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Me levanté de la silla y me dispuse a salir de ahí tratando de no llamar la atención pero me fue imposible, me había chocado con la silla del señor que estaba delante mio y caí al suelo. Traté de levantarme rápido y entonces nuestras miradas se cruzaron y todo volvió a mí. Él no estaba sólo, no. Estaba con ella, claro que lo estaba, ¿por qué iba a creerme y a quedarse conmigo? Le había mentido.
. . .
—te necesito para que sigas al jugador de San Lorenzo, confirmamelos rumores y el ascenso a directora es tuyo. —escuché atentamente a mi odioso jefe. Ser periodista no era nada fácil.
Aquella misma noche había seguido a Emmanuel Más y su grupo de amigos a un boliche y al verlo salir del mismo fue que conseguí las fotos y era un hecho, el jugador tenía serios problemas con el alcohol.
Baje del auto al ver que comenzaba a caminar hacia un grupo de chicos y eso no era buena idea.
— ¡amor! ¡acá te encontré! ¿por qué saliste? —dije y comencé a tirarlo para que caminara al auto, alejándolo de ahí. Él sólo me miraba confundido.
— ¡hola! ¿quién...? ¿quién sos?
—la que acaba de salvarte. Vení, vamos a bajarte un poco esa borrachera.
Lo había llevado hacia un café y lo senté mientras pedía. No deje que hable hasta que el vaso con el café esté totalmente vacío. Después de un rato había comenzado a recuperarse.
—y, ¿por qué tus amigos te dejaron salir solo?
—no se, la verdad no recuerdo y tengo entrenamiento hoy a la tarde y me quiero matar, mira donde estoy. —dijo y apoyó su cabeza en la mesa.
