Sebastián Blanco.

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Sólo necesito.






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     Caminé hacia afuera de la casa de Torrico con Sebastián, gran persona y amigo desde hace algunos meses.
     Lo había conocido gracias a Cauteruccio. Aquella noche habíamos hablado y no pude evitar quedar maravillada ante cada palabra que decía. Me sentía culpable por no corresponder a ese sentimiento de amistad que sentía él por mí.
       Yo había caído enamorada de él.

—no entiendo como no estamos adentro.

— ¡ey! Sólo te estoy salvando, si seguís viendo así a Guede dudo que su mujer acepte que te saques una foto con él. —dijo y reímos, lo empuje levemente.

—no seas idiota, es un hombre encantador y además soy su fan, gran fan, fan número uno.

—si. —se quejo alargando esta última vocal. —ya te entendí.

— ¿podes pedirle que firme mi camiseta? Traje una en el bolso.

— ¿qué clase de persona trae una camiseta en su bolso? —preguntó y levanté mis hombros. —además, teniéndome a mi podría firmarte tus camisetas.

—pero a vos ya te conozco, al grandísimo Pablo Guede no.

si, si, grandísimo. No puedo creer que hables maravillas de todos menos de mi que me conoces.

—justamente por eso, Sebas. Porque te conozco, hace mas de cinco meses. —dije y reímos, me vio con esa preciosa mirada que me hacía sentir bien y me siento culpable por querer besarlo. El silencio se hizo presente en nosotros pero era ese tipo de silencio que se disfrutaba, ese silencio que para nada era incómodo.

Historias Cortas. -//futbolistas//-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora