Parte / 2

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Mateo, abrió los ojos, y estaba en la misma posición, sus labios estaban tocando la frente de su madre. ¿Entonces sólo había sido una alucinación? Habían pasado unos segundos, y lo que él vivió, sólo duró ese tiempo

La voz de su mentor lo sacó de sus cavilaciones.

Hijo, tienes que hacer los arreglos necesarios para que las personas vengan a darle el último adiós a tu madre.

-Sí padre

-Y no te preocupes tómate todo el tiempo necesario para que arregles todos los pendientes, yo mismo te aviso cuando llegue el sobre que contiene el lugar a donde vas a impartir tu apostolado, eso tarda de un mes a tres meses.

Por la noche vuelvo a venir.

-Gracias por todo Fray Silvestre.

Cuando el sacerdote se retiró, Mateo le aviso a Montserrat, una joven mujer, que desde la edad de diez años le estuvo ayudando a su madre, está contrajo matrimonio y siguió con ellos junto con su esposo y sus dos niños, ellos vivían al fondo de la huerta, Ema la madre de Mateo les había construido su casita.

-Monse, mi madre se ha ido

-Oh, niño Mateo cuanto lo siento, soltó el llanto, corrió hacia la recámara y se abrazó al cuerpo, ella la quería como a su propia madre. Cuando se calmó Mateo le dijo, por favor Monse, ve avísale a doña Agripina, y a doña Severiana, que mi madre falleció, para que vengan a amortajarla. También avísale a Tobías tu marido, para que me ayude a mover los muebles para que haya espacio donde vamos a poner a mi madre, para que las personas vengan a darle su último adiós

-Si niño Mateo, de pasada voy a llevar a mis hijos con mi hermana, para que me los cuide, y arreglar todo lo necesario, usted no se preocupe.

_ Ve, ve y no te tardes.

A los pocos minutos, llegó Tobías, y entre los dos empezaron a escombrar la sala de la casa, para  poner la cama donde iba a estar doña Ema. En menos de media hora llegó Monse, con las dos mujeres, estas traían una valija, con lo que ocupaban para amortajar a la difunta.

-Mateito, que ya se nos adelantó Emita, Dios la tenga en su santa gloria, dijeron eso mientras le daban un caluroso abrazo. Bueno mijo vamos a arreglar a tu mamá

Si, doña Agripina vayan, Monse, acompáñalas por favor.

-Sí, niño

-Monse las guió hasta la recámara donde se encontraba el cuerpo sin vida de Ema, Agripina exclamó al entrar.

- Ave María Purísima

-Sin pecado concebido, contestaron, Severiana y Monserrat, esta última dijo

-Bueno las dejo, voy a ver que se ofrece por acá.

-Ándale si mija.

Cuando las mujeres quedaron solas en la habitación, se dispusieron a trabajar.

-Mira tan bonita la señora Ema,

- Si pues, todavía estaba nueva, (joven), muy buena mujer, mira que cuando se murió Mateo grande, (su marido), muchos andaban tras de ella, pero ella bien decente, nunca dio de qué hablar.

-Pues imagínate, bonita cosa que ella anduviera de volada y con el hijo en el seminario.

-Bueno, pero eso no quitaba que tuviera hombre.

- Hay tú, el león piensa que todos son de su misma condición, ya como tú no puedes vivir sin viejo, piensas que todas somos iguales dijo Severiana.

La mancha del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora