Esas noches frías

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Aún existen, perduran, regresan, esas noches frías en que tu recuerdo me atormenta, en que ninguna manta basta para calmar el frío que siento, ningún vaso de agua logra cesar mi llanto, ninguna canción te borra, ninguna imagen me permite imaginar, ninguna palabra me ayuda a sacarte de mi cabeza.

Y es que, aunque me duela en lo más profundo de mi alma, mi dignidad, y sí, ese ego que nunca has conocido gracias a mi falta de valor ante ti, debo admitir que no te he olvidado, que he buscado prototipos perfectos que ocupen ese lugar que dejaste vacío sin una razón lo suficientemente convincente para dejarte ir en paz. La realidad, cariño mío, es que por mas que he querido creer que lo he intentado, me resigné, me resigné a tenerte así, en llantos, en mis lágrimas, en mi dolor, y en todos lo recuerdos que, vividos o no, dejaste marcados en mi memoria, plasmados en mi mente, tatuados en el pasado y dejando huellas en todo lo que era yo hasta que llegaste tú.

Sonará ridículo, pero he pensado tanto en el paso del tiempo, y en que pronto será un año, un año de haber salido, de haberte besado, de haberte dado el sí, de haber creído en ti y en tantas cosas, de haber dejado todo de lado, de haberme dejado de lado, completamente, para seguirte, para acompañarte, para convertirme en un nuevo espécimen de perro faldero, que te acompañaría a cada lugar, que jamás te dejaría, que se tiraría al cañón por ti, que, sin importar que clase de calvarios estaba pasando en su vida, tus mínimos problemas le importaban más que las catástrofes que pasaban a su completo alrededor.

Y es que pensé que si era posible, que podía vivir de amor, de ese amor que tanto me jurabas, de ese tiempo que me prometiste, de todo lo que me dijiste; pensé que se podía vivir de todo eso de lo que hace mucho no queda ni la sombra, ni la ceniza, porque el amor quema, y lo tuyo no era amor, lo tuyo no sé que era.

Ya no quiero dedicarte más letras, y no quiero apresurarme a decir que eres el amor de mi vida, pero puedo decirte que en ti encontré todo lo que alguna vez buscaba, y todo lo que no quería para mi.

Y es en estas noches frías, en que te hago mío una vez más, así, entre sollozos, pensamientos, ilusiones, imágenes, canciones y letras, en que regresas a poner nubes a mi despejado cielo, y me iluminas en medio de tu oscuridad.

Confesiones de un corazón juvenilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora