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La puerta se abrió al momento en que iba yo a hacerlo, entonces lo veo, veo sus ojos y todo vuelve a mi otra vez.
. . .
Subí hacia lo más alto del precioso hotel. Los fuegos artificiales no tardaron en aparecer, tampoco el ruido de las copas al chocar en un brindis lleno de deseos, de buena salud, de nuevas esperanzas. Mis navidades eran siempre las mismas, de hotel en hotel, sin compañía alguna.
Escuche el ruido de la pesada puerta abrirse y entonces miro para ver de qué se trata, o más bien de quién. Mi vista fue a parar a un chico, quien me vio algo sorprendido al encontrarme ahí.
—oh, perdón. Pensé que, pensé que no había nadie y... me mande. —sonreí mientras se acercaba a mi lado.
—no, está bien, ¿te vieron?
—oh, no, no. Están todos festejando, así que aproveché. Oh, y feliz navidad. —sonrió e hice lo mismo.
—igualmente, ¿no festejas?
—bueno, quizás antes hubiera festejado, ahora no, ya no es lo mío.
— ¡ey! ¿dónde quedó esa juventud? —lo escuché reír.
—y vos, ¿por qué estás acá?
—bueno... es mejor que estar abajo mientras mi familia habla de negocios, no tengo con quien estar, así que es mejor esta soledad.
— ¡wow! Y yo me siento sólo ahora que mi ex novia se fue con otro chico, ¿vos estuviste toda la vida así entonces?
—así es.
—wow. —dijo y el silencio se apoderó por unos segundos. —soy RománMartínez, mucho gusto.
