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Caminé hacia la puerta de Rodrigo, mi novio, tres años se cumplían de estar juntos y quería sorprenderlo, debido que al parecer lo había olvidado. Otro auto estacionado llamó mi atención, creí que algún amigo de él había venido de sorpresa también, pero al abrir la puerta y entrar, la sorprendida fui yo. Quedé totalmente en shock, lleve las manos a mi boca, jamás se me hubiese cruzado por la cabeza esto, Rodrigo con alguien más. Salí de ahí confundida, nerviosa, dolida, ¿acaso había hecho algo mal? ¿merecía esto? Las manos me temblaban, estaba herida. Subí al auto mientras sentía las lágrimas caer por mis mejillas, no entendía mucho, no caía. Maneje a mi casa como pude y las preguntas me atormentaban, ¿están juntos desde hace tiempo? ¿él me quiere? ¿me quiso? ¿fue verdad todo lo que decía? Había caído en la cuenta de que todo estaba terminado.
Recordé lo sucedido hace años, y me sentí orgullosa de haber salido adelante, ya todo eso había quedado en el pasado.
— ¿amor? —su voz había interrumpido mis pensamientos y me di vuelta.
— ¿si?
— ¿estás bien? —se acercó a mi mientas acariciaba mi mejilla y asentí.
—si, sólo terminando de prepararme, ya bajo. —sonrió y me besó. Él me había salvado de todo lo malo. Aquella misma noche había manejado hasta Buenos Aires, fue un impulso repentino de querer escapar, querer irme y olvidar, de comenzar de nuevo y de hecho lo había hecho. Racing Club de Avellaneda me había aceptado como su nueva notera, estaba bien, preguntándome si algún día volvería a sonreír pero entonces paso, volví a hacerlo unos meses después.
. . .
Me encontraba esperando a que los jugadores salieran, fue cuando me encontré a Miguel Barbieri, me acerqué a él.
