Parte/16

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Él vivía solo en una colonia residencial en un elegante departamento de soltero, cuando llegue toque la puerta, el salió envuelto en una elegante bata de casa, cuando me vio se sorprendía enormemente.

-Soy yo, Elia

-¿Elia, paso algo?

-No, nada, no te preocupes

-Pero pasa, aunque no es correcto, que estés a estas horas de la noche con un hombre solo, aunque estemos comprometidos en matrimonio.

Ya no lo deje hablar, me arroje en sus brazos, y lo empecé a besar, diciéndole.

-Yo no puedo esperar a casarnos para consumar nuestra unión quiero ser tuya en este mismo momento, y quitándole la bata, lo empecé a besar por todo el cuerpo, ya que el sólo vestía la bata sin nada más abajo.

-Pero mi vida, ya falta muy poco, espera.

-Acaso no me quieres, es por eso que no me quieres poseer,

-No es eso pequeña, yo te respeto, también a tus padres.

-Al diablo con el respeto, y mis padres no lo van a saber, y quitándome el abrigo que traía puesto quede exactamente igual que él, cuando me vio la poca resistencia se esfumo, me cargo en brazos y me condujo a la recamara, donde hicimos el amor como dos salvajes, una y otra vez.

-Pero la razón pudo más que la pasión yo no me podía exponer, a que él se diera cuenta que no era Elia con la que hacia el amor, si no con Ema su cuñada.

Con dolor de mi corazón me despedí, los siguientes nueve días hice lo mismo, el me llevaba a la casa y me dejaba a pocos metros de la entrada de la parte de atrás, y se esperaba a que me metiera, el termino gustándole la aventura, el último día le dije.

-Mañana nos casamos, quiero que me prometas una cosa si es posible que me la jures por tu vida.

-Qué es lo que quieres que te prometa

-Que guardes en tu mente para ti solo, está aventura, como si yo hubiera sido otra persona y no tu esposa, no quiero que lo vuelvas a mencionar, porque yo voy hacer de cuenta que nunca pasó.

-Hay mi cielo, que rara eres, pero te lo prometo, te amo tanto.

-Al siguiente día 25 de agosto de 1955 se efectuó el matrimonio entre mi hermana y Santiago, teníamos veinte años de edad, yo sufrí terriblemente, lo único que me hacía sentirme mejor era recordar las noches de pasión que pasamos juntos. Ellos partieron a su luna de miel, a Europa, ya habían pasado diez años que había terminado la guerra.

La vida continuo, pasaron dos meses, de pronto me empecé a sentir muy mal, cuando me levantaba me mareaba y terminaba vomitando una agua amarilla muy amarga, la comida que antes me encantaba me daban nauseas, terminaba vomitando todo lo que comía, mi madre alarmada me llevo al doctor, como éramos igualitas mi hermana y yo, el doctor me confundió con ella, y dirigiéndose a mi madre le dijo.

-Felicidades, doña Edna, pronto la van a ser abuela

-Mi madre se sorprendió mucho, pero comprendiendo la confusión del médico fingió una alegría que estaba muy lejos de sentir, y haciendo acopio de fortaleza, salimos del consultorio, no me dijo nada en el trayecto hasta que llegamos a la casa y nos encerramos en su recamara.

Dándome una fuerte bofetada me dijo

-¿Qué significa esto? como es que voy a ser abuela de mi hija soltera, EXPLÍCAMELO

Yo estaba tan sorprendida como ella y no atinaba a decir nada, solo lloraba tocándome la mejilla adolorida donde había recibido la bofetada.

-Ahorita mismo me vas a decir el nombre del hombre que abuso de ti, tenemos que armar una boda, lo más rápido posible antes que se te vaya a notar el embarazo.

Pero ni las amenazas, ni los golpes, de mi padre cuando supo la verdad, me hicieron que delatara a Santiago, el había sido engañado por mí, a mis padres no les quedó más que inventar un viaje de estudios para justificar mi viaje a los Estados Unidos donde quede recluida en una casa donde se alojaban a puras chicas de la alta sociedad que estaban en las mismas condiciones que yo, la casa era dirigida por monjas anglicanas y parteras experimentadas, solo cuando alguna chica tenía alguna complicación a la hora del parto era llevada al hospital.

-Todo mi embarazo paso sin complicaciones mi madre y Elia me visitaban esporádicamente, se llegó la fecha de dar a Luz, 24 de mayo de 1956 ese día por cosa del destino mi hermana y mi madre habían ido a visitarme, fue un parto sencillo como lo catalogó la partera que me atendió, sin complicación alguna, mi madre y mi hermana esperaban afuera de la habitación, cuando escuche el llanto del bebe, sentí que nada iba a ser que me separara de mi hijo, y cuando, lo tuve entre mis brazos, mi corazón quería explotar de alegría, pero al mismo tiempo temblé, ya que con el nacimiento de mi hijo, quedaba descubierta mi traición hacia mi hermana, mi hijo era la misma cara de su padre, y para confirmarlo más había nacido con la misma marca un lunar en la mejilla, tan clara que no quedaba la menor duda de que Santiago era el padre de mi hijo.

Mientras la partera terminaba de sacarme la placenta y asearme, una religiosa aseaba al bebe, lo envolvió en una manta y abrió la puerta para que mi madre y mi hermana lo vieran, yo cerré los ojos fuertemente, creí que con cerrarlos iba a desaparecer del lugar, Elia fue la primera en reparar el parecido tan enorme del niño con su marido, y sin pensarlo fue hasta mi cama y me empezó a golpear diciéndome toda clase de insultos.

Mi madre estaba tan sorprendida que no atinaba a decir nada, inmediatamente le entrego el niño a la religiosa, y se unió a mi hermana en sus insultos, las tuvieron que sacar de la habitación, cuando ya estuvieron más calmadas, volvieron a entrar, querían una explicación, y yo se las di.

La mancha del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora