-Hay dispense señora pero es tan igualita a mi nuera Emita que en paz descanse, pero pásenle a su pobre casa.
-Mira abuelita, esta señora es la mamá de mi mamá y ella es mi tía Elia
-Mucho gusto, señoras, llegaron a la mera hora de la cena, tomen asiento por favor
-A mi abuelita no le gusta que le digan no,
Pasaron a la mesa, unos minutos después llegaron el abuelo, su tía Sandra, su tío, todos llegaban saludaban, fueron muy buenos anfitriones hicieron sentir a las mujeres como en su propia casa, la señora Edna no paraba de darle gracias a dios, por haber puesto en su camino a esas personas tan generosas.
La cena se prolongó platicando anécdotas de la infancia de Mateo, por fin se despidieron, Mateo agradeció que su abuelita no hiciera preguntas indiscretas, cuando llegaron a su casa Monserrat quedó igual de impresionada que las otras personas al mirar a Elia, pero se contuvo de hacer comentarios.
Pasaron un fin de semana paseando por el pueblo, siempre acompañadas de doña Rita la abuela de Mateo, los chismes no se hicieron esperar, al saber que esas dos señoras tan elegantes eran la madre y hermana de la señora Emita.
El lunes muy temprano salieron de regreso, el padre silvestre no tuvo objeción en que Mateo se ausentara unos días para cumplir el compromiso de bautizar a los hijos de su prima Vero.
-Bueno hijo te esperamos el día catorce de este mes, un día antes para que descanses, te vas directamente a la casona.
-Sí, señora allí estaré
-Quedamos en que me vas a llamar abuela.
-Claro que si abuelita, es la falta de costumbre, que tengan buen viaje, Dios las acompañe.
Mateo beso reverentemente la frente de su abuela y a su tía Elia le dio un beso en la mejilla.
-Mateo llego a la comunidad y antes de ir a la casona, paso a saludar a Gudelia y a Remigio que también lo habían atendido cuando estuvo allí.
-Padrecito, pero mire nada más que sorpresota, ¿Cómo está usted? Hay ojala viniera pa quedarse.
-No Gude, nada más vengo a bautizar a los gemelos de la señorita Verónica
-Huy mire y de paso le va a tocar la boda del joven Lalo
-Pues sí, y Remigio ¿por dónde anda me gustaría saludarlo?
-Anda en la iglesia, les anda ayudando a unas personas que vinieron de la capital a adornar la iglesia, trajeron unas flores bien chulas ¿quiere que le hable?
-No Gude yo voy para allá
Mateo se encamino hacia la iglesia, vio a Remigio que junto a otras personas estaban adornando la iglesia elegantemente, este cuando lo vio dejo lo que estaba haciendo y vino a su encuentro con una gran sonrisa
-Padrecito que gusto volverlo a ver
-Cómo estás Remigio ¿Cómo va todo por acá?
-Estoy bien gracias padre, y las cosas pos van más o menos, este padrecito no es como usted, es más antiguo, quiso quitar muchas cosas de las que usted puso, pero la seño Vero, lo puso en su lugar y todo siguió igual
-Que gusto me da Remigio
-Y viene pa quedarse, o no más va de paso
-Nada más de paso, vengo a bautizar a los niños de la señorita Verónica y me regreso a mi parroquia
-¿Se va a quedar aquí en la casa del padre Macario?
-No me hospedare en la finca, ya me tengo que ir antes de que se me haga más tarde
-Entonces padrecito yo lo llevo, precisamente tengo que ir a la finca a recoger unas cosas.
Bueno pues siendo así vamos pues.
Subieron al vehículo y se fueron charlando todo el camino hasta que llegaron se despidieron con un apretón de manos
-Entonces mañana nos vemos en la iglesia
-Si Dios quiere Remigio
-Apenas iba a tocar la puerta con la aldaba cuando se abrió, lo primero que vio fue la cara risueña de Lola
-Pásele padrecito, desde que nos dijo la señora Elia que venía, lo estamos esperando y mire lo que le tengo, su agua fresca
-Gracias Lola tu siempre tan amable
-Voy a avisarle a la señora Edna que ya está aquí
-No hay necesidad Lola, yo recibo al padre, dijo doña Edna, se saludaron con un cálido, pasa hijo estás en tu casa, te voy a conducir a tu habitación para que dejes tu equipaje
-Sí, señora
-En qué quedamos
-No importa que el servicio se dé cuenta
-Nada importa eres mi nieto y quiero que de ahora en adelante ocupes tu lugar en esta casa, como lo que eres, mi nieto.
-Descansa un poco el viaje es muy pesado, prepárate porque en la cena te espera una sorpresa, te dejo para que descanses.
-Gracias abuela.
-Cuando quedo sólo en la habitación saco del porta traje su traje de ceremonia, lo colgó en el amplio armario de fina madera y se dispuso a descansar no sin antes preguntarse cuál sería la sorpresa que le esperaba a la hora de la cena.
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La mancha del pecado.
RandomDomingo 20 de octubre. Doña Ema acaba de morir, es la madre de un joven, que acaba de ordenarse sacerdote. La noticia pronto se extiende por el pequeño pueblo donde siempre han vivido. Las personas se preparan para ir a dar sus condolencias, al jove...