Capítulo 118

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Pasaron dos semanas... La vida de Orlando pareció ir acomodándose poco apoco. No es que ya no extrañara a Kiki, no es que no siguiera deseando ver su cara cada vez que despertaba en la soledad de su cama. Pero la forma en que ella parecía querer compensarlo de esas ausencias, calmaba bastante sus ansias. O al menos las acrecentaba en el buen sentido. No en sentir celos, no en sentirse desgraciado, sino en contar cada segundo para el próximo encuentro. Cuando ella estaba allí, el mundo desaparecía. Hasta Susy había tomado un actitud de tácita complicidad con eso. Apenas Kiki aparecía en la casa, se tomaba unos breves momentos para conversar con ella, y luego desaparecía con alguna excusa. Que tenia que hacer compras para la casa, que tenia que ver al médico... Siempre encontraba algo con que marcharse, y no regresar hasta el día siguiente. Así que esos días los pasaban completamente a solas, hablando, riendo, jugando como chicos, haciendo el amor... a veces en forma lenta y suave, otras de manera furiosa y desenfrenada. El amor estaba presente en la casa en la figura de Kirsten, y cuando se marchaba... parecía que el sol se iba con ella. Pero resistía...

Mientras estaba solo en la casa, intentaba mantenerse ocupado. Los preparativos para la nueva película le ayudaron bastante con eso. Entre reuniones, lectura del libreto, y ajustes con el vestuario, estaba bastante atareado. Y cuando todo esto se le acababa, bueno... Había retomado la costumbre de la bicicleta, aunque ahora lo hacia con mas cuidado.

Hasta había intentado otra vez con la meditación. Pero allí seguía con problemas, no lo lograba... Y era consciente de que allí tenia un problema profundo. Se trataba de fe, de creencias... Solo que en estos momentos, no tenia deseos de hacerse planteos sobre su vida espiritual. O sentía que no los necesitaba...

Johnny cenó con él un par de veces, mas por su propia insistencia, que porque lo visitara a menudo. En realidad eso lo había sorprendido un poco. Cuando Depp se había instalado en la ciudad, le había dado la sensación de que quería una relación mas cercana, mas como la que llevaban tiempo atrás. Pero después del cumpleaños de Kiki había desaparecido.

Fue él quien tuvo que llamarlo y quien insistió un par de veces para que cenaran a solas. Estuvo a punto de preguntarle si sucedía algo, pero se contuvo. Una vez en la casa, le pareció completamente normal. Seguían con la misma confianza de antes... y el clima era distendido. Así que cerro la boca y solo la abrió para recriminarle que no viniera mas a menudo.

-No volveré a llamarte John... La próxima vez mejor te presentas sin aviso o te olvidas de mi, de acuerdo?-le dijo al despedirse, y Johnny asintió sonriendo, como aceptando su culpa.

De eso hacia una semana, y no había tenido mas novedades... Pero ahora tampoco tenia demasiado tiempo para pensarlo. Al menos no ese día. Kiki venia a casa y todo su tiempo era suyo...



Les había tocado un día lluvioso, y la idea de salir de paseo que habían tenido en su último encuentro, ni se menciono. Kirsten lo llamo diciéndole que iba directo para la casa, y llego debajo de una fuerte tormenta. Tanto, que Orlando tuvo que ir por ella hasta el garaje con un paraguas, y aun así los dos se empaparon. Susy se había marchado apenas empezara a llover, así que ya que estaban solos, se quitaron la ropa y se metieron a la ducha. El verdadero objetivo del baño (quitarse el enfriamiento), fue olvidado bastante pronto y se encontraron haciendo el amor bajo el agua tibia, en medio de nubes de vapor que casi parecían salir de sus propios cuerpos.

Luego se envolvieron en las batas y se fueron a la cocina, donde Kirsten preparo café caliente. Después se sentó en las rodillas de Orlando y así abrazados, se tomaron la bebida, charlaron de sus actividades del día, y se besaron con cariño.

Después de un rato, las palabras dejaron lugar a mas besos, mientras afuera arreciaba la tormenta. Casi había anochecido, y ellos aun no habían prendido las luces. Ni luces, ni música, solo el sordo golpeteo de la lluvia contra las ventanas, la iluminación de algún relámpago y el sonido de algún trueno lejano. En ese clima especial, sus juegos se fueron enardeciendo, y cuando Kiki metió la mano dentro de la bata de Orlando para acariciarle el pecho, este simplemente la levanto en brazos y se la llevo a la cama.

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