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—No puedo, Marcos. —caminé de un lado para el otro en la oficina de mi jefe.
—si seguís así vas a hacer un pozo.
—es que no podes, no podes mandarme hasta allá.
—Ludmi.—me llama la atención alargando la última vocal. —sabes lo difícil que es está temporada de últimas fechas, todos están ocupados. Lau en Racing, Juani en Rosario. Sos lo mejor que tengo, por eso no te deje ir.—me dice y lo pienso unos minutos, Marcos me mira expectante.
—¡ah! está bien.—suspiro y paso mis manos por mí rostro.— ¿a qué hora tengo que estar?
—en una hora.
—genial. —digo sarcástica, me siento analizando. —entonces voy a llegar cinco minutos antes, así no veo a nadie, nadie me ve y...
— ¡Ludmila! —aplaudió. —estas nerviosa. No pasa nada. Ya se quienes van a hablar, quienes van a estar. No pasa nada. —me tranquilizó.
— ¿puedo creerte?
—En todo.
Camino hacia el estadio, me encuentro algo nerviosa, ansiosa. Veo mis manos en el volante y transpiran. Rápidamente se me cruzan todos los recuerdos por la mente.
