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—amor, podemos...
—no, nunca más vuelvas a buscarme Germán.
Eso fue lo último que escuché antes de que salga corriendo, llorando. Trate de vestirme lo más rápido que pude y salí corriendo de mi casa, era tarde, su auto ya no estaba. Volví corriendo para agarrar mi celular y llamarla y entonces mi vista se poso en mi ex-novia acostada en mi cama. Quería golpearme por todo. No podía hacer nada, la había lastimado, decepcionado, había roto el corazón del amor de mi vida por dejar que el enojo y el alcohol me controlen anoche. Me deslice por la pared hasta quedar en el suelo, puse las manos en mi cabeza lamentando todo lo sucedido, si tan sólo pudiera volver el tiempo atrás sin duda lo haría, hice todo mal. Me levante y rápidamente me puse mis zapatillas y agarré mis llaves. Baje hacia el garaje pero antes de subir al auto el sonido de mi celular me sorprendió, o más bien el número desconocido.
Todo lo que quedó en mi cabeza fue: protagonizó un accidente de tránsito.
Así que acá estoy, volviendo al hospital. Hace dos meses está ahí, los días se me pasaban muy lentos, no podía pensar en otra cosa, iba de casa al entrenamiento, y del entrenamiento al hospital, eso es lo que hacía el último tiempo. Baje del auto y subí al tercer piso, al llegar me encontré con su familia, su mamá vino a mí al verme llegar y me preocupe.
— ¿qué pasó?
—nada, tranquilo, anoche cuando te fuiste levantó un poco de fiebre y...
— ¿y qué? ¿qué pasó?
—recién abrió los ojos por un momento.— Sentí una especie de alivio y me apresure a entrar a la habitación. Ahí estaba ella, preciosa como siempre y conectada a algunas máquinas. Me senté a su lado y tomé su mano.
—hola, amor. Me contaron lo de recién, estoy muy feliz por eso, preciosa. Sabes, ayer estaba ordenando tus cosas y me encontré con la pulsera de tu abuela que había rescatado aquella vez cuando nos conocimos, ¿te acordas?
