44 - ¿Quieres pasar una noche conmigo?

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•Noah en galería•

Siempre me había interesado la forma en la que una situación podía cambiar en fracción de segundos, el cómo nuestras decisiones afectan de forma inverosímil nuestro mañana. Giramos hacia el pasado de vez en cuando, detallando el momento exacto en el que nuestro futuro fue marcado, porque, aunque digamos que no se puede averiguar el futuro, muchas veces el universo nos permite ver, a través de una delgada grieta, lo que pasará luego de hacer aquello por lo que tanto nos debatimos.

Porque no podemos asegurar un evento con seguridad, pero podemos imaginar, que aunque no podría ser lo más efectivo, definitivamente es lo único que podríamos llegar a obtener, al menos que alguno contara con un tipo de súper poder. Pero es aquí donde recae la razón de una gran parte de los problemas humanos: la facilidad que tenemos para actuar sin importarnos qué o lo que pasará, a veces -por no decir siempre- eso ocurre por la gran ventaja que toman los sentimientos en nosotros.

Un sueño poco probable no detiene al que gracias a su pasión por conseguir sus metas lucha, alguien equivocado no dejará de creer que tiene la razón hasta que se tope con la verdad de forma brusca, para dos personas enamoradas la incompatibilidad de sus mundos no será un problema. Cualidad, un par de veces, error; más de lo que uno cree, y es que, por más que querramos, hay cosas tan, pero tan difíciles de percibir, que recurrimos a buscar lupas para lograr verlo. Aunque, muchas veces, preferimos esperar a que esas situaciones nos arranquen los ojos para buscar aquella tan necesaria lupa.

Mis respiración se fue alarmando, mientras que mis pies no esperaron que mi cerebro analizara lo sucedido y corrieron hacia la baranda con desespero. Mi piel estaba pálida, mi corazón dolido, porque podía ser una roca la mayoría de las veces, pero no en esa. No si se trataba de aquella rubia con ojos cristalinos que tanto me hacían sonreír.

-¡Noah! -grité, con lágrimas en los ojos, al llegar al barandal.

El delgado cuerpo de Noah yacía boca abajo sobre el agua. Lo primero que pasó por mi mente fue ese día, en el que mientras preparábamos una broma para Malkon, me contó como su miedo por el mar y los desastres naturales de ese tipo nunca le habían permitido aprender a nadar, y por poco me desvanezco.

Zack no esperó más, sin tapujos se lanzó hacia el agua a su rescate. Sin captar con claridad si él había logrado sacarla o no, tomé camino hacia las largas escaleras que daban a la orilla. Los policías siguieron mis pasos.

Mi desespero incrementaba por cada escalón que bajaba, cada paso parecía una eternidad, pero luego de los casi veinte escalones, mi pulso casi muere al no encontrar ningún rastro de ellos.

-¡Zack! -intenté entrar al agua, pero uno de los oficiales me detuvo-. ¡Noah!

Forcejeaba una y otra vez, pero no me permitían entrar.

-¡Hagan algo, por el amor de Dios! - me solté de un jalón-. ¡Vayan a buscarlos!

-No podemos hacer nada, señorita.

-¡Y un demonio! -escupí mis palabras-. ¡Manden un elicóptero, un bote o a los superhéroes! ¡Ustedes son la policía!

No recibí respuesta.

Me puse de cuclillas, intentando tomar aire y calmar mi desespero. Ellos tenían que estar bien, Zack era un gran nadador. No los veía y moría por ello, pero yo estaba en la orilla, y Noah había caído lejos de allí.

Alcé mi vista nuevamente, sin encontrar ninguna figura parecida. Calculando mis movimientos y aprovechando la distracción de los oficiales, corrí con rapidez hacia el mar, en busca de ambos.

Jessica Haynes: Los Desastre De Una Adolescente. (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora