Parte/ 24

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Después de la misa, se dirigieron al comedor, ya estaban otros sacerdotes, rezaron la oración de antes de la cena y cenaron en silencia, cuando terminaron de cenar, volvieron a rezar la oración dando gracias por los alimentos recibidos, el padre Emiliano llevo a Mateo a una de las celdas, para que descansara, él se lavó los dientes, se bañó y se dispuso a descansar, había sido un viaje muy largo.

-Al día siguiente se levantó se aseo y se dirigió a la iglesia escuchó misa que estaba oficiando otro sacerdote, cuando terminó le salió al encuentro el padre Emiliano.

-Mateo, vamos a tomar el desayuno para salir a la comunidad.

-Si padre vamos.

Cuando terminaron de desayunar, Mateo, tomó su maleta y salió del convento, acompañado del padre Emiliano, afuera ya los estaba esperando una camioneta, el chófer rápidamente se bajó del vehículo y les abrió la puerta para que subieran, cuando estuvieron cómodamente sentados emprendieron el camino hacia su destino.

-Caminaron cerca de dos horas cuando a Mateo le llego el aroma a manzanas, el padre Emiliano le dijo.

-Este es el olor de la comunidad, ya llegamos, a lo lejos se veía una pequeña torre con una cruz en lo alto.

-Bueno Mateo hemos llegado aquí es, la iglesia estaba pintada de blanco, salió un hombre y saludo a los recién llegados.

Buenos días, padre Emiliano.

-Más bien, buenas tardes Remigio ya pasa de las doce del día

-que milagro que se deja ver por estos lados.

-Pues ya vez Remigio también los mortales hacemos milagros jajaja.

-Mira Remigio te presento al padre Mateo, él va estar aquí, mientras el padre, Macario se alivie.

-A pos mucho gusto, yo soy Remigio el sacristán, estoy para servirle, padre Mateo, el hombre decía eso, mientras le besaba la mano al padre Emiliano, Mateo no extendió la de él, se le hacia una costumbre antigua, eso de que la gente les besara la mano, aunque sabía que era una señal de respeto.

-Pasaron a la iglesia y Mateo vio con asombro que estaba muy lujosa, en el sagrario había un gran cristo clavado en la cruz, hecha de madera preciosa al entrar inmediatamente se percibía el olor a cedro, vestía su sudario estaba hecho de una tela costosa bordado con hilo, de oro, había un retablo de la virgen que a leguas se veía que lo había pintado un pintor de prestigio, el altar tenía un mantel con bordados muy elaborados, había unos jarrones de porcelana con flores.

-También las bancas eran de buena madera, y el sillón donde descansaba el padre a media misa también estaba muy elegante, la capilla estaba muy iluminada con vitrales, con motivos del vía crucis

A leguas se veía que las personas que costeaban todo ese lujo eran personas muy adineradas, pasaron por una puerta, era la sacristía, estaba un escritorio igual de elegante, con su sillón, unas sillas, las paredes estaban adornadas con imágenes de santos, había una pintura de un señor con ropas antiguas como de los años ochocientos, el padre Emiliano dijo.

-Mira Mateo este señor es don Damián Santander, que viene siendo el tatarabuelo de los actuales dueños, él fue el que construyó la iglesia, y sus descendientes se han encargado de mantenerla tal como cuando él vivía.

Había una puerta que daba al atrio de la capilla, enseguida de otra puerta por donde salió una señora que también saludo respetuosamente.

-Buenas tardes padrecitos

-Buenas tardes Gudelia

-Mira gude, él es el nuevo padrecito.

-Mucho gusto, Mateo Ruvalcaba, para servirle

-El gusto es mío, padre Mateo.

-Gudelia es la esposa de Remigio, ella se va encargar de asistirte,

-Sí, padre, yo le voy a arreglar su casa, le voy hacer de comer, y arreglar su ropa, y mis hijos le pueden hacer mandados, mijo Hipólito es el acolito.

-Gracias Gudelia, ya tendré oportunidad de saludar a Hipólito.

-No más que llegue de la escuela y se lo mando pa ca, bueno con su permiso, voy a seguir haciendo la comida, pa que se eche un taquito padre Damián antes de que se vaya.

-Mire padrecito venga, pa que le enseñe la casa donde va a vivir, aquí está a ladito.

-Vamos hijo

-A un lado de la puerta de la iglesia, se encontraba la puerta de la casa, estaba muy bien acondiciona, al entrar tenía su salita, enseguida el comedor, al fondo la cocina muy amplia, con sus pretiles, su estufa de gas, una mesa para cuatro personas, y un buen surtido de loza.

-Mire padrecito, está la acaban de traer, dijo Remigio señalando la estufa de gas, y mire también trajeron un boiler, pa que se bañe con agua calientita. Pasaron por un pasillo y llegaron a las recamaras

Mire padre esta es su pieza, tiene su escusado y su regadera, y un ropero incrustado en la pared, pa que guarde su ropa.

-Se llama Closet, le dijo el padre Damián.

-Pos eso padre, estas mejoras se las acaban de hacer, aprovechando que la casa estaba sin gente, y mire hay otros dos cuartos, pa cuando venga su gente a visitarlo.

Padrecitos, ya pueden venir a comer, por ahora le voy a dar de comer aquí en la casa, mañana y le hago su comidita en su casa,

-Está bien Gudelia, no te mortifiques por eso.

-Comieron alegremente, en familia sabía mejor la comida, Mateo recordó cuando comía en compañía de sus padres, y Montserrat, después, cuando se casó Monse, se sumó a la mesa Tobías, y más tarde los niños, pero eso eran tiempos pasados ahora era el presente, cuando el padre Emiliano termino de comer, dio gracias a Dios por los alimentos recibidos y se dispuso a regresar a la ciudad, despidiéndose y diciendo.

La mancha del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora