Parte/ 45

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-Quién diablos es, no les tengo dicho que cuando estoy en el despacho no quiero que se me interrumpa

-Seño Elia soy yo Lola

-Pasa, espero que sea muy importante lo que me vienes a decir si no prepárate

-Le dije padre, ahora usted pásese yo ya me voy

Y se fue dejando solo a Mateo, este entro al despacho, y la mujer sin levantar la vista de los papeles que estaba revisando dijo.

-¿Qué quieres habla ya?

-Disculpe señora, pero soy yo el que quiere hablar con usted

Elia al escuchar la voz de un hombre lentamente levanto la mirada hacia dónde provenía la voz, cuando vio a Mateo dijo

-¿Sebastián?

Fijo la mirada en el joven y reacciono al instante

-Pero seré estúpida, tú no puedes ser Sebastián, pero si su hijo, y de la infeliz de mi hermana ¿Qué es lo que quieres? Lárgate en este momento de mi vista si no quieres que en este momento te pulverice con mi látigo.

-Y diciendo esto levanto el látigo con intención de descargarlo en la cara de Mateo, este reacciono a tiempo y lo esquivo, el látigo pasó zumbando a unos cuantos centímetros de su cara, de un movimiento rápido tomo la muñeca de la mujer que ya estaba presta a descargar el siguiente golpe con una fuerza increíble logro que la mujer soltara el látigo este cayó al piso y Mateo con un movimiento de su pie lo alejo del alcance de la mujer, los ojos de ella, relampagueaban de furia y odio

-Pero con qué derecho vienes a mi casa, lárgate en este momento tu, ni la puta de tu madre son bienvenidos.

-Señora no insulte a mi madre, le suplico que me escuche, entre más pronto lo haga más pronto me voy de su presencia le aseguro que no voy a tardar

-Está bien, si con escucharte me voy a librar de tu presencia hable de una buena vez, tienes cinco minutos, espero que te basten no tengo más tiempo para ti, los cinco minutos empiezan a contar en este mismo momento.

En ese momento Mateo cayó de rodillas ante los pies de la mujer, diciendo

-Aquí postrado de rodillas le suplico, le imploro que perdone a mi madre, ella ya ha pagado su falta con creces.

_ Pero que estupidez me estás pidiendo, me suplicas que perdone a tu madre, yo para ella no tengo más que ODIO, óyelo bien ODIO, nunca la voy a perdonar en lo que me quede de vida, si tantas ganas tiene de que la perdone porque no viene arrastrarse hasta a mí, así como lo estás haciendo tú, porque te mando a ti, acaso cree que tú me vas a convencer, párate y lárgate de mí vista, ve y dile que con tu presencia nada más hace que reviva todo el odio que siento por ella, su traición, esa mancha que tienes en la cara esa mancha del pecado, me hace recordar, todo lo que por su culpa viví, nunca pude ser feliz, después de lo que ella hizo.

-Pero ella se fue desapareció para que todos fueran felices los libró de su presencia, pero ahora es necesario que la perdone, y así como ella desapareció, así lo voy hacer yo, no necesito otra cosa de usted más que su perdón para mi madre.

-Y porque después de casi veinticinco años vienes a suplicar por mi perdón

-Porque lo necesita, es indispensable que usted la perdone sinceramente

-Ya se lo dije a ella, que así se estuviera muriendo yo no la iba a perdonar, por mi ella se puede quemar el puritito infierno

-Ella nunca se va a quemar en el infierno, pero usted si, si no recapacita, necesita perdonarla para que usted se cure de tanto odio que guarda en su corazón.

-A ti que te importa si me voy al infierno o no, nada de lo que me digas me va hacer cambiar de opinión, ve y díselo a tu madre.

-Mi madre está muerta y necesita su perdón para que ella pueda entrar al reino de los cielos.

-Algo muy dentro se le removió a Elia cuando escuchó que su hermana estaba muerta, y algo se le quebró por dentro, pero era más el odio acumulado por tantos años que a cayó la voz de su conciencia.

-No me importa que ella este muerta por mí se pude estar quemando en los apretados infiernos, nunca la voy a perdonar.

-No es posible que usted tenga el corazón tan duro, usted se quedó con mi padre, pudo ser feliz al lado de él, mi madre se quitó de en medio, para que usted fuera feliz si ella hubiera sido una mala persona, le hubiera dicho a mi padre de mi existencia, pero no lo hizo.

-Cállate la boca maldito, y viéndolo bien si tengo tiempo, quieres saber, todo lo que sufrí por culpa de tu madre en este momento lo vas a saber, se dirigió a un mueble saco una botella de licor y se sirvió un vaso, sin ofrecerle a Mateo, volvió a sentarse en el cómodo sillón dándole un largo trago a su vaso de licor le dijo.

-Toma asiento, no sé cómo te diste cuenta de nuestra existencia, me imagino que tu madre te lo dijo, ella y yo éramos inseparables, nos queríamos mucho, a nuestra vida se sumó la compañía de María la hija de una antigua empleada, la veíamos como una hermana más, pasamos nuestra niñez sin preocupaciones de nada, cumplíamos con nuestros deberes, y teníamos todo el tiempo sobrante para jugar, así pasamos la niñez y la adolescencia pero todo cambio cuando llegamos a la juventud tuvimos la desgracia de enamorarnos del mismo hombre, el me escogió a mí, tu madre aparentemente acepto en ningún momento dejo entrever que ella también estaba locamente enamorada de él y con alevosía y ventaja se hizo pasar por mí para robarme su amor, así como lo oyes me robo su amor, el desde la primera noche que estuvieron juntos quedo locamente enamorado de ella, la amaba con todo el amor y la pasión que ella despertó en él, una maldita pasión que yo no fui capaz de despertar en él.

 

La mancha del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora