Parte/ 22

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-Hijo ya es tiempo que te involucres en el trabajo, ten en cuenta que cuando yo me haga viejo o muera tú te vas a hacer cargo de todo esto.

-No padre, a mí no me gusta este trabajo, yo nada más estoy esperando cumplir mi mayoría de edad para irme al extranjero, yo quiero hacer mi propia vida lejos de todo esto.

-Pero como te atreves a despreciar las tierras que nos dan de comer, prestigio, y sobre todo riqueza.

No desprecio la tierra, simplemente no quiero estar aquí, a mí no me gusta trabajar en el campo, ni lidiar con trabajadores.

-¿Y qué piensas hacer si se puede saber?

-Mande una solicitud a la universidad de Harvard, y me admitieron voy a estudiar Ingeniero Civil

-Pero eso no te va a servir para dirigir este lugar

-Pero es lo que quiero hacer padre, este lugar es tuyo es tu emporio que lograste construir con tus propias manos.

-No hijo te equivocas, yo nada más seguí la obra que empezaron mis antepasados, y si tu no sigues con esto, con mi generación va a terminar todo.

-Pero no tiene que ser así, que mis hermanas no cuentan

-Pero como se te ocurre, ni siquiera pensar que una mujer pueda manejar, un negocio como este

-Tal vez ellas no, pero que tal sus maridos. O sus hijos

-Ya no digas estupideces, tu determinación de irte es definitiva, ¿no hay nada que te pueda hacer cambiar de opinión?

-No padre y te suplico que me apoyes en mi decisión.

-Y pos como padre que era dejo que duardo se fuera a los estados unidos a estudiar, se fue en cuanto fue la fiesta de las cuatitas.

-¿Hicieron una fiesta?

-Huy y que fiesta, la hicieron cuando las cuatitas cumplieron 18 años, que disque pa presentarlas en sociedad; viera no más que gentío vino, esa vez yo le fui ayudar a mi tía Remedios en la cocina, nada más a lavar platos y vasos, copas, porque los señores mandaron traer a un viejo que hizo la comida que disque un chef, llego con unos ayudantes, pero ellos no más hicieron la comedera, las mujeres lavamos todo lo que ensuciaron, y llegaron otros hombres todos de blanco, train hasta guantes, esos sirvieron la comida.

-No pues sí que fue una gran fiesta

-Sí, también trajeron una banda de música, aunque ellos le decían orquesta, y se hizo el baile, en grande, y ese día  conocieron al joven Sebastián.

Mateo, al escuchar el nombre de su padre biológico, sintió un desasosiego en el pecho.

-¿Y quién es ese joven?

-Era el esposo de una de las cuatitas, de Elia

-¿Era, acaso murió?

-Pos mire eso no se sabe, pero deje que le siga contando.

_ Está bien señora perdón.

-Oiga, me ha de dispensar por mi atrevimiento, pero fíjese, que mirándolo bien usted se parece mucho al señor Sebastián, él estaba igualito a usted cuando yo lo conocí.

-Hay señora ni diga eso, como va a ser posible que yo sea igualito, si ni siquiera es mi pariente

-No, pos de eso, puede que tenga razón, lo confundí porque el señor Sebastián tiene un lunar en el cachete, igualito al suyo.

-Huy señora, pero imagínese, que toda la gente que tenemos un lunar en la mejilla fuéramos parientes, jajaja

-No, pos eso sí, mejor le sigo contando, pero mire antes de que nada tenga.

Sacando de una bolsa le dio a Mateo un lonche y una botella con agua, ándele padrecito empiécele a comer, como dice el dicho, primero comer que ser cristiano, a de dispensar, el bolillo esta relleno de frijolitos con queso

-Hay señora que amable es usted.

- Mire traigo este de frijoles y el otro es de huevo con chorizo, ¿cuál quiere?

-El que sea, está bien

-Pos mire pa comer de los dos, mita y mita,

-doña Jovita tomo un lonche y le dio la mitad a Mateo, y empezaron a comer y ella le siguió platicando.

-Después de la fiesta, el siguió viniendo a visitar a las cuatitas, primero platicaba con las dos, pero como era de esperarse, pos se tuvo que decidir por una, y escogió a la señorita Elia.

-A mire, ha de haber estado difícil escoger a una, ya como usted dice, si son iguales.

-No pues sí, pero algo le ha de haber gustado de la señorita Elia, que la señorita Emma no tenía.

-No pues eso sí.

Como a los seis meses de que eran novios se casaron, y se fueron que disque a las Europas, se fueron a Veracruz y de allí tomaron un barcote, que disque se llaman cruceros, y pos duraron como tres o cuatro meses por allá, pa cuando ellos llegaron todavía no  pasaba la desgracia.

-¿Qué desgracia?

-No, pos no crea, que uno ve a la gente rica, y se imagina que porque tienen harto dinero no les pasa nada.

-¿Pues qué paso señora? Hay señora y a todo esto ni le he preguntado su nombre, yo soy Mateo Ruvalcaba para servirle.

-Mucho gusto padrecito, yo me llamo Jovita Ontiveros pa servir a Dios y a usted.

-Mucho gusto Jovita

La mancha del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora