Capítulo 2

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Tuvo unos sueños bastante raros... Con figuras vestidas de verde y luego de blanco que parecían danzar a su alrededor. Hablaban, pero él no podía entender que decían y las veía borrosas, así que tampoco podía reconocerlas. Y le dolía la cabeza. Eso sobre todo. Así que trataba de seguir durmiendo, a ver si se le quitaba.

Despertó de golpe, sintiéndose un poco confuso. Era evidente que seguía en el hospital, pero ahora en una habitación. Porque en una habitación? Él se había ido, o no? Se acordaba de haberse vestido, de haber discutido con esa mujer odiosa... y estaba segurísimo de haber cruzado la puerta. No recordaba más... Parpadeo varias veces y se alegró al notar que veía perfecto y no estaba mareado. Entonces desvió la vista para ver en derredor y la vio...

"Oh, caramba...", se dijo con asombro y algo de preocupación. Su madre estaba sentada en una esquina de la habitación, leyendo una revista, muy concentradamente, sin advertir que había despertado. Algo serio debía de haberle pasado para que ella estuviera aquí. Algo "muy" serio, si había cruzado el mar y dejado de lado las diferencias que estaban teniendo.

-Mamá?-llamó.

La mujer levanto la mirada de su lectura y la hizo a un lado, acercándose a la cama.

-Cómo te sientes?-preguntó sin ninguna entonación.

-Bien... eso creo. Sam?

-No pudo viajar. Está haciendo la obra, recuerdas? Solo es un mes, no podía ausentarse.

-Claro...

-Me alegra que te sientas mejor. Iré por el doctor.

Salió rápidamente de la habitación, mientras la seguía con la mirada.

Bueno... si había sido algo serio evidentemente, en eso había acertado. Pero en que las diferencias habían sido dejadas de lado... era obvio que no. Cerró los ojos con fuerza y suspiro con resignación. "Ya debería estar acostumbrado... pero duele".

Kirsten tuvo un pequeño momento de intranquilidad cuando le avisaron que Bloom se había despertado. Hacia un par de días que esperaba este momento, y le temía un poco también, para que negarlo. Odiaba pedir disculpas, pero no le iba a quedar otro remedio que hacerlo, si no quería verse en problemas. No es que no supiera lo que podía pasar, pero escucharlo de boca de otros, le dio una certeza que la asusto un poco.

-Estás loca Kiki? Porque demonios lo trataste así?

Michael se dejó caer en una silla frente a ella, mientras se quitaba el gorro de quirófano de la cabeza. Habían terminado de operarlo hacia un rato y mientras se lavaba, ella le había contado el episodio de la sala de guardia.

-No lo sé! Sabes que no me llevo bien con los actores, no puedo evitarlo. No me gustan. Son soberbios, creídos de sí mismos... y revolucionan el hospital! No es la primera vez que sucede!

-Claro que no. Y no será la última... Estamos en Los Ángeles! Esto es Hollywood, Kiki! Siempre va a caer alguno, ya sea por sobredosis o porque se le encarno una uña, y no puedes reaccionar de esa forma. En todo caso, debiste pasárselo a otro doctor.

-No había nadie más para neurología en ese momento, que querías que hiciera? Negarme a atenderlo?

-No, claro... Y en lugar de eso, te dedicas a maltratarlo... Va a presentar una queja y vas a terminar en la calle, Kirsten, y en tu situación, no puedes dejar que eso pase...

-No, ya lo sé...-dijo bajando la cabeza pensativa.-Necesito este trabajo más que nunca.

-Entonces mejor pídele disculpas.

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