Las personas suelen confundir muchas cosas, confunden sus calcetines, sus opiniones, sus pensamientos, hasta el contenido de sus maletas, la ropa que usarán diario, lo que quieren que pase y lo que realmente pasa.
Suelen confundir bondad y sonrisas con coqueteo absurdo.
Quiero decirle a esa persona, que sabe que le hablo aunque no ponga su nombre, que no se confunda; que sí, me encanta, lo amo, y los momentos a su lado para mi son únicos. Pero eso no quiere decir que soporte su olvido, que este dispuesta a no ser menos importante que el papel que botó en la calle, que me aguante el hecho de que si no lo busco, él simplemente ignora que existo.
Extraño cuando era importante, cuando se emocionaba por ver un mensaje mio, y cuando me nacía regalarle tarjetas; pero aunque me sobran palabras, me da pánico sentir de nuevo que no le importa, que mi esfuerzo por hacerlo sentir bien desemboque en desarrollar más su enorme ego, hasta dejarlo en el Empire State, y yo no pueda llegar ni cerca a la puerta del edificio. Ya no quiero alejarlo más.
No te confundas, porque el encanto que ocasionas, puede tener una fecha de caducidad que tu ignoras, y una vez acabe, no tendrás con que tenerme tras de ti.
ESTÁS LEYENDO
Confesiones de un corazón juvenil
Non-FictionVivencias, dolores, risas, pero más que nada, amor e inspiración.