Pero, ¿a dónde?
Solté un suspiro lleno de molestia ante su interrogatorio, cosa que ella notó de forma inmediata.
—Solo quiero saber qué estarás bien, Jessica.
—No te importa, Noah, no finjas interés porque sé que no te importo lo más mínimo —di la vuelta y me retiré, dejando a una Noah muy herida por mis palabras.
Conduje por casi media hora. No tenía idea de dónde carajos vivía Maquensy. Le pregunté a casi venite personas, sin exagerar, hasta que al fin alguien supo darme la dirección correcta.
Y ahí estaba, haciendo un tonto trabajo con la chica que menos creí. Esa que juzgué duramente más de una vez.
—Bueno, investiga solo lo que te acabo de dictar. Lo demás lo haré yo. Este trabajo es largo y tú decides si vuelves a venir en caso de que no terminemos —ordenó.
Trabajar con Maquensy no era como pensaba. Ella no era tan hueca como sus amigas, tenía corazón y talento, mucho, a decir verdad.
—Puedo venir, si no te molesta —aclaré.
—No me molesta, eres agradable —dijo con amabilidad.
Dudé por un segundo si realmente eran sinceras sus palabras. Podía excusarme por no confiar ni en mi sombra, estaba claro que los acontecimientos de la noche pasada no ayudaban nada al propósito. Una sonrisa ladina sale de mí como agradecimiento hacia sus palabras.
Mi celular comenzó a sonar, revelando el nombre de la persona más despreciable para mí en ese instante. Nick, como todos los ex que había tenido, creía fielmente que si depositaba miles de llamadas en mi teléfono podría lograr hablar conmigo. Hay una diferencia entre interés en arreglar algo y miedo a perder a una persona, por costumbre, por amor, por lo que fuera.
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Jessica Haynes: Los Desastre De Una Adolescente. (Corrigiendo)
Novela Juvenil¿Qué crees que pasa cuando cometes un pequeño error en tu instituto y te expulsan? No suena nada bien, ¿verdad? Te aseguro que es mucho peor de lo que suena. Mucho más cuando debes cambiarte de ciudad y vivir con tu hermano. Y sus amigos. Soy Jessic...