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Agarro el tenedor para comenzar a comer pero entonces el grito de mi mejor amigo me sobresalta.
— ¡no! ¡es el otro tenedor, Vir! Ese sirve para el postre según esto. —me reta mirando el libro y entonces comienzo de nuevo.
—es que es todo muy difícil, Tucu. Tengo que estar derecha, tengo que ir elegante, tengo miles de tenedores para comer y no se cuál es cuál, ¡no se porqué tantos! Si este chico no me gustara tanto no haría todo eso. —digo y deja el libro en la mesa. Me mira.
—si, bueno... hacemos muchas cosas cuando nos gusta alguien.
—es que él es diferente y no lo se, quiero hacerlo. Quiero ir mañana a esa cena con sus padres a pesar de que su mundo sea distinto al mío. El es de clase alta y yo sólo una simple periodista deportivo amiga de un montón de futbolistas medio locos.
—tal vez deberías ser vos misma, Vir. ¿sabe él todo eso? —pregunta y niego. — ¿entonces? ¿cómo queres empezar algo... así? Si él viera lo maravillosa que sos haciendo lo que te gusta, como se te ilumina la cara cuando entras al campo de juego y comenzas con las entrevistas, si viera cuanto luchaste por llegar hasta acá, hasta España y cumplir tu sueño de ser periodista y estar entre los mejores jugadores del mundo. Si él supiera al menos todo eso como yo lo sé. Pero ahora es muy tarde.
