Parte/ 27

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-Deberás padre, ¿entonces le traigo su comida o quiere comer con nosotros?

-como con ustedes, no me gusta comer sólo.

-Pos entonces vámonos pa la casa, ya llegaron los chamacos de la escuela y llegan ladrando de hambre, jajaja.

Comieron alegremente, conoció a los niños

-Mire padre estos son mis hijos, saluden al padre hijos

-Buenas tardes padre Mateo, dijeron los tres niños al mismo tiempo.

-Mucho gusto, veo que ya saben mi nombre, ahora díganme los suyos.

-Yo soy Hipólito, pero todos me dicen polito

-Yo soy Adela

-Y  yo soy Susana, pero me dicen Susi.

-Que bonitos nombres, ¿Ya hicieron la primera comunión?

-Yo, ya, mis hermanas todavía no, dijo polito

-Adelita ya la va hacer el dia de la fiesta de Santa Rita de Casia, ahorita a las cuatro se va a que le enseñen el catecismo, porque si no aprende a rezar, no la hace.

-Bueno pues, entonces te veo en el templo Adelita, gracias por la comida Gude.

-Entonces en la noche, ¿cena aquí, o en su casa?

-No, Gudelia, por la cena no te preocupes, yo ceno muy ligero.

-Bueno padre entonces, mañana si le hago su almuerzo en su casa.

-Muy bien gude, quédense con Dios.

-Mateo, se fue a su casa, se recostó un rato, mientras llegaba la hora de la doctrina, quería conocer a las maestras y ver el método que usaban para enseñar a los niños.

Llego la hora, se dirigió a la capilla, se oía el bullicio de los niños, en el atrio, estaban tres grupos de niños, cada grupo tenía a su instructora, chicas jóvenes entusiastas, que hacían que los niños repitieran a coro, las oraciones del catecismo, Mateo se quedó a una considerable distancia, no quería interrumpir, lo que vio lo dejó satisfecho al parecer las chicas estaban muy bien capacitadas para la enseñanza de la doctrina.

Poco antes de terminar se presentó, con cada grupo, las chicas quedaron muy impactadas por la juventud y sobre todo lo bien parecido que estaba el padrecito.

-Al siguiente día, conoció al grupo de señoras y señores de la vela perpetúa, tres de ellas quedaron muy impresionadas con el joven sacerdote, ellas conocían al señor Sebastián, y las tres coincidían que era igualito al señor cuando tenía su edad, cuando salieron del templo comentaban entre ellas.

-¿Se fijaron en el padre? ¿No les recuerda a alguien?

-Pero como no, bueno a mí se me pareció mucho a el señor Sebastián, el esposo de la señora Elia.

-Pos a mí también, pero ya ve que ellos no tuvieron hijos.

-Pero ya ven, que ellos no duraron mucho tiempo casados, de un de repente, ella regreso sola a vivir con sus papás otra vez.

-A lo mejor, el padrecito es hijo del señor Sebastián y de otra mujer y por eso lo dejo la seño, Elia.

-Pos eso puede ser una explicación, porque de que hay gente parecida en este mundo y no son nada, la hay, pero este padrecito es igualito que el señor Sebastián.

-Pos a mí nadie me quita de la cabeza, que es hijo del señor Sebastián.

-Pos, mire las verdades tarde o temprano se saben bien dicen que no hay nada oculto en esta vida.

-A ver cómo va a reaccionar, la seño Elia cuando lo vea.

-No pos se va a impactar, como nosotras, pero, pos cuando lo va a ver, ya ve que ella es atea, y nunca viene a misa.

-Sí, es cierto, yo no sé qué paso en esa casa, pero algo muy gordo fue, al grado de que la seño, Elia, se volviera incrédula, porque si más no recuerdo, toda la familia eran muy católicos, ya ve el difunto don Damián cada domingo, venía a misa acompañado de su mujer doña Edna y sus tres hijos, dios tenga en gloria a la señorita Ema, ya ve se murió re jovencita.

-Sí pues en la mera flor de su juventud.

-Pos hay tienen, ustedes eso fue lo que le paso a la seño Elia, ya ve que las dos muchachitas siempre andaban juntas.

-Hay si todavía  recuerdo, cuando estaban chicas, la señora Edna las traía igualitas, de no ser por la pulsera que traían en la mano con su nombre, sabían quién era, porque ni la señora Edna que es la mamá las reconocía.

Así se fueron conversando hasta que cada quién llego a su casa.

Mateo cumplió con todos los compromisos de fin de semana, se sentía muy bien haciendo lo que le gustaba hacer, guiar a su congregación hacia el camino de dios, en las misas del domingo hubo más personas, que vieron el parecido de Mateo con el esposo de la señora Elia.

El lunes las sirvientas jóvenes de la casona, comentaban entre ellas, Mary, la prima de Benita la compañera de viaje de Mateo, estaba desayunando, las escucho hablar le divertía mucho oír las conversaciones de las jóvenes, recordaba cuando ella y las gemelas tenían la misma edad, y también platicaban de sus sueños de juventud.

-Te fijaste, que chulo está el nuevo curita, que trajo el padre Emiliano

-Hay sí, con ese lunar en cachete se ve más guapo, que lastima que sea cura, esta tan guapo

-Para el miércoles que venga a ver a la señora Edna, ya le voy a tener lista una jarra de agua de fruta, y voy hacerle unas galletas de polvorón.

La mancha del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora