Parte/ 33

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Al siguiente día Mateo oficio la misa de seis de la mañana como todos los días, paso a su casa a desayunar, y enseguida vio su agenda

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Al siguiente día Mateo oficio la misa de seis de la mañana como todos los días, paso a su casa a desayunar, y enseguida vio su agenda. Miércoles; llevar la santa comunión a las personas que están postradas en cama, vio la lista y en total eran diez enfermos en diferentes comunidades, tomó su estola y su libro de rezos, junto con las demás cosas que se necesitaban y salió, ya había pasado algo de tiempo en la finca ya conocía  los distintos caminos que llevaban a los domicilios de los enfermos, tomo el vehículo que había para el servicio de la capilla y salió.

Empezó por los más cercanos, vio su lista

Ya nada más quedan tres, siguió haciendo sus visitas, bueno ya nada más queda esta señora, es curioso se llama igual que la madre de mi madre, Edna

Ni por un instante le paso por la mente, que esa señora y su abuela fueran la misma persona, a lo lejos vio una construcción de color blanco, conforme se iba acercando, se perfilaba una gran casa blanca, llego a un camino que estaba rodeado de hermosos jardines llenos flores y el pasto muy bien cuidado, vio a varios hombres encargándose de mantenerlo hermoso, cuando pasaba junto a ellos, los hombres se quitaban el sombrero e inclinaban la cabeza como muestra de saludo y respeto, Mateo les correspondía inclinado su cabeza y sonriéndoles.

Por fin llego a la entrada de la casa estaciono el pequeño vehículo, subió una escalinata que terminaba en una gran puerta blanca muy elegante, tenía una mano dorada de hierro agarrando una bola, para tocar la puerta, el hizo el intento, pero en ese momento la puerta se abrió, apareció una joven que lo saludo con una gran sonrisa en su rostro, dejando al descubierto una hilera de dientes blanquísimos.

-Buenas tardes padrecito, ya lo estamos esperando, vengase conmigo yo lo voy a llevar al cuarto de la señora Edna.

-Buenas tardes, por lo visto tú ya me conoces, pero yo a ti no, ¿cuál es tu nombre?

-Hay dispense padrecito, yo soy Dolores Armenta Perez, pa servirle todos me dicen lola.

-Mucho gusto lola

-Se adentraron en la casa, el no pudo menos que admirar el lujo de la mansión, porque esa no era una casa era un pequeño palacete, los muebles eran de estilo francés, en toda la casa predominaba el color blanco, las cortinas de la casa eran blancas transparentes, lo que servía para que la casa estuviera muy iluminada por la luz natural del sol, llegaron a un pasillo, había varias puertas se pararon en la tercera, lola toco, Silvia abrió la puerta y dijo.

-Silvia ya llego el padrecito.

-Mucho gusto, padre, Silvia Cobián, soy una de las enfermeras de la señora Edna, pase por favor.

-Gracias, la recamara era muy amplia estaba llena de aparatos de hospital, en medio se encontraba la cama de la enferma, lentamente se acercó hasta la cama se sentó en una silla, las dos mujeres salieron de la habitación respetuosamente, Mateo tomo entre sus manos la mano de la enferma.

-Ave María purísima, en ese momento Edna abrió los ojos, mirando fijamente a Mateo la voz salió de su boca diciendo.

-¿Sebastián eres tú?

-Mateo quedo estupefacto, esa mujer había pronunciado el nombre de su padre biológico, en esos momentos recordó las palabras de Jovita su compañera de viaje, la señora Edna, está como muerta, nada más pela los ojos, pero no ve ni habla, Sería posible que esa mujer que yacía en esa cama fuera su abuela, al momento rechazó la idea, bien lo dijo Jovita la señora no habla esta como muerta, y esa señora estaba hablando, el nombre sólo había sido una coincidencia como, había muchas en la vida.

-No, señora no soy Sebastián, mi nombre es Mateo.

-Entonces si no eres Sebastián, eres, eres, si tú debes de ser mi nieto.

-Eres el hijo de mi hija Ema, oh Dios por fin escuchaste mis ruegos ¿Dónde está mi hija Ema? ve por ella por favor, tengo que pedirle perdón, HÁBLALE, POR FAVOR.

-Silvia entro rápidamente a la habitación diciendo alarmada.

-¿qué pasa?

-No lo sé de pronto empezó a gritar, dice que le hable a Ema

-Perdone padre, ella esta confundida, ha estado en coma desde hace cuatro años, es la primera vez que habla

-Rápidamente Silvia preparo una inyección y se la aplico a la señora diciendo.

-Esto la calmara, voy hablarle al doctor, tiene que estar enterado que la señora despertó, creo que es mejor que se retire por favor padre.

-Sí, será mejor, espero que para el próximo miércoles se encuentre mejor la señora.

-Cuando salió de la habitación venia María, sin fijarse en las facciones de Mateo dijo

-Con permiso padre, y entro corriendo a la habitación.

Mateo salio confundido, no entendió las palabras de la señora Edna, solo eran palabras arrastradas, lo único que entendió fue que le hablara a Ema, pero como dijo Mary estaba confundida, quizás ni siquiera dijo Ema. 

-¿Qué paso Silvia?

-La señora despertó, estaba muy alterada, le puse una inyección para tranquilizarla ya duerme apaciblemente.

-¿Qué fue lo que la alteraría?

-El padre estaba con ella y le gritaba, que ¿Dónde estaba su hija Ema? decía háblale, le tengo que pedir perdón, al menos eso fue lo que pude entender, aún no articula muy bien las palabras.

-Pobre señora, Ema es su difunta hija, que murió hace mucho tiempo.

-Oh, qué pena, dijo Silvia.

-Mientras tanto Mateo se disponía a salir de la casa cuando lola lo detuvo.

-Padrecito, antes de que se vaya, venga a comer, la señora Amelia cocino algo muy rico en su honor, y no la va a despreciar ¿Verdad?

Hay hija después de lo que pasó, no sé si tenga ánimos de comer, pero si dices que la señora cocino pensando en mí, creo que no es correcto dejarla con la comida

-Así me gusta padrecito, vengase conmigo. 

La mancha del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora