Parte /15

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El piso lucia correctamente lavado y seco, y todos los muebles ya estaban en su respectivo lugar, nada más faltaba una persona su madre, pero ella ya se había marchado para siempre.

Después de bendecir los alimentos, comió en compañía de Monse, Tobías y sus dos niños, su madre nunca los había discriminado ellos eran su familia, él veía a Monse como su hermana mayor, ella lo cuido desde que él era un bebe, aunque Monserrat, siempre los vio como lo que eran para ella sus patrones, ella siempre se dirigió a ellos como niño Mateo, y doña Emita, o señora Ema.

Cuando termino de comer, dio gracias a Dios por los alimentos recibidos, recogió los utensilios que utilizo, y los lavo, esa costumbre la adquirió cuando estuvo en el seminario, Monse ya no objetaba nada, al principio lo recriminaba, siempre le decía que esa era tarea de mujeres.

Se retiró a su recamara, diciéndole a Monse

-Monse por favor, no estoy para nadie, sólo que sea por algo muy urgente.

-Está bien niño Mateo

Entro a su recamara y se dispuso a ver el contenido de la caja misteriosa.

Abrió la caja lo primero que vio fue un sobre amarillo, laqueado con su nombre, Mateo, lo dejo a un lado, había un brazalete de oro con el nombre de Emma grabado con chispitas de diamante, un collar, unos aretes y un anillo de perlas, por el color se veía que eran originales, un par de peinetas para el pelo con diamantes, eso debería costar una fortuna.

Había otro sobre con sellos gubernamentales, lo abrió y encontró un acta de nacimiento de su madre, un pasaporte mexicano, otro francés y una visa americana, que el recordara su madre, nunca había viajado al extranjero, se dispuso a leer los documentos del sobre laqueado con su nombre.

La lectura empezaba así.

Hijo si estás leyendo esta carta es porque yo ya no estoy en este mundo, aquí te doy respuesta a todas las preguntas que me hiciste de niño, espero que cuando termines de leer esto, no me juzgues tan duramente, como fui juzgada por los demás.

Mis antepasados llegaron al país el 28 de mayo de 1864, junto con Maximiliano de Hamburgo, mis raíces son francesas al igual que las tuyas,

Mateo al leer esto quedo desconcertado, hasta donde él sabía su padre era 100% mexicano, siguió leyendo, después del fusilamiento de Maximiliano, mis antepasados se instalaron en Parral Chihuahua eran dueños de grandes sembradíos de Manzanas, ellos hicieron un pacto con los indios Tarahumaras, para que no los molestaran dándoles trabajo, amasaron una gran fortuna la que iban heredando sus descendientes.

Nuestra familia de parte de mi padre desciende del apellido Santander y el de mi madre Bonet, Por lo tanto yo me llamo Ema Santander Bonet,

Mi padre se llama si es que vive, Damián Santander, y mi madre, Edna Bonet.

Ellos se casaron en el año de 1930, y en 1932, nació mi hermano Eduardo, y el 18 de febrero de 1935, nació mi hermana Elia, y 15 minutos más tarde nací yo, somos gemelas idénticas, ni mi madre nos identificaba,  mi madre nos ponía un brazalete con nuestro nombre grabado, para identificarnos

Nuestra infancia fue feliz, rodeada de lujos, teníamos una institutriz, que nos enseñó todo lo que una niña de nuestra posición tenía que saber, desde buenos modales, tocar el piano, el francés lo aprendimos a la par que íbamos aprendiendo el español, como gemelas idénticas nos gustaba lo mismo, nos compraban siempre lo mismo a las dos, si no, hacíamos tremendo capricho.

-Cuando llegamos a la edad de las ilusiones y cada una iba por separado a las tiendas, siempre terminábamos, comprando el mismo modelo, estábamos en sintonía.

Cuando cumplimos 18 años, nos hicieron una gran fiesta, con motivo de nuestra presentación en sociedad, mis padres tuvieron mucho cuidado en invitar a lo más selecto de la alta sociedad, sobre todo a los que tenían hijos varones, habíamos llegado a la edad de contraer matrimonio.

Llegaron muchos pretendientes, guapos, otros no tanto y algunos que daban miedo de feos que eran, eso sí creo que entre más feo era el pretendiente más acaudalada era la familia, por fin llego uno que atrajo la atención de las dos, se acercó y se presento

Sebastián Cavey, para servirles encantadoras señoritas

Por su apellido intuimos que también era de ascendencia Francesa, ya que  Cavey es un apellido francés, el caballero bailo con las dos, era encantador, cuando termino la fiesta, le pidió permiso a mis padres para frecuentar la casa, a lo que mis padres accedieron gustosos, ya que decían que el pertenecía a una de las familias más acaudaladas.

Otros jóvenes, hicieron lo mismo, pero mi hermana y yo sólo teníamos ojos para el atractivo Sebastián.  Algunos meses después él se decidió por una de las dos y eligió a mi hermana para formalizar una relación, con fines matrimoniales, yo sentí como un balde de agua fría caía por todo mi cuerpo, tuve que fingir alegría, pero por dentro de mi alma me estaba muriendo de la rabia y el despecho, deje a los novios, solos y tambaleando llegue a mi habitación y lágrimas amargas salieron de mis ojos, y una rabia crecía dentro de mí, ¿Por qué la escogió a ella y no a mí? ¿Por qué? ¿Por qué?

Los siguientes meses fueron de tormento, yo tenía que fingir una alegría que estaba muy lejos de sentir, yo iba a ser la dama de honor, tuve que soportar ver a mi hermana probándose el vestido de novia, yo pensaba, ese vestido tenía que ser mío y no de ella, cada día que pasaba mi amor crecía hacia  Sebastián, había tantos hombres que estaban a mis pies, pero mi corazón se empeñaba en desear con todo el alma el fruto prohibido.

Cuando faltaban diez días para el enlace matrimonial de mi hermana, mi pasión por Sebastián  nublo mi razón y esa misma noche, cuando mi hermana dormía apaciblemente, tome su brazalete con su nombre y me lo puse, y salí de la casa amparada por las sombras de la noche, camine unas calles y tome un taxi, y me dirigí al domicilio de Sebastián.


La mancha del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora