Tomé la decisión de volver a escribir, porque el humo y el helado no han sido buenas formas de desahogo. Y quise poner ese título porque aquí me quito grilletes que me atan, y qué hace mucho quería soltar. Trataré de extenderme, trataré de soltar todo, pero sobre todo, trataré de lograr que comprendan todo.
Para empezar, quiero soltar mi pensamiento de la libertad de algunas personas, no como crítica, no soy ejemplo para nadie, pero tengo que decirlo. La libertad consiste en hacer lo que a uno le plazca, pero con control, con la conciencia de que la vida no se reduce a ese momento de decisión y que el cuerpo no es el culpable de los desenfrenos y no debería pagar por ellos. La vida es más larga y aunque esos momentos si pueden influir en una perspectiva de vida, la libertad va más allá de desenfrenarse y aprovechar que la juventud solo está una vez, porque es verdad, la juventud solo está una vez y aunque se disfrute se debe ser consciente de que se acabará y las consecuencias llegarán; cómo siempre llegan.
Me libero de mis amistades. No, no los quiero sacar de mi vida, pero si hay cosas que tengo que decir. Primero es que aunque los amo, porque es la verdad, no tengo porqué estar donde no soy importante y si me alejo o sienten que no estoy es por eso, porque los amigos siempre están, pero no soy persona de necesidades, para eso ya hay fundaciones y doctores, soy amiga para todo, para los gozosos y los dolorosos. Me encanta que encuentren su lugar, personas que compartan sus aficiones y que los y las amen por cómo son, por sus gustos y sus hobbies y qué aprecien y llenen todo lo que no pude hacer yo, y entiendo que ahí, a ese lugar al que pertenecen, muchas veces yo no entro y no peleare por eso, porque somos pasajeros y tuve el placer de disfrutarlos y nada ni nadie me lo quitará. Segundo, perdón, por faltarles, por abandonar, por no ser lo que muchas veces necesitaron y sobre todo, porque mi personalidad y este punto en mi vida me impiden seguir teniendolos antes que a mí.
Me libero del amor, de todo el amor, y espero profundamente mi corazón se pierda en el fondo del mar con mucho de lo que "Titanic" se llevó y apagó. Me libero de las sensaciones a medias y de mi falta de amor.
Algo que aprendí es que uno merece que se mueran por uno, merece tener personas que realmente adoren su presencia y lo extrañen en su ausencia, merece personas que estén en los gozosos y en los dolorosos, merece personas que adoren sus defectos y engrandezcan sus cualidades, que hagan de sus problemas algo más llevadero y de sus triunfos lo mejor que se ha hecho.
Merece personas que lo den todo por el todo, sin el miedo de que fallen, porque aunque las personas ya no quieran así, o eso parezca, la verdad es que hasta el más desagradecido, con el cariño correcto se vuelve gentil; y la retribución no siempre es el camino.
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Confesiones de un corazón juvenil
No FicciónVivencias, dolores, risas, pero más que nada, amor e inspiración.