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Desperté y pude ver su cuerpo junto al mío. Verla así, con esa paz que transmitía al dormir, me hacía bien. Comencé a recordar el día en el que la conocí.
. . .
— ¡nos vemos mañana, Pachi!
— ¡nos vemos, chicos!
Salí del entrenamiento y me subí al auto. Era uno de esos días de invierno donde la calle esta vacía, las personas en sus casas. Manejar en los días así era un placer. La música después de cada entrenamiento era importante, ayudaba a relajarme. Aparté la vista del camino a penas unos segundos para conectar mi celular, y cuando volví la vista, ya era tarde. Había chocado a alguien, no muy fuerte ya que logre frenar antes.
—la puta madre.
Baje rápido del auto y corrí a ver lo que hice.
— ¡¿estás bien?!
— auch. Si, perdón, no te vi.
—no, no, no, ¡por Dios! , ¡perdoname vos! ¡¿estas bien?! Dejame que te lleve a...
—no, yo puedo, yo puedo. —dijo y trató de pararse así que la ayudé, pero cayó en mis brazos, hacía mucho frío, así que la lleve a mi auto. No sabía si estaba bien lo que hacía, pero tenía que cuidar de ella. Maneje con cuidado al departamento, pude divisar algunos raspones, pero nada grave. Llegué y la agarré en brazos, la subí y en el ascensor comenzó a reaccionar.
— ¿qué pasó? ¿sos un secuestrador? —preguntó todavía dormida y reí negando.
Abrí la puerta y la acosté en el sillón, es una chica preciosa. Me fui a la cocina a buscar algo para que tome, y al baño en busca del botiquín. Cuando volví al living, ella estaba despertando, algo aturdida miró para todos lados, al parecer se dio cuenta de que esta no era su casa porque me miró y cayó al suelo.
—tranquila, tranquila. Estas en mi departamento, yo solo...
— ¡¿me ibas a secuestrar?! —preguntó poniéndose detrás del sillón.
— ¡ey! No, no. Estas bien, ¿si? Sólo tuviste un accidente, te choque y te traje. Nada más. —le dije y se toco el mentón, ya que tenía raspado. Observé raspones en sus brazos también. —te duele, ¿puedo...?
