Capítulo 133

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Apenas llegaron a la casa Orlando casi salto del taxi, dejando que fuera Kirsten quien le pagara al hombre. Para cuando esta se bajo del auto, él ya había entrado y dejado la puerta de la casa abierta. Kiki subió las escaleras de la entrada, sintiendo que el pánico empezaba a ganarla.

Hasta este momento casi no había pensado en lo sucedido, preocupada como estaba por su salud y luego por salir de la situación tan incómoda en el hospital. Solo ahora, cuando todo eso se había alejado un poco, se enfrentaba con la dura realidad. Orlando lo sabia todo, y lo peor, imaginaba cosas terribles que no habían sucedido!

Y estaba enojado, terriblemente enojado y con razón. No sabia como iba a hacer para convencerlo de que se equivocaba, pero tenia que lograrlo.

A eso iba preparada cuando entro a la casa. A enfrentar su enojo, su ira, sus gritos... pero no para lo que encontró, ni para lo que paso luego...

Orlando estaba en el cuarto, sentado sobre la cama con las manos entre sus rodillas y mirando el vacío. Parecía ausente... como si estuviera muy lejos de allí.

-Orlando?-lo llamo poniéndose a un lado.

Nada .Ni siquiera volteo a verla, casi como si no estuviera allí.

-Orlando... por favor, mírame. No me ignores, no lo soporto.

Siguió mirando al frente obstinadamente, aunque ahora Kiki noto que apretaba las manos con fuerza, como si estuviera obligándose a esa aparente calma.

-Hablemos, por favor. Necesito explicarte...

-No, no quiero escucharte. No estoy listo...

-Pero, tenemos que aclarar lo que paso... es todo un error.

-No quiero recordar lo que paso... no lo soporto.-dijo con una furia contenida.

-Es que te equivocas, malinterpretaste toda la situación, te lo juro.

-Déjame solo Kirsten...

-No... te lo suplico, mírame.

Orlando se dejo caer sobre la cama y se tapo la cara con las manos.

-Déjame en paz, Kirsten, me duele la cabeza...

-Iré por una aspirina.-dijo levantándose rápidamente, y no pudo evitar escuchar su suspiro de fastidio.

Fue hasta la cocina, tomo dos aspirinas de un frasco y sirvió un vaso de agua. Las manos le temblaban tanto, que se le derramo sobre la mesada y tuvo que dejar todo para secarla.

Se quedo un momento apoyada contra ella, inspirando profundo y tratando de calmarse. Tenia que lograr que la escuchara, que dejara esa actitud fría y distante. Como iba explicarse, si no le permitía hacerlo? Preferiría que gritara, que pataleara, hasta que la insultara. Al menos eso significaría, que la tenia en cuenta. Pero esta actitud, era casi como si ella ya no estuviera allí, como si tratara de borrarla...

Volvió a tomar las cosas con cuidado, y fue hacia la habitación, tratando de estar calmada. Iba a necesitar paciencia, y control... Conservar la calma.

Pero cuando llego a la puerta de la habitación se detuvo en seco, pasmada.

El bolso de Kirsten estaba sobre la cama, y Orlando estaba doblando y guardando sus cosas prolijamente, y metiendolas dentro. Su cara parecía una mascara, fría y dura. Ninguna emoción parecía cruzarla.

-Que haces?-le pregunto con una voz temblorosa, dejando las cosas sobre la mesa de noche.

-Te ayudo a hacer las maletas.-respondió sin mirarla ni detenerse.

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