Orlando se tomó con alegría y casi con alivio, la noticia de que Kiki había decidido traer a Jodie a la casa los fines de semana, como él le había propuesto.
Al igual que Kirsten, imaginaba que la niña iba a ser una especie de freno para ambos. Él se sentiría menos tentado a acercarse, Kirsten estaría ocupada con su niña y Jodie estaría feliz a más no poder. Extrañamente tuvo el mismo pensamiento que Kiki: "Todos saldremos ganando."
Se sintió aún más complacido, cuando fueron a decírselo personalmente y la mocosa pegaba saltos de puro contenta. Eso le lleno el alma, eso y ver como se abrazaba a su mama y casi se echaban a llorar ambas. El había estado en lo cierto, las dos tenían que estar juntas. Y eso lo ponía muy feliz, ver una familia reunida, por pequeñita que fuese.
Acordaron que vendrían por Jodie los viernes por la tarde, después de la escuela, y volvería los domingos por la noche, para dormir en su casa e ir a la escuela al día siguiente.
Esto los mantuvo ocupados el resto de los días, y eso era bueno. Kirsten decidió que Jodie ocupara la habitación contigua a la suya y se felicitó por haber elegido esa, que tenía puerta de comunicación. En eso Orlando había tenido razón, al fin. Después tuvieron una breve discusión, porque el insistía en decorar el cuarto para Jodie, y Kirsten se negaba.
-Qué demonios vas a hacer después con una habitación decorada para una niña? Para que la vas a utilizar cuando yo me vaya?-razonaba con él.
Esas palabras le causaban una punzada de dolor, que Orlando prefería ignorar.
-Está bien. No te digo que pintes el cuarto o lo empapeles o pongas una alfombra rosa.-insistía- Pero al menos podemos poner cosas que luego pueda llevarse... cosas de niña, no se... Muñecas, osos, esas cosas... Una tele? Películas? Déjame comprarlas!
No hubo discusión con eso. Kirsten accedió a poner esas cosas en el cuarto, pero no acepto de ningún modo que el las pagara. Con lo que ganaba ahora ("y es tu dinero, no lo olvides"), ella podía costearlo, y no quería ni oír hablar de otra cosa. Bastante con la hospitalidad que le brindaba.
Al menos consiguió que fuera de compras y lo llevara con ella. Se sentía tan excitado en la juguetería, como si el chico fuera él y no Jodie. Mientras elegían cosas, y él se inclinaba por las cosas más grandes y más caras, Kirsten se las quitaba de la mano con una sonrisa y se dirigía hacia otras más normales. Tan entusiasmado estaba que apenas advertía los flashes de las fotografías que les tomaban algunos pocos curiosos. Y eso que habían elegido venir a la hora de cierre...Casi no notó que las empleadas cerraban el local y solo quedaban ellos comprando.
Kirsten estaba viendo una máquina de video juegos, cuando una inmensa muñeca de trapo empezó a atropellarla.
Se echó atrás sorprendida, y entonces vio la cara sonriente de Orlando, asomando junto a la de la muñeca.
-Esta me gusta...-le dijo.
-No...es demasiado.-respondió sacudiendo la cabeza.
-Entonces déjame pagarla!
-No hablaba del precio Orlando...
-La habitación es grande! Cabe perfectamente!
-"Tu" habitación... si luego tengo que llevarme eso a casa, Jodie tendrá que dormir en la sala. Es demasiado grande.
Él se volvió con gesto enfurruñado y se llevó la muñeca al fondo del local otra vez.
Poco después volvió a la carga, esta vez con una caja no demasiado voluminosa, y portando la misma sonrisa suplicante, se la enseño a Kirsten. Era una máquina de video juegos, compacta, un último modelo... Ella la examino y volvió a negar con la cabeza.
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Solo por hoy
FanfictionOrlando Bloom, vive un momento personal algo complicado. Sin pareja y con problemas familiares, se refugia en su trabajo, tratando de ignorar su soledad. Por otra parte, Kirsten, madre soltera y médica, trata de sobreponerse a las dificultades diari...