Casa de Madrid.
La curiosidad había ganado al momento de bajar de la camioneta, localizando de inmediato las llaves que poseía Zack en su bolsillo derecho y tomándolas sin pensarlo. Me había pensado en darle un pleno vistazo a la ciudad, sin compañía, sólo mi plena soledad, eso era algo que amaba.
Por lo tanto, mi reacción al ver nuevamente tal rostro despreciable, fue ir directamente a la camioneta, y resguardarme en el lugar. Nadie podía entrar mientras yo no lo quisiera.
—¿Cómo te atreves a venir aquí, a dirigirle la palabra a mi hermana, después de lo que le hiciste? —los gritos de mi hermano no cesaban.
Habían pasado horas y mis ojos amenazaba con con cerrarse cada cinco minutos. Llorar era una opción disponible para mí, pero ya lo había hecho lo suficiente durante tiempo atrás, no pretendía volver a hacerlo, sin embargo, eso no aminoraba la sorpresa que aún ocasionaba esa persona en mí. Algo tenía claro, mis sentimientos hacia él no pasaban de enojo y rencor, pero el de hecho de que ya no me atrayera no significaba que mi mente hubiera olvidado todo el dolor que me causó.
—¡Cálmate, Malkon! ¡No quiero hacerte daño! —le respondió Will.
—¿Qué no quieres hacerme daño? ¡Pues yo sí quiero hacerte daño a ti!
No quería conflicto, ya era suficiente con el conflicto que ocurría en mi cabeza. Salí de la camioneta y emprendí mi camino hacia ellos, dispuesta a acabar con todo.
Sabía que mi respuesta ante todo no fue la mejor, debí enfrentarlo de una mejor manera, haciéndole cara desde el principio y no salir corriendo como cobarde, pero en ocasiones así, la razón nos falla y tomamos la ruta de escape.
—Ya basta, Malkon, o... —Will se calló al verme.
—¿O qué? ¿Lo lastimarás? Já, como si eso pudiera pasar —apoyé a mi hermano.
—No te metas, hermanita, esto es entre éste imbécil y yo —Malkon me empujó hacia atrás y aprietó los puños.
Tomé su brazo, para impedir que avanzara.
—No, Malkon, esto es entre este imbécil y yo —hablé con voz apaciguadora, para que no se preocupara.
Lo aparté y caminé hacia Will. Al estar frente a él, mi corazón amenazó con romperse, y mi cordura con acabarse, pero tomé aire y me controlé. No lloraría frente a él, no mostraría debilidad cómo la última vez que hablamos.
Estar frente él, de nuevo, con todas aquellas cosas que vivimos; me dolía recordar. Tuve que mantener mi mente en blanco y centrarme en mi propósito.
—Jessica, amor, tanto tiempo, quería hablar contigo de lo que paso ese día —lo dejé hablar, de cualquier forma no habría palabras que me hicieran creerle—. Esa noche, te juro que no sé lo que me pasó. Había bebido mucho y esa chica... Esa chica... No sé qué me pasó.
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Jessica Haynes: Los Desastre De Una Adolescente. (Corrigiendo)
Teen Fiction¿Qué crees que pasa cuando cometes un pequeño error en tu instituto y te expulsan? No suena nada bien, ¿verdad? Te aseguro que es mucho peor de lo que suena. Mucho más cuando debes cambiarte de ciudad y vivir con tu hermano. Y sus amigos. Soy Jessic...