Jess.
Recordaba, en silencio, los viejos momentos dentro de esa casa, mientras reía en la mesa de la cocina, rodeada de todos ellos, viendo cómo Malkon y Noah discutían por quién de los dos estaba haciendo la receta incorrecta, escuchando a Luke sentado sobre la barra, contando historias sobre la vez que lo bañaron de ungüento de menta en la iniciación de su fraternidad, mientras que Ryan desmentía cada una de sus palabras. Tanto Brent como Devon compartían carcajadas desde el otro lado de la sala, con las chicas de pie, tomando una taza de chocolate caliente y Adam me abrazaba en su puesto; todos envueltos en nuestros pijamas, con los ojos hinchados por haber dormido tan poco, con el frío carcomiendo nuestros huesos y las gotas de lluvia cayendo por la gran ventana que dejaba al descubierto el opaco sol.
Un pie en la realidad, y otro en nuestra fantasía de vivir felices, a pesar de las circunstancias que nos amarraban.
A pesar de saber que la madre Jackson seguía sufriendo serios ataques gracias al trauma que sufrió, Nick miraba a Marion como si sus ojos tuvieran magnetismo y Noah sonreía al ver cómo mi hermano terminaba por perder sus debates. Aunque Devon y Madison habían perdido a sus padres hacía tres años, en épocas como esas, ambos no paraban de mostrar sus fotos familiares, como si recordarlos no doliera en lo absoluto, muy a pesar, de que Brent estuvo por dejar escapar a Maquensy, ambos irradiaban felicidad sin siquiera tocarse. Sabiendo, perfectamente, que Ryan y Abby ya no estaban juntos, eso no le impedía a ella ir tras él, para apoyarlo, luego de enterarse que su padre había sido diagnosticado con cáncer terminal, tal y como las hermanas Morgan lo hacían, a pesar de todos los distanciamientos que tuvieron entre ellas. Ellos estaban rompiendo todos aquellos límites, habían puesto en un cajón sus males, sus problemas, sus más grandes dolencias y crearon una nueva versión, para navidad, para el resto; habían decidido ser más felices, al menos por unos cuántos días.
Y yo, como era de esperarse, yendo al contrario del resto, no me atrevía a dejar nada atrás, a mirarlo a los ojos, olvidar que dolía, olvidar lo que hizo, soportar la ira que me causaba ya no poder tratarlo como un egoísta, no poder dirigirle las mimas dos palabras y culparlo de mi dolor, porque sí, él lo era, gracias a sus decisiones terminé en esa persona sentada en la silla; alguien en medio del desierto, sin agua y sin brújula, él me había dejado sin más opción que perderme a mí misma.
Quería soluciones, siempre quise explicaciones, y ya las tenía, pero entonces, cuando creí que todo sería más fácil, la verdad fue peor que la mentira. ¿Qué clase de persona hubiera sido si me ponía de pie y lo besaba, delante de todos y sin arrepentimiento? ¿Sería cruel, insensata y egoísta? Sí, así sería, ¿pero qué diferencia había entre esa Jessica y la que era en esos segundos, sufriendo desde mis entrañas por amarlo aún más y no saber cómo dar marcha atrás? No había diferencia, porque lo único claro que sobresaltaba en mi cabeza era que solo existían dos formas de escapar de ese problema, pero ninguna contenía un final sin lastimar a nadie.
La pregunta era, ¿esa iba a ser yo o alguien más?
—¡Vamos, Zack, haz algo! ¡Necesito tu ayuda con las galletas de jengibre! —Noah se acercó a él, halando el cuello de su camisa cual niña caprichosa.
—Odio las galletas de jengibre —retiró las manos de la rubia con delicadeza—. Me dormí a las tres de la mañana ayudándote a remendar los calcetines, no me pidas más. Rechacé una navidad en las Bahamas con mi tía Adelaide para que no te volvieras loca, no hagas que me arrepienta.
Mis ojos se fueron a él apenas mencionar ese nombre, con mis labios entre abiertos y mis ideas sin disimulo saltando en voz alta por la habitación.
—¿Cómo está ella? —con tan solo mi pregunta, el silencio en la mesa reinó, y, aunque el resto de la habitación siguió ruidosa como si nada, cada par de ojos estaban puestos en mí.
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Jessica Haynes: Los Desastre De Una Adolescente. (Corrigiendo)
Fiksi Remaja¿Qué crees que pasa cuando cometes un pequeño error en tu instituto y te expulsan? No suena nada bien, ¿verdad? Te aseguro que es mucho peor de lo que suena. Mucho más cuando debes cambiarte de ciudad y vivir con tu hermano. Y sus amigos. Soy Jessic...