Otra larga noche, y si, no hay que preguntar o cuestionarse para saber que, de nuevo, arruiné por completo una de las experiencias más bonitas. Pero esta forma original de arruinarlo me llevó a pensar en mi extraña manera de equivocarme, y de cómo cosas que no lo parecen suelen ser de los peores pecados contra uno mismo.
Podría empezar por mi padre,que es de los dolores que procuro llevar callados en mi corazón. Supongo que me equivoqué al decir que no te saqué de la casa, porque delante tuyo nunca hice nada para que te quedaras, y no arreglé tu relación con mi mamá, ni inicié la difícil búsqueda del dinero que, aseguraste con tal convencimiento, que estaba aquí, en lo que por 25 años llamaste tu hogar. También es mi error que vivieras en casas de tus hermanas cambiando de habitación cada tres meses y llegando a la soledad de un espacio que, por un valor fijo al mes, es tuyo hasta que decidas irte de allí; tuve que tener ante tí mil opciones de un futuro más prometedor. Sí, me equivoqué al pensar que llevaba 18 años haciéndote feliz; al parecer ninguno de los días que utilizaste conmigo valió la pena, las ganas, las lágrimas; y fue mi error completamente haber pensado que mis resultados académicos debían alegrarte, es claro que el único nombre que aparecerá en el cartón al final de todo, será el mío, a pesar de que tu pagarás la mitad de cada semestre.
El siguiente va para el amor que ahora me acompaña, David, nombre de biblia, de poeta, de cantante, en fin, de tantos personajes que no sé qué papel pueda interpretar. Me equivoqué, sí, me equivoqué pensando que podría seguir controlando hormonas de la misma forma en que podía ponerme diario un brasier, me equivoqué al hablarte de tus planes a futuro como si jamás me hubieras dicho de ellos, y mi error en esta noche perfecta fue liberar lo que sentía respecto a tus decisiones. No estuvo nada bien.
La verdad es que si, es mi equivocación, supongo que es mi error querer las cosas como las quiero y creer en ellas como creo, creer que es imposible dormir en paz si dejas a alguien pensando que no hizo nada bien, creer que tienen que amarte por el hecho de compartir unos cromosomas, apellido, rasgos y un nexo sanguíneo y familiar; me equivoqué al creer que liberar mis pensamientos es mejor que callar y asentir; por pensar que tienes la posibilidad de durar en la vida de alguien cuando tienes la filosofía empresarial del reemplazo tatuada en la mente, por pensar que los sentimientos los deben cuidar, cuando son enteramente tuyos.
No siendo más, por lo que resta de la madrugada, espero no seguirme crucificando por los errores cometidos en los últimos 19 años y cuatro meses de vida, y que nadie más se sienta con el derecho de hacerlo por mi.
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Confesiones de un corazón juvenil
Non-FictionVivencias, dolores, risas, pero más que nada, amor e inspiración.