Owen en galería.
Haber visto a Owen me había devuelto la sonrisa al rostro. Ese clima familiar y cálido de mi anterior vida conseguía sacar lo mejor de mí, porque, por más de desviada y movida que hubiera sido, la añoraba, al menos algunas partes de ella. Llegué a casa en puntillas, por así decirlo, en calma y con la intención de no llamar la atención.
Me decido a entrar girando el picaporte de la puerta. Como mi intuición me había señalado, estaban en el comedor, intenté pasar sin que nadie lo notara y conseguí llegar a las escaleras, pero me detuve en seco.
¿Quería seguir absuelta de todo sólo por un chico como él?
Podía hacerlo. Seguir mi camino y aferrarme a ese sentimiento de engaño, o podía darle frente a la vida y dejarme de niñerias, como lo era estar dentro de una habitación toda una semana, lo cual había hecho hasta ese momento. No dejaría de sentirme traicionada, quizá seguiría enojada, pero por lo menos tendría una rica cena en mi estómago.
Y la comida siempre iba primero. Di media vuelta y entré al comedor.
—Buenas noches —saludé, sólo por gentileza.
Tomé una silla y me senté a comer.
Sus respuestas fueron inmediatas, pero su impresión perduró más de lo esperado. Parecían niños luego de ver su primera clase de sexología; preguntándose una y otra vez, «¿eso es posible?».
—¿Cómo vas? —preguntó Malkon, rompiendo el silencio.
Me límite a sonreír y soltar un corto bien.
—Hay... Algo de puré que sobró del almuerzo. Sírvete, si quieres —tragó saliva.
La tensión que había en la mesa era mucha, a pesar de que Nick no estaba, y estaba segura de que eso alimentaba más el incómodo momento.
Al terminar de comer, opté por recoger la mesa, tomé los platos sucios y me dirigí a la cocina. Unos pasos me siguieron hasta allí.
—¿Podemos hablar? —la voz de Noah se plantó tras de mí.
Coloqué los platos sobre la mesa y di un pequeño giro.
—No —me mostré neutra, en busca de la salida.
Sin embargo, la hermana de Nick no se rendiría con facilidad, de eso estaba más que segura.
—Jess, por favor...
—No, ¿bien? No quiero hablar contigo, por lo menos no ahora.
—¡Vamos, Jessica! ¡No tengo la culpa de todo esto!
—¿Entonces de quién es? ¿Mía?
—Yo no dije eso. Pero tampoco puedes culparme por algo que no tiene que ver conmigo. ¡No puedes culparnos por querer protegerte!
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Jessica Haynes: Los Desastre De Una Adolescente. (Corrigiendo)
Novela Juvenil¿Qué crees que pasa cuando cometes un pequeño error en tu instituto y te expulsan? No suena nada bien, ¿verdad? Te aseguro que es mucho peor de lo que suena. Mucho más cuando debes cambiarte de ciudad y vivir con tu hermano. Y sus amigos. Soy Jessic...